Sevilla

Los últimos supervivientes de la calle Sagasta de Sevilla: "Nos adaptamos a los tiempos sin perder la esencia"

Los últimos supervivientes de la calle Sagasta de Sevilla

En la esquina de Sagasta con Sierpes, más de veinte personas hacen cola para comprar el Gordo. Los Millones (1919) presume de ser uno de los puestos de lotería más populares e históricos de Sevilla. Hace tres años se convirtió en centenario y, aún así, es el establecimiento más joven entre los más longevos de la calle. Completan este selecto grupo la camisería Galán (1905), la decana floristería Montero (1880) y la relojería Ramiro (1916) del callejón de Monardes. Durante su dilatada historia, han visto renovarse varias veces al resto de locales de la vía; hasta convertirse en los últimos supervivientes del comercio tradicional en Sagasta.

Bolsa con el logo de Camisería Galán y la fecha de fundación Bolsa con el logo de Camisería Galán y la fecha de fundación

Bolsa con el logo de Camisería Galán y la fecha de fundación / Alberto García Martínez

"Hemos sabido hacer la sucesión del negocio durante cuatro generaciones, adaptándonos a los tiempos aún conservando un carácter tradicional", afirma Rafa Albarracín de la camisería Galán. "En la calle Sagasta vemos una rotación de negocios parecida a Tetuán u otras calles, donde al comercio tradicional le cuesta perdurar y acaban imponiéndose las franquicias. Uno de los motivos para mantenernos activos es la fidelidad de nuestros clientes, la cercanía con ellos, conocer sus gustos y sus demandas y mantener una muy buena sintonía", analiza el comerciante. La pandemia supuso un desafío, que se llevo por delante varios comercios de la calle. "No hubo ni feria, ni bodas, ni Semana Santa, pero pudimos aguantar y la recuperación ha sido intensa y con una alta demanda", confirma Albarracín.

El reciente cierre de Javier Sobrino es otro ejemplo más de la exigencia del mercado dedicado a los trajes de caballero, que requiere de una adaptación constante. "Miramos con buenas perspectivas el futuro", sostiene. Cuentan con más de 6.500 seguidores en Instagram, uno de los pilares de su estrategia comercial. "Muchos nuevos clientes llegan por el escaparate de nuestras redes sociales, vendemos a clientes de toda España y del extranjero a través de nuestra tienda online", dice. Un público internacional que va en aumento y también proviene de la reciente distinción por parte del Ayuntamiento como Establecimiento Emblemático de Sevilla, que, según presiente, les puede dar mayor visibilidad ante los turistas. 

Rafa Albarracín de Camisería Galán Rafa Albarracín de Camisería Galán

Rafa Albarracín de Camisería Galán / Alberto García Martínez

"La floristería la funda mi abuelo, José Montero Morón, con una tía suya; después la heredó mi padre José Montero Arpa y, más tarde, me tocó a mí", relata el regente propietario José Montero Antúnez, ya jubilado, de la floristería que lleva su primer apellido. "Teníamos una junto al Teatro San Fernando de la calle Tetuán. Y, posteriormente, abrimos esta adosada al Café de Emperadores", agrega. El local aledaño cambió de dueño en varias ocasiones para acabar siendo presa de la especulación. El último en abandonarlo fue Desigual hace unos meses.

"Los sevillanos deben tener su sitio en el centro, se está perdiendo el comercio local porque la oferta se dedica los turistas"

La calle Sagasta ha sido testigo de una gran metamorfosis. "Cuando empecé con 14 años, la calle era totalmente distinta y éramos como una familia todos. Íbamos juntos a desayunar y de juerga", recuerda el florista. "Era una maravilla, pero el comercio familiar se ha perdido. Se ha ido la esencia, como en Madrid o Barcelona. Se ha perdido la idiosincrasia de la ciudad. Cuando había un Corpus, Semana Santa o Feria la gente adaptaba sus escaparates. En el centro quedan 10 o 12 negocios tradicionales. El Ayuntamiento, la Junta y las instituciones los han dejado morir sin hacer nada", recalca. "Esperamos seguir muchos años, tenemos buenos clientes, los mejores las hermandades, y las ventas se mantienen. Antes las flores eran un regalo y ahora son una necesidad porque la gente quiere tenerlas en casa", asegura José Montero.

Pablo Fernández de la floristería Montero Pablo Fernández de la floristería Montero

Pablo Fernández de la floristería Montero / Alberto García Martínez

Montero señala que el secreto para sobrevivir al paso del tiempo es trabajo y constancia. "No hay más", afirma. "Estamos siempre preparados para atender al cliente, por eso nunca nos hemos planteado cerrar. Hay empresas que intentaron echarnos de aquí, pero conseguimos derrotarlas", destaca. La continuidad del negocio familiar está asegurada con Pablo Fernández, quien atiende a los clientes a pie de calle. "Los sevillanos deben tener su sitio en el centro, se está perdiendo el comercio local porque la oferta se dedica los turistas", remarca Fernández. "Es bueno que haya nuevas tiendas en la calle porque hace poco había siete locales cerrados aquí", añade.

Lorenzo Martín de Relojería Ramiro Lorenzo Martín de Relojería Ramiro

Lorenzo Martín de Relojería Ramiro / Alberto García Martínez

La relojería Ramiro cambió de manos en 2016, pero mantiene su esencia. Los clientes son los mismos, según cuenta el encargado Lorenzo Martin. "El anterior propietario lo traspasó a un amigo cercano que conocía como funcionaba el negocio y hemos mantenido los métodos de trabajo de antaño", comenta. El último dueño de la empresa familiar pasa con frecuencia para ver como funciona la tienda actualmente. El buen hacer de este negocio lo respaldan sus reseñas en Google, donde tienen una media de 4,5 estrellas sobre 5.

Local en desuso y anteriormente ocupado por Desigual en calle Sagasta Local en desuso y anteriormente ocupado por Desigual en calle Sagasta

Local en desuso y anteriormente ocupado por Desigual en calle Sagasta / Alberto García Martínez

La historia de Loterías Sagasta está marcada por tres números. El primero es el 24964, que fue el Gordo en la Navidad de 1961. Un lustro después volvió a repartir la suerte con el 32975, el primer premio del Sorteo del Niño. Hace 24 años, en 1998, el Gordo volvió a salir aquí con el 21856. Cuenta con la distinción de ser una de las más antiguas de España y también de las que más premios ha repartido. No en vano, el nombre de Los Millones se le otorgó por la cantidad de recompensas que reparte.

Personas hacen cola para comprar la lotería en calle Sagasta Personas hacen cola para comprar la lotería en calle Sagasta

Personas hacen cola para comprar la lotería en calle Sagasta / Alberto García Martínez

La estampa actual de Sagasta es la de una calle repleta de nuevos comercios. La pospandemia llevó a la renovación de casi todas las boutiques, un síntoma positivo que da fe de la vuelta a la vida de esta céntrica e histórica calle. En medio de un conjunto de nuevas marcas, se erigen con orgullo los testigos de esta gran evolución temporal, los últimos supervivientes de Sagasta.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios