Juan Ignacio Zoido no es el primer alcalde que ha querido exponer fuera del Museo Arqueológico el Tesoro del Carambolo. Ya su antecesor, el socialista Alfredo Sánchez Monteseirín, quiso llevar las joyas al Antiquarium, bajo las setas de la Encarnación, también a finales de su último mandato, en 2011. Y también se apresuró a anunciar en octubre de 2010 dicha muestra, una iniciativa apoyada por el arqueólogo Fernando Amores. Pero el Ministerio de Cultura no autorizó el traslado, como tampoco lo hizo el Arqueológico y la Comisión de Bienes Muebles. La Junta de Andalucía, por tanto, emitió también un informe negativo y, como el Gobierno, concluyó que no había razones para el traslado.

Las discrepancias entre la Administración local y la autonómica ya se habían puesto de manifiesto antes. En la exposición conmemorativa de los 50 años del hallazgo del tesoro tartésico, que se inauguró en 2009, Monteseirín ya manifestó en público su propuesta para instalar a continuación las piezas de manera permanente en la Sala Capitular del Consistorio. Un gesto que vio con mucho desagrado la Consejería de Cultura, que apostó claramente por el Museo Arqueológico como emplazamiento definitivo y más adecuado.

De hecho, en enero de 2012 el Tesoro del Carambolo se expuso, por primera vez y con carácter permanente, en el Arqueológico, en una sala costeada por la Junta de Andalucía. El conflicto surgió meses después al conocerse que el original había sido retirado, en el más absoluto secreto mediático y político, y remplazado por la réplica que hizo el orfebre Fernando Marmolejo. El motivo fue el elevado coste de mantenimiento, difícil de asumir. La necesidad de mostrar esta riqueza patrimonial se ha convertido desde entonces en un elemento de confrontación entre las administraciones.

El original pudo verse desde finales de los 60 a mediados de los 70 en el Arqueológico. Fue exhibido también durante la Expo del 92 y, la última vez, en 2009. Y siempre ha despertado una gran expectación por parte del público.