Sevilla

Un símbolo caído y restituido

  • La intervención del Giraldillo ha sido una película de ocho años, de los que seis se invirtieron en el estudio e intervención propiamente dichos.

Todo lo concerniente a la intervención del Giraldillo fue especialmente sonado, como era previsible en una veleta que es símbolo de la ciudad. Desde la bajada a la Azotea de las Azucenas un Martes de Feria de 1997 sin conocimiento de los medios de comunicación hasta el debate sobre la idoneidad de dejar la copia rematando el alminar o apostar por la restitución del original.

Fue una película de ocho años, de los que seis se invirtieron en el estudio e intervención propiamente dichos. El Cabildo llegó a barajar en un principio restaurar la Giganta en el mismo alminar, aprovechando que estaba tendida en la Azotea de las Azucenas. El órgano rector del templo aludió entonces en una curiosa comparación a que al papa Pablo VI se le preparó un quirófano en el mismo Vaticano.

Una comisión de expertos en diversas disciplinas asesoró la restauración practicada finalmente en los talleres del IAPH en la Isla de la Cartuja, adonde el Giraldillo fue llevado en un camión escoltado por agentes de la Policía Local. Pero antes de su traslado, el original y la copia fueron exhibidos a pie de tierra en una exposición titulada La mirada del otro en la Plaza del Triunfo. Los visitantes pudieron comprobar el desgaste del bronce de la Giganta tras más de 400 años en las alturas frente al brillo de la copia. Durante muchos meses, el debate sobre la restitución o no el Giraldillo original estuvo muy vivo.

La intervención fue sufragada por la Junta de Andalucía. La restauración permitió recomponer el mecanismo interno que hace posible que la escultura funcione como veleta, justo donde ahora se aprecia una oxidación que requiere ser atajada.

Vídeo: Antonio Pizarro

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