Sevilla

Toxicómanos colapsan los centros de salud de Sevilla en busca de recetas para fabricar droga

Un envase de Rivotril.

Un envase de Rivotril. / Juan Carlos Vázquez

Decenas de toxicómanos están colapsando desde hace meses los centros de salud de Sevilla para obtener fármacos con los que hacer droga. Buscan principalmente una serie de medicamentos antiepilépticos, antidepresivos y ansiolíticos. Lo hacen con una frecuencia casi diaria, a veces bajo amenazas a los médicos y otras alegando que les han robado los que les habían prescrito el día anterior y no han podido consumirlos. Esto revela la posible existencia de una red de tráfico o elaboración de sustancias estupefacientes, pues son este tipo de fármacos los que, combinados con hachís y otras sustancias, se emplean para fabricar la llamada droga de los pobres, el karkubi.

Buscan básicamente el Rivotril, nombre comercial del clonazepam. Este fármaco es la base del karkubi, una droga barata que se suele fabricar en el norte de África y que se elabora con clonazepam, hachís, harina y colorante rojo. Algunas de las personas que piden este medicamente incluso han comentado libremente a los facultativos que harán un viaje a Marruecos en fechas próximas. Es allí donde se elabora el karkubi y donde también es muy popular, si bien en los últimos tiempos también se ha detectado su consumo en España. Esta droga provoca alucinaciones y un estado de euforia constante. Además del clonazepam, los toxicómanos piden trankimazín y olanzapina, entre otras sustancias.

Este asunto está generando un verdadero problema en centros de salud que no se consideraban antes especialmente conflictivos, y que están sufriendo en los últimos meses un trasvase de pacientes. Muchos de ellos son toxicómanos que van cambiando de centro de salud para operar casi de manera itinerante. Es decir, explotan una misma zona durante unos meses y luego se van cambiando de ambulatorio para pasar a otra. Como mínimo, han de estar tres meses en un mismo centro de salud, pues actualmente hay que esperar ese plazo para poder tramitar un cambio.

Durante esos tres meses, se plantan a diario en el centro de salud y exigen a los médicos que les receten este tipo de fármacos. Lo hacen tanto a los de atención primaria como a los de urgencias. En ocasiones utilizan las amenazas y han llegado a denunciar a médicos por supuestas agresiones, de forma que los facultativos optan por atender a este tipo de pacientes con las puertas abiertas y con testigos. Todo esto ralentiza mucho la atención sanitaria y también está generando conflictos con los pacientes habituales, muchos de los cuales son personas mayores que terminan asustados y nerviosos al presenciar estas escenas de tensión en el médico.

Algunos de los centros de salud afectados por este problema carecen de personal de seguridad, al no estar considerados como conflictivos. Por ejemplo, en Nervión y el centro ya están sufriendo el traslado de toxicómanos que vienen de zonas como la Candelaria o Amate, con un largo historial de conflictos y con vigilancia privada en sus ambulatorios. Algunos médicos optan a veces por recetar los fármacos para no tener problemas, ante la falta de seguridad que tienen. Otros tratan de negociar con estos pacientes para espaciar sus recetas, mientras que los que les plantan cara y se niegan terminan siendo amenazados e incluso denunciados falsamente. Esta situación está generando en el personal sanitario una situación de indefensión y malestar que cada vez se extiende más.

Los toxicómanos suelen acudir a diario al centro de salud. Cuando los médicos les recuerdan que no han podido consumir los fármacos recetados el día anterior, aseguran que se los han robado. Los facultativos piden entonces que les muestren una denuncia dando cuenta de este robo, lo que está generando también un colapso en las oficinas de denuncias de las comisarías de la Policía Nacional, a las que los toxicómanos acuden para denunciar estos supuestos robos y así poder volver a obtener recetas.

Las fuentes consultadas por este periódico aseguran que este problema se está dando desde el final de la pandemia del covid-19, pero sobre todo en Sevilla se ha incrementado a partir de los meses de abril y mayo, coincidiendo con el final de las fiestas de primavera. Esta fiebre del karkubi parece haber repuntado ahora, pero la presencia de esta droga en España ya es conocida desde hace al menos tres años.

El telecoca del karkubi

En octubre del año pasado, la Guardia Civil desmanteló una red dedicada al tráfico de drogas que tenía su epicentro en Pilas, Aznalcázar y Aznalcóllar, pero que operaba por toda la provincia de Sevilla, con especial incidencia en el Aljarafe. Entonces lo que más se destacó de aquella operación era que los traficantes utilizaban patinetes eléctricos para repartir droga, en una variante avanzada y con nuevas tecnologías del tradicional método conocido popularmente como telecoca. 

Además, esta organización tenía una rama asentada en Alicante que se dedicaba a la adquisición de clonazepam para enviarlo a Marruecos, donde el precio de este medicamento se duplicaba. Allí, decía entonces la Guardia Civil, la sustancia se cocinaba con hachís para elaborar karkubi, que después se introducía en España.

