Los pactos de la Moncloa de Sevilla

Calle Rioja

Solemnidad. Con chaqué y pajarita, Guerra dedicó su discurso de ingreso en Buenas Letras al poeta cuyos restos visitó en Colliure en noviembre de 1975

Alfonso Guerra desnuda el alma de Machado en su discurso de ingreso en Buenas Letras

Alfonso Guerra es felicitado por los académicos tras pronunciar su discurso.
Alfonso Guerra es felicitado por los académicos tras pronunciar su discurso. / Juan Carlos Muñoz

Hoy cumple Alfonso Guerra (Sevilla, 1940) 82 años y sería el santo de Fernando Abril Martorell (1936-1998), su adversario político en la UCD, uno de sus mejores amigos. Los dos hombres que no aparecen entre los siete ponentes de la Constitución de 1978, pero fueron los actores fundamentales de esa herramienta para reconciliar españoles y vertebrar conductas. Una pareja a la que ayer reivindicó Alfonso Lazo en su contestación al discurso de ingreso de Alfonso Guerra en la Academia de Buenas Letras.

Soledad y sociedad en Antonio Machado. El hijo de Antonio Machado Demófilo, compostelano de cuna muerto en la calle Pureza, y de Ana Ruiz, sevillana de la calle Betis, fue homenajeado en una lección magistral sobre vida y poesía por el hijo de Julio Guerra y Ana González.

Guerra volvió a Colliure, el pueblecito francés donde tres días antes que su madre murió el poeta sevillano el 22 de febrero de 1939. El librero, actor y ex vicepresidente del Gobierno estuvo en esa localidad, como cuenta en sus Memorias (‘Cuando el tiempo nos alcanza’) el 1 de noviembre de 1975. El mismo mes que acabó con los ecos de la muerte del dictador Francisco Franco. El centenario del poeta en el palacio de Dueñas fue en julio, todavía vivía, aunque fuera vegetando, el caudillo ferrolano.

En aquel homenaje al autor de Campos de Castilla, Guerra fue uno de los que participó. Su partido todavía era ilegal; un año antes, en Suresnes, habían elegido secretario general a Felipe González. Los otros intervinientes en aquel tributo fueron José Maldonado, último presidente de la República en el exilio, asturiano de Tineo; Fernando Valera, sobrino del escritor cordobés y primer ministro de esa República disuelta con las elecciones que convocó el presidente Adolfo Suárez; y el hispanista francés y amigo de Guerra Marcel Bataillon.

Lo de ayer fue una auténtica revolución. Un socialista en los Pinelo. Revolución con matices, porque como recordó Alfonso Guerra los hermanos Machado ya formaron parte de esta Academia fundada en 1751 de la que también fue miembro Antonio Machado Núñez, el abuelo de los poetas, rector de la Universidad, personaje fundamental de la ‘Galería de raros’ de Ramón Carande. Un socialista en los Pinelo, en la Academia dirigida por el notario Pablo Gutiérrez-Alviz. Un equipo de fútbol entero. Guerra se hizo una foto en el patio de Abades con once correligionarios: Fali Delgado, Pepote Rodríguez de la Borbolla, Salvador Clotas, Fermín Caballero, Paco Moreno, Antonio Ojeda, Jaime Montaner, Pedro González, Juan Carlos Rodríguez Ybarra, Alfonso Garrido. A los que se sumó Antonio Muñoz, alcalde de Sevilla.

Los nacidos en 1940 son de otra pasta. El año que nacen Alfonso Guerra, Alejandro Rojas-Marcos, que estaba entre el público, y los ex directores de la institución Manuel González Jiménez y Rogelio Reyes, catedráticos nacidos en Carmona y Lora del Río, respectivamente. El primero es la máxima autoridad científica en San Fernando, el rey del día, y en su hijo, Alfonso X el Sabio. Tocayos de aquellos dos cerebros en la sombra de la Carta Magna. Además de González Jiménez y Rogelio Reyes, estaban Enriqueta Vila, la única mujer que ha dirigido la institución, y Pilar León-Castro.

Guerra, que lucía chaqué y pajarita, departió con los académicos, los abrazó uno a uno. En el patio hablaba con el americanista Ramón María Serrera, el catedrático de Historia del Arte Enrique Valdivieso y los académicos Braulio Medel y Jesús Castiñeiras. Fue la primera sesión a la que acudieron los futuros académicos Pablo Emilio Pérez-Mallaína, Ignacio Camacho y Eva Díaz Pérez, que hoy coge el Ave Lebrija-Madrid para estar en la Feria del Libro de la capital con su vida novelada del gramático.

Un antiguo revolucionario en la misma Academia que el duque de Segorbe. Los pactos de la Moncloa de Sevilla. Con la nostalgia de una clase política cuyos atributos han menguado con el tiempo y a la que le puso nombre y apellidos Alfonso Lazo, su viejo compañero de hemiciclo y siempre nuevo amigo: Manuel Azaña, Julián Besteiro, Dionisio Ridruejo. Al nuevo académico le acompañó Carmen Reina, tantos años vinculada a la librería Antonio Machado.

Como en los pregones de Semana Santa (hoy también cumple años el académico de Buenas Letras Antonio Burgos) todos los presentes fueron obsequiados con un ejemplar impreso del discurso y sus últimas palabras (“Estos días azules y este sol de la infancia”) editado por Los Papeles del Sitio. A Guerra lo avalaron Lazo, Valdivieso y José Antonio Gómez Marín. Ocupa la plaza del arabista Rafael Valencia,cuya sombra, como la de Ismael Yebra, son bien alargadas en los Pinelo.

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