Sevilla - Celta | La crónica

El Sevilla se empeña en asomarse al abismo (1-2)

  • Los nervionenses se dejaron remontar el gol inicial de En-Nesyri tras jugar con fuego durante todo el partido y fueron despedidos con un tremendo broncazo

  • El marroquí tuvo un enganchón con Quique Flores cuando fue sustituido con 1-0 aún en el marcador

  • Así le hemos contado el Sevilla-Celta

Strand Larsen remata con el tacón el gol del triunfo visitante ante el despiste de Kike Salas.

Strand Larsen remata con el tacón el gol del triunfo visitante ante el despiste de Kike Salas. / Juan Carlos Muñoz

Desastre del Sevilla en el Ramón Sánchez-Pizjuán ante un rival de su propia Liga como el Celta. Los nervionenses se empeñan en jugar con fuego y corren el riesgo serio de quemarse en la situación en la que viven, entre otras cosas porque no son capaces de sumar cuando se enfrentan contra los equipos que están en una situación parecida e incluso peor. Un solo punto contra Almería y Celta, no hay más que decir en ese sentido.

Los sevillistas se hicieron el harakiri y la figura de su entrenador, Quique Flores, también sale muy tocada por las decisiones que fue tomando durante el transcurso del juego, que no le salieron nada bien, es evidente. Por ejemplo, en el minuto 61, después de una jugada de tres contra uno que desperdicia Isaac, primero, y Ocampos, después, es el tercer hombre el que se marcha al banquillo cargado de frustración.

En-Nesyri tenía dos razones para ello. La primera es que no había recibido el balón de sus compañeros y éstos encima habían sido incapaces de anotar el 2-0; la segunda, que volviera a ser él el elegido para el primer cambio cuando probablemente se sintiera bien físicamente y con moral después de haber sido quien abrió el marcador. El marroquí llega al banquillo tras el cambio, le pide explicaciones inicialmente al entrenador con los brazos abiertos y le pega una patada a una nevera y otra a una botella de agua. Nada raro cuando un jugador es reemplazado en semejante estado de tensión, pero entonces Quique Flores se dirige abiertamente hacia él y lo señala en público para que, ahora sí, se monte la marimorena con todas las cámaras pendientes.

Eso fue lo que precisamente mostraron las imágenes y el hecho objetivo es que en el marcador figuraba entonces un 1-0 y acabó después de las decisiones del técnico con 1-2 y con un enfado tremendo de todos los aficionados sevillistas, que ya no saben hacia qué sitio deben dirigir su frustración. Lo cierto es que en el césped los avergüenzan demasiadas veces y tampoco las decisiones que manan de los dirigentes ayudan a que esto no sea así.

Todo sucedía, además, en las vísperas de la Junta General Extraordinaria solicitada por José María del Nido Benavente para cargar contra su hijo, José María del Nido Carrasco, en la primera representación en una Junta General del Del Nido contra Del Nido que se vive en el Sevilla.

Pero esto será este lunes en Los Lebreros y lo que toca analizar ahora es la derrota de un Sevilla que fue incapaz de aprovechar siquiera el hecho de ponerse por delante contra un Celta que parecía llegar incluso peor que él. No fue así al final.

Gol de En-Nesyri

Quique Flores, sin embargo, parecía que había aprendido bien la lección que le dictó el último Almería-Sevilla. Su equipo, a campo abierto, es una bicoca para cualquier rival y este Celta no iba a ser una excepción. Por tanto, dispuso a los suyos con un planteamiento que en lo referente al dibujo de las piezas, e incluso a los nombres, iba a ser bastante similar al de otros encuentros, pero que sí difería de manera considerable en la idea de juego.

En-Nesyri dispara con el interior del pie para anotar el primer tanto del partido. En-Nesyri dispara con el interior del pie para anotar el primer tanto del partido.

