Una firma sevillana impermeabiliza las piezas de madera del Metropol

Los talleres de Apimosa en el Polígono El Pino aplican el poliuretano proyectado que tiñe de beige el material · El montaje también incorpora a obreros sevillanos.

A. S. Ameneiro

18 de febrero 2011 - 08:16

La construcción del espacio Metropol Parasol de la Encarnación, concebido y dirigido por el estudio alemán de Jürgen Mayer, también está dando empleo a empresas de Sevilla subcontratadas por Sacyr. Es el caso de Apimosa, con sede en Carmona y dedicada a los revestimientos industriales, que se encarga desde sus talleres de la calle Pino Silvestre del Polígono El Pino (junto a Torreblanca) de recubrir con poliuretano proyectado las 3.000 piezas de madera y acero que integran esta gigantesca construcción de seis parasoles.

La capa de poliuretano le da el color beige característico que tiene y también le da apariencia metálica a la madera, pero sobre todo es indispensable para impermeabilizar las piezas de madera rellenas de acero -madera armada- que se fabrican en Alemania (Aichach, Múnich), dar una protección extraordinaria a la superficie y cubrir las fisuras que puedan existir, todo ello con vistas a alargar al máximo la vida de esta construcción de madera microlaminada (Kerto). El poliuretano aísla del agua de lluvia y del vapor de agua que saldrá de los difusores instalados en las copas de los parasoles cuando haya que refrescar el ambiente en celebraciones que tengan lugar en la plaza central.

Ya montadas en la estructura de la Plaza de la Encarnación, una por una las piezas vuelven a ser tratadas con una masilla especial que cubre por completo los puntos de la madera donde van los engarces metálicos exteriores que unen las piezas y todo ello se camufla finalmente con pintura de poliuretano. El trabajo ha de ser perfecto. Se repasa cualquier poro que pueda quedar, para evitar la entrada de agua u otro agente que dañe estructura, explican los técnicos.

Las 3.000 piezas se unen entre sí de forma articulada gracias a conexiones metálicas para que cualquier vibración o movimiento no se transmita al resto de la estructura. Según los especialistas, aparte de un engarce articulado, los cimientos de los parasoles están atornillados y clavados en las margas azules -la capa impermeable del subsuelo- para aminorar el efecto vela que por causa del viento podría darse. Todo ello permite que los movimientos máximos que alcanza la estructura son 2 milímetros.

Aparte de preparar los parasoles contra el agua y contra el viento, también se prueban las maderas -con sus barras de acero encoladas e incorporadas- a temperaturas máximas. Las piezas pueden soportar hasta 80 grados de temperatura a pleno sol en Sevilla, y para ello se someten a pruebas máximas de calor en la fábrica alemana de Aichach.

Los expertos aclaran que las barras de acero encoladas en la madera, una técnica innovadora ideada por Arup y Finnforest Merk, sirven para repartir de forma homogénea las cargas de la estructura.

Otra actividad de la obra de la Encarnación que está dando empleo a trabajadores sevillanos es el montaje de las maderas de los parasoles. Por exigencia de la patente, inicialmente esta tarea estaba reservada sólo a empleados alemanes y holandeses, pero en los últimos meses también se ha formado a empleados de Sevilla que ya desempeñan estas labores. La obra ha requerido turnos de trabajo de 24 horas para cumplir la promesa de acabar el próximo mes de marzo.

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