De Sevilla a Zamora: el viaje de la Inmaculada de Velázquez de la Magdalena a 'Las Edades del Hombre'

El cuadro atribuido al aprendiz del taller de Pacheco será una pieza principal en la nueva edición de esta importante muestra que se celebra en la Catedral zamorana bajo el título de 'Esperanza'

La sorpresa que escondía la iglesia de San Esteban y que ha aparecido durante su restauración

La Inmaculada de Velázquez de la Magdalena viaja a Las Edades del Hombre / Antonio Pizarro

De la Real Parroquia de Santa María Magdalena a la Catedral de Zamora. Un viaje de 527 kilómetros. La Inmaculada con el Niño será una de las piezas principales de la nueva edición de la prestigiosa muestra Las Edades del Hombre, cuya XXVIII edición se celebra en Zamora. Esta importante obra, atribuida recientemente a un jovencísimo Diego Velázquez, aprendiz del taller de Francisco Pacheco, podrá verse en la Catedral zamorana, en la que presidirá una capilla. El viaje de la pintura que desde hace unos años forma parte del patrimonio de la Magdalena hasta tierras castellanas confirma el interés que existe por conocer una obra de un nivel muy importante que sería una de las primeras realizadas por el genio de la pintura universal durante su etapa de formación.

Ni un minuto pasaba de la hora del Ángelus cuando el camión de la empresa especializada en transporte de obras de artes llegaba ayer al viejo compás de San Pablo. Venía de Granada, donde había recogido otra pieza para la exposición, y tras la parada en la Magdalena proseguiría su viaje hasta Zamora. Allí, este jueves por la mañana, el historiador el arte Gabriel Ferreras, persona que ha realizado los estudios sobre la pintura y que ha argumentado la atribución a Velázquez, estará presente en la apertura de la caja para comprobar que la Inmaculada ha llegado en perfectas condiciones a su destino.

Los operarios preparan el embalaje.
Los operarios preparan el embalaje. / Antonio Pizarro

“Mediante métodos científicos, químicos y por comparación estilística me he atrevido a decir que es un Velázquez muy del principio”, explica a este periódico. Ferreras es técnico del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH) y allí se estudió y restauró la pintura. Fue Soledad de Rojas de la Concha Castañeda quien, por su vinculación afectiva y espiritual, donó la obra mortis causa a la parroquia sevillana.

Tras la restauración por parte del IAPH, el debate entre los estudiosos no tardó en surgir. Las primeras atribuciones apuntaban a Francisco Pacheco (1564-1644), maestro y futuro suegro de Velázquez, o a alguno de sus discípulos. La composición se inspira claramente en grabados de Alberto Durero, una práctica habitual en el taller de Pacheco. Además, ciertos elementos, como el uso del pigmento “verde de carderillo” en la vegetación —recomendado por Pacheco en su tratado y nunca usado por Velázquez en su obra posterior— parecían apoyar esta tesis.

Los preparativos para el traslado del cuadro.
Los preparativos para el traslado del cuadro. / Antonio Pizarro

Sin embargo, un análisis más profundo revela rasgos que se alejan de Pacheco y apuntan a la "mano más aventajada" de su discípulo. Los expertos se preguntan por qué Pacheco, que firmaba sus Inmaculadas y hablaba profusamente de su obra en su Tratado del Arte de la Pintura, no hizo mención alguna de este lienzo de ser suyo.

Los más importantes expertos sobre Velázquez que han analizado la pintura in situ han estado de acuerdo en una cosa: no es de Pacheco ni de Alonso Cano. Otra cosa es que se atrevan a afirmar que es de Velázquez, aunque muchas características del genio de la pintura se aprecian ya en el cuadro. Entre ellas, la calidad del retrato. “Pacheco es mucho más de dibujo, más académico e idealizado. El naturalismo de los rostros de la Virgen y, especialmente, del Niño que mira directamente al espectador, es lo que me hace inclinar definitivamente la balanza a favor de Velázquez, entre otras cuestiones”, sostiene Ferreras.

El cuadro es descolgado de su ubicación en el museo de la parroquia.
El cuadro es descolgado de su ubicación en el museo de la parroquia. / Antonio Pizarro

Otros rasgos velazqueños identificados por Ferreras son:

  • La representación de la luna como una esfera traslúcida a los pies de la Virgen, similar a otras Inmaculadas del pintor y en contra de la enseñanza de Pacheco.
  • Las estrellas que rodean a la Virgen son puntos de luz, y no de seis u ocho puntas como las de Pacheco.
  • Los pliegues del manto, resueltos con pinceladas extensas, libres y espontáneas, y el uso de un rojo-jacinto más oscuro en la túnica, característicos de Velázquez.
  • Una posible "firma" oculta en forma de acróstico (DDV por Diego De Velázquez) en las velas de un galeón pintado en la luna, un recurso que el joven aprendiz pudo usar para dejar su huella.
El traslado del cuadro desde el coro alto.
El traslado del cuadro desde el coro alto. / Antonio Pizarro

La conclusión de los estudios realizados por Ferreras, como se recoge en el texto elaborado para el catálogo de la exposición, es que la ya conocida como Inmaculada de la Magdalena fue pintada por Diego Velázquez entre 1614 y 1616, cuando apenas tendrías 15 o 16 años. La obra, realizada bajo la tutela de Pacheco, explica la influencia del maestro, pero al mismo tiempo, en ella “ya aflora una nueva sensibilidad pictórica” que anticipa la genialidad del que llevaría la pintura española a sus más altas cotas.

Quien no oculta su satisfacción porque esta pintura empiece a levantar tanta expectación fuera de Sevilla es Francisco Román Castro, párroco de la Magdalena: “Las Edades del Hombre es una de las exposiciones de arte sacro más importantes de España, con una media de 200.000 visitantes. Es un orgullo y una satisfacción que se hayan fijado en nuestra Inmaculada, una pieza hermosísima, con todo lo que comporta además su historia material y la atribución. Que se hable es bueno y si se consolida sería la primera obra de Velázquez, muy al inicio de su carrera”.

El cuadro en el coro bajo de la Magdalena antes de ser metido en la caja.
El cuadro en el coro bajo de la Magdalena antes de ser metido en la caja. / Antonio Pizarro

En el coro alto de la Magdalena los dos operarios descuelgan con mimo el lienzo ante la atenta mirada de Pedro Martínez Lara, historiador del arte vinculado a la parroquia. Hace fotos del minucioso proceso para enviárselas a Ferreras. Él fue el primero que vio el cuadro junto al párroco en casa de Soledad de Rojas. “Ya advertimos entonces que nos encontrábamos ante una obra de mucha calidad”. El Velázquez es embalado con mucho cuidado antes de ser bajado por las empinadas escaleras. Ya en el sotocoro, es metido en la caja a medida en la que viajará hasta Zamora. Poco antes de la una, la Inmaculada con el Niño emprende el viaje rumbo para formar parte de exposición que bajo el título de Esperanza inaugurarán los reyes en los próximos días. Allí podrá verse hasta el próximo Domingo de Resurrección, día 5 de abril.

stats