Sevilla FC

Efeméride: Turín, el renicio de la senda de la gloria

  • Hoy se cumplen seis años de la tercera UEFA Europa League, insospechado título tras la revolución del verano de 2013 logrado a los sones de ¡Qué dolor, qué dolor!, de Raffaella Carrá

Bacca salta para situarse ante el equipo en la foto oficial de la UEFA 2014.

Bacca salta para situarse ante el equipo en la foto oficial de la UEFA 2014. / Antonio Pizarro

Todo empezó un 1 de agosto y terminó un 14 de mayo. Tal día como hoy, hace seis años, el Sevilla se coronó por tercera vez campeón de la UEFA Europa League, la primera de la trilogía de Unai Emery. Fue un título insospechado, sufridísimo, con dolor, sudor y lágrimas durante más de nueve meses. Casi un parto, más que un título. El Sevilla necesitó de remontadas en casa y a domicilio, goles como el de Mbia y tandas de penaltis para levantar su tercer paragüero.

Reabrió así su camino de gloria y de paso reiventó el lema del dicen que nunca se rinde. Gameiro, cojo, fue el autor del penalti deciviso en Turín. El Benfica, más que con la maldición de Guttman, se topó con la legión famélica de Emery. ¡Qué dolor, qué dolor!, aquel tema bailón y setentero de Raffaella Carrá, atronó en el Juventus Stadium.

Rakitic Rakitic

Rakitic / Antonio Pizarro

Haber terminado noveno la temporada anterior pero cumpliendo con el fair play financiero, al contrario que Málaga y Rayo Vallecano, le permitió entrar por la gatera en Europa. Tuvo que jugar dos rondas preliminares, la tercera ronda previa, a partir del 1 de agosto, y el play off, a la par del comienzo de la Liga.

La crisis económica derivada de estar dos años sin competir en Europa, ya que en la 11-12 cayó en la previa frente al Hannover 96 y al final de esa temporada tampoco se clasificó, obligó a José María del Nido y a Monchi a reconocer los errores en una rueda de prensa en junio de 2013, en la que esbozaron un plan trienal para recuperar la senda. En diciembre, llegó la condena a Del Nido y José Castro se hizo con la presidencia. Y todo se precipitó de la mano de una plantilla que hizo de la disciplina, la estrategia y la entrega sin límites un modus vivendi. Lo sufrieron Betis, Oporto y Valencia por el camino.

Reyes es atendido por Rakitic durante el partido, junto al árbitro y Alberto Moreno. Reyes es atendido por Rakitic durante el partido, junto al árbitro y Alberto Moreno.

Reyes es atendido por Rakitic durante el partido, junto al árbitro y Alberto Moreno. / Antonio Pizarro

A Turín llegó el equipo en el que Rakitic y Reyes ponían la calidad suprema cargadísimo. El croata era el alma de aquel equipo. "Rakitic es el mejor líder que he visto nunca, él sabía que era el mejor, se preocupaba por todo y siempre tiraba del carro", ha recordado esta semana Coke, otro ejemplo de la pasta de la que estaba hecho aquel equipo, cuya estrella se despidió del Sevilla, rumbo a Barcelona, tras la proeza del Juventus Stadium.

Mbia, Rakitic, Carriço, Pareja, Fazio, Figueira y Coke, tras el penalti decisivo de Gameiro. Mbia, Rakitic, Carriço, Pareja, Fazio, Figueira y Coke, tras el penalti decisivo de Gameiro.

Mbia, Rakitic, Carriço, Pareja, Fazio, Figueira y Coke, tras el penalti decisivo de Gameiro. / Antonio Pizarro

Un ejemplo de cómo llegó al partido decisivo aquel Sevilla que comenzó a competir el 1 de agosto fue Gameiro. Salió en la prórroga ante el Benfica, que había eliminado en las semifinales a la anfitriona Juventus, como el Cid. Tuvo que calentar para tirar su penalti tras el 0-0, porque tenía un esguince de rodilla. Bacca pudo marcar y evitar el sufrimiento antes, pero aquel Sevilla estaba abonado a la agonía, a la angustia, a la emoción y... al éxtasis. ¡Qué dolor, qué dolor! era la banda sonora de aquel equipo, todo un himno: a la gloria por el sacrificio.

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