Sevilla

Las víctimas invisibles

  • Un destacable número de afectadas tratan de ocultar la agresión por miedo o vergüenza, lo cual las condena a sufrir profundas depresiones

El miedo a posibles represalias, el sentimiento de vergüenza que generan las agresiones sexuales o el temor a sufrir el estigma llevan a un destacable número de personas afectadas, y a sus familias, a mantener esta pesadilla en silencio. Son las víctimas invisibles.

Las consecuencias de no comunicar la agresión a la propia familia, a los servicios sanitarios o a los cuerpos de seguridad son demoledoras para las víctimas. Esta decisión, a largo plazo, suele provocar profundas depresiones y problemas psicopatológicos. Las personas afectadas por una violación requieren del apoyo de los familiares y de asistencia psicológica para tratar de recuperar sus vidas. Ante una denuncia sobre una agresión o abuso sexual, personal especializado se encarga de atender a la víctima. Desde 1994 el Instituto Andaluz de la Mujer dispone de servicios con asistencia psicológica y judicial.

Los especialistas advierten que este tipo de agresiones, que marcan de por vida a quien las sufre, son más frecuentes de los casos que realmente llegan a trascender en la opinión pública. Estudios contrastados estiman que hasta un 20% de las mujeres y niñas han llegado a sufrir algún tipo de abuso o de agresión sexual. "Las familias y los educadores deben estar muy alerta porque estas situaciones son mucho más frecuentes de lo que parece y no sólo ocurren en ambientes sociales bajos, también en los entornos sociales medio-altos", advierte el psiquiatra Jaime Rodríguez-Sacristán.

Para la prevención de estas situaciones, la educación de los padres y de los maestros tiene un papel crucial. "Los padres deben enseñar sus hijas a reconocer cuándo una caricia es inaceptable; en esta educación afectiva-sexual también deben contribuir los centros escolares e instituciones como la nuestra", añade Soledad Ruiz, directora del Instituto Andaluz de la Mujer.

Un elevado número de estos casos transcurre en el ámbito más cercano a la víctima, en su propio hogar o en su círculo de conocidos. Según el último informe anual del Instituto Andaluz de la Mujer realizado sobre los casos que llegan a su servicio de atención a estas víctimas, el 51% de las agresiones sexuales conocidas durante 2012 tuvieron lugar en el ámbito familiar. Cuando son niñas pequeñas, los abusos y agresiones, a veces, son detectados en el entorno escolar. La tristeza o la pérdida de peso pueden alertar a maestros y profesores, de ahí la importante implicación de la comunidad educativa.

Aunque esta lacra salpica a todos los niveles sociales, determinadas zonas de cada ciudad están más marcadas que otras. El entorno en el que se desenvuelven los potenciales agresores es clave para tratar de explicar su comportamiento. "Las reacciones de los seres humanos vinculadas a lo instintivo y a lo cultural dependen mucho del medio educativo y sociológico en el que se desenvuelven; es decisivo en su comportamiento no sólo lo que aprenden de sus padres, sino también de sus amistades, o del medio en el que ocupan su tiempo de ocio", explica Javier Criado, especialista en psicología médica y psiquiatría.

Rodríguez-Sacristán recuerda además que una trayectoria personal y emocional marcada por situaciones traumáticas provocadas por episodios violentos también está presente en el comportamiento de estos agresores. "Muchas veces han tenido experiencias traumáticas por situaciones que han vivido en el entorno familiar", asevera el especialista, quien añade que ello no los puede justificar de ningún modo.

Los agresores no responden a un perfil concreto o patrón, pero son múltiples los factores que inciden en estos delitos: el entorno familiar y social, problemas de sexualidad, una historia personal marcada por situaciones traumáticas; y una personalidad con tintes psicopáticos, así como una serie de rasgos en el carácter personal tendentes a actuar de manera impulsiva y violenta. El doctor Criado también apunta a factores biológicos y genéticos. A un grupo de estos agresores se les considera enfermos mentales y el riesgo de reincidencia es muy elevado.

La violencia sexual es un grave problema que se registra en todas las épocas históricas, pero en los últimos años estos casos se visualizan con mayor frecuencia. Las víctimas denuncian cada vez más, pero además los especialistas han detectado un aumento de este tipo de violencia. "Hoy en día la exacerbación de lo sexual en el cine, la televisión o la cultura con comportamientos proclives a la crispación que terminan en violencia incrementa estos delitos", añade el doctor Criado. La desinhibición que provocan las drogas y el alcohol también inciden en estos delitos.

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