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La presión policial desplaza a los carteristas a otras zonas del centro

  • Los ladrones esperan a sus víctimas, la mayoría turistas asiáticos, cuando van a comer a restaurantes cercanos a la Plaza de Armas

  • Buscan un encontronazo con ellos para robarles sus pertenencias

Turistas asiáticos en un restaurante de Sevilla.

Turistas asiáticos en un restaurante de Sevilla. / Antonio Pizarro

La presión policial en las zonas más sensibles del casco histórico de Sevilla está provocando un desplazamiento de la delincuencia hacia otros puntos del centro. En las últimas semanas se han detectado varios robos en el entorno de las calles Canalejas y, sobre todo, entre Marqués de Paradas y Arjona, en el entorno de la Plaza de Armas. Ninguno de estos lugares figuraba hasta hace poco entre los puntos más conflictivos del casco histórico.

Aunque ha habido robos a sevillanos, la mayoría de las víctimas son turistas asiáticos abordados por expertos carteristas, que fuerzan un encontronazo supuestamente casual con ellos. En ese contacto, los delincuentes son capaces de sustraer objetos de un bolso o de birlar algún reloj, monedero o teléfono móvil sin que las víctimas lo perciban.

Aunque no es una zona especialmente turística del centro, sí cuenta con mucha presencia de turistas de Extremo Oriente porque las agencias suelen llevarles a comer a restaurantes asiáticos que hay en estas calles. Los viajeros suelen llegar en autobuses, que descargan a estos visitantes junto al quiosco bar de la calle Arjona, casi frente al mercado del Barranco. Muchos de los robos se han producido en el camino desde el lugar en el que los dejó el autobús hasta la puerta del restaurante. Los carteristas están generalmente al acecho esperando el momento en que llegan los autobuses, que suele ser entre las doce y la una del mediodía y entre las seis y las siete de la tarde.

Turistas en la Avenida de la Constitución. Turistas en la Avenida de la Constitución.

Turistas en la Avenida de la Constitución. / Europa Press / M. J. López

Una vez allí, siguen a sus víctimas hasta provocar el contacto con ellos y robarles. Los carteristas son casi todos de origen rumano, pertenecientes a varios clanes que operan en la ciudad desde hace años. Estos delincuentes prefieren a los turistas asiáticos, sobre todo los chinos y los japoneses, que habitualmente son más confiados que los occidentales.

Hasta la aparición de este punto caliente, los carteristas del centro de Sevilla operaban principalmente en seis zonas: la Plaza de España, el teatro de la Maestranza, los Jardines de Murillo, la Puerta del Perdón de la Catedral, el barrio de Santa Cruz y la entrada al Real Alcázar. Así lo denunciaron el pasado mes de marzo los guías turísticos, que pidieron a los autoridades que actuaran ante la proliferación de delincuentes que se infiltraban entre los grupos de turistas para robar bolsos, carteras, móviles, dinero, joyas, relojes, cámaras y cualquier objeto que pudieran luego revender ráido y a buen precio.

La práctica desaparición del Grupo Hércules (la unidad de motoristas de la Policía Nacional que patrullaba por el centro) y el declive del Grupo Giralda de la Policía Local (ahora llamado Policía Turística, forzado a no investigar los pequeños robos en comercios y a turistas, no confeccionar atestados y sólo actuar en caso de flagrante delito, es decir, que el robo se produjera en la cara de los policías) supusieron una especie de carta blanca para los carteristas.

Turistas asiáticos en el Alcázar, uno de los grupos objetivo de los carteristas. Turistas asiáticos en el Alcázar, uno de los grupos objetivo de los carteristas.

Turistas asiáticos en el Alcázar, uno de los grupos objetivo de los carteristas. / D. S.

Generó también un efecto llamada, pues en mayo de 2019 la Policía tuvo constancia de que llegaron a reunirse en Sevilla unos 150 miembros de cuatro clanes rumanos, procedentes de su país y de otras ciudades españolas en las que estaban asentados, como Madrid, Barcelona o Málaga. Son clanes muy numerosos, originarios de distintas localidades ubicadas en la parte más oriental de Rumanía, casi en la frontera con Moldavia. Las ciudades de las que proceden son principalmente tres: Roman, Bacau e Iasi.

Estas organizaciones familiares funcionan de manera itinerante. Cuando llevan semanas robando en alguna ciudad y ya han despertado las sospechas de la Policía, se mudan a otra zona de España. En Andalucía están cometiendo robos con mucha frecuencia no sólo en Sevilla. También actúan en Ronda y en Córdoba. Las bandas de carteristas han evolucionado en su modus operandi. En un principio se alojaban en hoteles, pero descubrieron que éstos están muy controlados por la Policía Nacional. Ahora lo hacen en casas que alquilan por periodos de larga duración e incluso en apartamentos turísticos.

Aunque los dueños de este tipo de alojamientos están obligados a facilitar el registro de sus clientes a la Policía, al igual que los hoteles, en la práctica existen muchos apartamentos ilegales que no cumplen con este trámite. O bien el apartamento lo alquila un miembro del clan que no tenga antecedentes, o lo hace con una identidad falsa, y luego en él se quedan más de una decena de familiares. De esta forma, los carteristas se mueven por la ciudad con cierta impunidad. Al igual que han cambiado sus hábitos de alojamiento, también han modificado sus lugares de actuación. En el momento en que las quejas de los guías surtieron cierto efecto y la Policía ha vuelto a ejercer presión en la zona monumental, han buscado otros menos vigilados e idóneos para cometer los robos.

La Plaza de España, principal punto negro

La Plaza de España ha sido el lugar preferido por los carteristas en los últimos años. Los delincuentes suelen esperar a los grupos de turistas que entran en el monumento por la Puerta de Aragón e intentan mezclarse con ellos. Los descuideros son extremadamente hábiles, capaces de abrir bolsos y sustraer carteras sin que las víctimas se den cuenta de nada. Basta un mínimo roce, un contacto que el turista creerá fortuito, para que le desaparezca el monedero, el teléfono móvil, el reloj, la cámara de fotos o cualquier objeto de valor.

Antes de que el grupo termine de bajar los peldaños para llegar a la plaza, los carteristas ya habrán intentado abrir varios bolsos. Si no han podido todavía meter la mano lo harán unos momentos después, ya en la plaza, aprovechando algún descuido del turista, que no repara en que lleva el bolso abierto porque no se ha dado cuenta tras el primer encontronazo. Los ladrones se sientan junto a los visitantes y aprovechan algún descuido para sustraer sus pertenencias.

Carteristas identificados por la Policía en la plaza de España. Carteristas identificados por la Policía en la plaza de España.

Carteristas identificados por la Policía en la plaza de España. / M. G.

Si no lo han conseguido sentándose en algún banco, lo intentarán después otra vez en la zona central de la Plaza, debajo del balcón de Capitanía, donde se celebra a diario un espectáculo flamenco que suele congregar a bastantes turistas. Los ladrones vuelven a introducir las manos en los bolsos mientras los visitantes contemplan a la bailaora dar taconazos sobre un diminuto tablao, al ritmo de un guitarrista, una caja y unas palmas.

La presencia de carteristas en la Plaza de España ha sido continua desde que el fenómeno del turismo se hizo masivo en Sevilla. Es muy difícil luchar contra ellos porque suelen quedar en libertad una vez detenidos, y es también complicado recuperar el dinero o los objetos sustraídos. En alguna ocasión, estos rateros han protagonizado peleas con los vendedores ilegales que hay en la plaza, que les reprochan que el robo a turistas conllevará una mayor presencia policial, y serán ellos los que paguen las consecuencias.

Además de la Plaza de España, los guías turísticos denunciaron otros cinco puntos negros para la seguridad de sus clientes en el centro de Sevilla. Son el teatro de la Maestranza, los Jardines de Murillo, la puerta del Perdón de la Catedral, el barrio de Santa Cruz y la entrada al Real Alcázar. En el teatro de la Maestranza, los carteristas suelen estar sentados junto a la estatua de Mozart. Consultan algún mapa o miran el móvil, a la espera de que llegue un grupo de turistas a los que puedan robar. El problema es similar en los Jardines de Murillo, donde hay un punto de carga y descarga de los autobuses turísticos.

Otro punto negro que se está convirtiendo en habitual lugar de reunión de carteristas es la puerta del Perdón de la Catedral. Es el lugar por donde salen los visitantes del templo, que se topan con las aglomeraciones generadas por los free tours, que explican la Catedral desde fuera y sin pagar la entrada. Esto coincide con las señoras que intentan leer las manos y vender romero a los turistas, lo que provoca un escenario de confusión ideal para los delincuentes.

En la puerta de entrada al Alcázar también se han detectado a carteristas no habituales en Sevilla, sino llegados desde la capital de España al reclamo de la impunidad y la facilidad para actuar que encuentran en el casco histórico hispalense. Hacía años que no había carteristas en el barrio de Santa Cruz, y también se han detectado este último año a algunos de ellos en la zona de la calle Vida. El entorno de Plaza de Armas parece haberse convertido también en otro punto negro.

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