Los tesoros ocultos de la medicina sevillana

Patrimonio

La Real Academia de Medicina de Sevilla atesora un amplio material histórico y cultural que no se puede mostrar por falta de medios para contratar seguridad y organizar visitas.

Los tesoros ocultos de la medicina sevillana
Los tesoros ocultos de la medicina sevillana
Cristina Cueto

10 de noviembre 2014 - 05:03

La céntrica calle Abades recibe este nombre porque gran parte de los canónigos de la Catedral hispalense emplazaron sus viviendas en esta zona en el siglo XVI. Los clérigos formaron el estamento que acaparó el poder y el saber en aquella época. La calle ha perdido este sentido cinco siglos después, pero sigue siendo una vía del conocimiento, porque en los números 10 y 12 se encuentra la Real Academia de Medicina de Sevilla, edificio al que se dirige todos los días José María Montaña, bibliotecario de la institución.

Montaña es académico numerario desde 1975 y ejerce el cargo de bibliotecario en la histórica entidad desde 1989. Esta función supuso para el académico la difícil labor de ordenar e informatizar los más de 15.000 títulos propiedad de la institución, el 92% sobre temas de Medicina, con un valor incalculable. El fondo histórico se complementa con una amplia colección de obras de arte, repartidas en diferentes salas, que incluye desde composiciones de temática religiosa hasta grabados anatómicos de los siglos XV y XVI.

El bibliotecario conoce la historia de la institución como si hubiera sido partícipe de ella desde que Carlos II reconoció su fundación en 1700, convirtiéndose en la academia más antigua de Europa con 314 años de actividad, conocida como la Venerada Tertulia Hispalense. Los coloquios protagonizados por seis médicos y un farmacéutico en los que se abogaba por una medicina más moderna, se han convertido en una institución que, aunque de alto prestigio para la ciudadanía, atraviesa ciertas vicisitudes económicas. Un ejemplo de este bache es que no pueden disponer de seguridad para organizar visitas en torno a las reliquias históricas que guardan y que son conocidas únicamente por unos cuantos afortunados.

La principal pieza de la significativa colección de retratos que decoran las paredes de la Real Academia de Medicina es el lienzo del rey Carlos II, El Hechizado, por el importante papel que jugó para este gremio al firmar las Constituciones de la entidad. El cuadro se encuentra en la sala Ramón y Cajal o de los Borbones, precisamente porque toda la estancia está revestida con piezas de la dinastía borbónica desde Felipe V y su segunda esposa, Isabel de Farnesio, hasta los reyes Juan Carlos I y Sofía. Están la espera, según el bibliotecario, "de que se retraten a los recién coronados".

Aunque la presencia monárquica impere en la sala, Montaña señala con especial cariño la obra Venida del Espíritu Santo situada en la zona presidencial de esta habitación. "Se encuentra en esta parte porque el Espíritu Santo es el patrón de la Academia", explica el bibliotecario. Añade que esta dependencia se usa para las recepciones de los académicos.

Si en esta estancia las paredes están forradas por retratos de reyes, en otra de las principales se muestra a los presidentes de la academia del siglo XX, además de personalidades científicas históricas. El académico muestra un lienzo pintado por el sevillano Andrés Rovira de José Cervi, médico de cabecera de la reina Isabel de Farnesio, cuya importancia para esta ciencia "se simboliza con los ciervos del escudo de la Academia", apunta el bibliotecario. En esta sala, dedicada a la profesión sanitaria, se encuentra una vitrina con instrumental quirúrgico compuesto por tijeras, pinzas y portaagujas que en apariencia no distan mucho de los que se usan en la actualidad. "Estos utensilios se emplearon cuando se abrió un torso por primera vez en Sevilla para extirpar un tumor", declara Montaña.

Los fondos literarios están repartidos por diferentes estancias pero es en el salón de plenos donde se tiene un primer contacto con el material bibliográfico. La habitación, utilizada por los académicos para decidir qué actividades se realizan durante el año, está coronada por un cuadro del maestro de Diego Velázquez, Francisco Pacheco. Una pequeña talla de imaginería de Luisa Ignacia Roldán, La Roldana, a los pies de la obra de Pacheco consagran la sala de reuniones. "Estas representaciones se combinan con el Apostolado que cubre las paredes de las estancia", apunta Motaña, que destaca que los cuadros de los discípulos, del siglo XVII, son similares a los de la Catedral.

La solemnidad de estas piezas religiosas se combina con una amplia colección de revistas médicas encuadernadas, de las que el académico destaca los únicos ejemplares que se conservan de la Revista Médica de Sevilla. El bibliotecario se encontró cuando inició su labor de conservación con más de mil volúmenes de libros anteriores a 1825, cinco de ellos incunables y una veintena con un valor incalculable. Algunos de los incunables son los atlas de anatomía del siglo XV que los expertos empleaban para reconocer las enfermedades de la época. "Tenemos muchos estudios de herbología. Una de nuestras reliquias es un libro de fitoterapia impreso en el taller de Gutenberg", afirma Montaña.

La institución está formada por 50 académicos que representan diferentes especialidades sanitarias, a las que se han añadido más conforme se avanza históricamente en esta materia. Se trata, en realidad, de un grupo de afortunados que conocen los tesoros de esta histórica institución.

stats