La nota de prensa del instituto armado destacaba que el karkubi es "una nueva droga que genera un grave riesgo para la salud, al afectar al sistema nervioso central del consumir, lo que provoca alucinaciones y alteraciones en la conducta". Se intervinieron en aquella operación 430 pastillas de clonazepam, más 200 gramos de cocaína, heroína, cogollos de marihuana, hachís, tabaco picado y útiles para el pesado y la manipulación de la droga, así como más de 20.000 euros en efectivo. La operación acabó con 26 personas detenidas.

Una red de falsificadores de recetas

Ya antes de la pandemia, a principios de 2020, la Guardia Civil descubrió en Sevilla una red de falsificadores de recetas para elaborar karkubi. Cuatro personas de entre 26 y 45 años fueron investigadas por hurtar recetas de dos centros sanitarios y falsificarlas para conseguir clonazepam. La investigación se inició después de que el titular de una farmacia de Fuentes de Andalucía avisara a la Guardia Civil de que un hombre intentaba canjear una receta de Rivotril. El boticario sospechaba que la receta podía ser falsa. 

Cuando los agentes llegaron, el hombre había huido, si bien el farmacéutico se había quedado con la receta en la que aparecían el nombre, los apellidos y el DNI del supuesto paciente. Los guardias se entrevistaron con otros farmacéuticos de la localidad y averiguaron que la misma persona había logrado canjear la receta por el medicamento. Los boticarios aportaron las recetas, en las que aparecía como paciente la misma persona que en la primera. 

En el transcurso de la investigación, otro farmacéutico informó a la Guardia Civil de que otra persona había intentado canjear recetas para obtener el mismo medicamento y que iba acompañado por otros dos hombres. Los guardias los localizaron en una cafetería y los identificaron. Localizaron también el coche en el que se desplazaban y en el que encontraron un talonario de recetas. En ellas estaba prescrito el mismo fármaco con el clonazepam como principio activo, y la misma persona, uno de los identificados. Las recetas estaban firmadas y selladas con sellos de médicos, con nombre, apellidos y números de colegiado, que habían obtenido de manera fraudulenta para falsificar las recetas.

La Guardia Civil comprobó que todos los identificados tenían antecedentes por delitos contra el patrimonio y tráfico de drogas y se incautó del talonario de recetas. Averiguó también que el nombre y DNI que aparecen en la primera receta eran los mismos, aunque el sello y los datos eran de otro médico. Posteriormente, la Guardia Civil contactó con el médico que aparece en el talonario, y de la información obtenida se desprendió que se trataba de una falsificación, motivo por el que dicho facultativo presentó denuncia. 

Los investigadores solicitaron al Servicio Andaluz de Salud información y averiguaron que uno de los sospechosos canjeó durante el año anterior 631 recetas del mismo fármaco. Otro de los investigados se hizo con 43 recetas también del medicamento, más las que fueron incautadas. Las recetas habían sido sustraídas en un centro de salud y en un hospital de la provincia de Sevilla. 

La operación Morfeo

En España también ha habido casos de redes que robaban y manipulaban miles de recetas médicas para sacar de las farmacias enormes cantidades de Rivotril, Trankimazín, olanzapina y venlafaxina, entre otros. Según publicó en octubre de 2022 El Confidencial, la Policía Nacional desmanteló una organización que llegó a facturar 11,9 millones al año, en una operación que se denominó Morfeo y que se desarrolló en la Comunidad de Madrid, Castilla-La Mancha y Castilla y León.

En el nivel más básico de la organización se encontraban los encargados de robar recetas médicas en consultorios de asistencia primaria para lograr que las farmacias les dispensaran los fármacos. Por cada receta original recibían tres euros. Robaban talonarios completos de 100 recetas, que pasaban al segundo escalón, el de los falsificadores. El grupo empleó información personal de al menos 15 sanitarios para rellenar las recetas. En el tercer nivel estaban los pasadores, que tenían la misión de acudir a las farmacias para colar las recetas falsas.

Los responsables de la red pagaban a éstos últimos 40 euros por cada caja de rivotril que sacaban de las farmacias y 25 euros por los botes de trankimazín. Los cabecillas de la banda eran dos marroquíes afincdos en Madrid. Éstos pagaban a los anteriores 50 euros por cada caja de rivotril y enviaban los fármacos a su país para hacer allí karkubi.

En el año 2021 hubo otras cuatro operaciones policiales parecidas, tres de ellas en Ceuta y otra en Lleida. La Estadística Anual sobre Drogas, que publica el Ministerio del Interior, refleja un incremento importante de las incautaciones de clonazepam en España. En 2021, último año del que se conocen los datos, se intervinieron 257.963 de este fármaco, lo que supuso un incremento del 98% en relación con el ejercicio anterior. Sin embargo, en la provincia de Sevilla sólo se intervino una unidad.

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