En-Nesyri dispara con el interior del pie para anotar el primer tanto del partido. / Juan Carlos Muñoz

¿Por qué era así? Muy sencillo, los dos carrileros, en este caso Jesús Navas y Acuña, son teóricamente muy ofensivos, pero a la hora de la verdad ninguno de ellos iba a sumarse en ataque para sumar como un elemento más en este sentido. Eso quiere decir que la defensa era la mayoría del tiempo de cinco futbolistas y no de tres centrales con dos carrileros.

La segunda parte del plan de partido era cazar al Celta al contragolpe, surtir de balones rápidos, con escaso tránsito por el centro del campo, a En-Nesyri e Isaac para que éstos fueran capaces de aprovechar que los gallegos también partían con una zaga de tres centrales bastante dadivosa. Fueron varias las opciones a través de este método, como una de Isaac (12'), que no aprovechó una buena recuperación de Óliver Torres, y otra del propio lebrijano tras un nuevo error de Unai Núñez (13'). 

Y a la tercera fue la vencida, un pase de Ocampos hacia En-Nesyri que parecía en teoría en una situación de desventaja con Unai Núñez se iba a convertir en un mano a mano del marroquí con Guaita. El delantero sevillista volvió a definir a pesar del toque del guardameta y los nervionenses se ponían en ventaja en el marcador (18') cuando el balón parecía que estaba siendo monopolizado por el Celta en su control desde atrás.

El plan, pues, le había salido a Quique Flores de manera perfecta, pero el Sevilla no iba a ejecutarlo de la manera adecuada con ventaja en el electrónico. En lugar de tener algo más de pausa para buscar la descolocación de un Celta bastante endeble en las tareas defensivas, los anfitriones apostaron por las salidas rápidas en busca de la superioridad que parecían tener tanto En-Nesyri como Isaac.

El resultado fue un sinfín de pérdidas en situaciones que parecían golosas, pero lo que provocaban eran el control absoluto por parte de un Celta que cada vez jugaba más cerca de Nyland. El Sevilla, mientras, se iba rompiendo cada vez más entre la dos puntas en un esfuerzo absolutamente baldío y el resto de los integrantes del equipo, que ni siquiera eran capaces de salir de las cercanías de su área.

Dominio del Celta

Lógicamente, el índice de probabilidades de que una acción de las múltiples que intentaba el Celta acabara en el empate se multiplicaba y Nyland debió estar muy atento a varias aproximaciones de su compatriota Strand Larsen, sobre todo una tras un excepcional pase profundo de Iago Aspas a la espalda de todos los defensas sevillistas (43').

Las espadas quedaban en todo lo alto con vistas al segundo periodo, pero no había un solo sevillista que no respirara con inquietud cuando todo llegaba al intermedio. Tenían motivos más que sobrados para ello a pesar de que Isaac tendría la primera ocasión clara nada más reanudarse todo tras un pase de Ocampos (46').

Ahí comenzaba la retahíla de opciones del Celta, que dio tres sustos seguidos a través de Iago Aspas (51'), Strand Larsen (56') y Hugo Álvarez (57'). Parecía un milagro que no se hubiera producido el empate, pero, paradójicamente, entonces llegaron también las opciones más diáfanas para el Sevilla, sobre todo para Isaac. Primero, una rozando el poste tras un error de Unai Núñez (58') y después el reseñado tres contra uno previo a la polémica sustitución de En-Nesyri (60'). En esa misma jugada también debió marcar Ocampos con todo a favor y después tendría otra Lukébakio con un disparo cruzado que paró Guaita (62').

Fue curioso, el Sevilla perdonó y justo después de otra que tuvo Lukébakio le llegó el primer mazazo de Carles Pérez cuando atacaban los nervionenses y, una vez más, se desprotegían atrás con una defensa demasiado feble. Después llegó el mazazo de Strand Larsen y tanto Quique Flores como todos sus futbolistas, con el equipo sensiblemente empeorado con los cambios, fueron la viva imagen de la impotencia.

El abismo está aún ahí, a seis puntos concretamente, y este Sevilla no es capaz de ganarse las cosas; al contrario, se empeña en asomarse al precipicio...

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