Sevilla FC

Mendilibar, la franqueza verbal y el síndrome de Gary Cooper

Mendilibar, sonriente en Mendizorroza, antes de la descomposición de su equipo.

Mendilibar, sonriente en Mendizorroza, antes de la descomposición de su equipo. / Joaquín Corchero / efe

Parecen ya lejanísimos los ecos de aquel grito de guerra que cobró virulencia tras la formidable eliminación de la Juventus en el Ramón Sánchez-Pizjuán. De aquel soniquete, con la melodía de Yellow submarine de los Beatles, "Mendilibar nos lleva a Budapest", que incluso cantó en las celebraciones Monchi, se ha pasado al primer cuestionamiento serio de la gestión del técnico vizcaíno. Y éste no renuncia a esa franqueza verbal que se hizo grata en el proceso de resurrección de un Sevilla que estaba con encefalograma plano cuando llegó en marzo.

Ahora, como en un desagradable bucle, vuelven las sensaciones de hace un año: los problemas en la defensa, un canterano como Kike Salas expuesto como entonces lo estuvo José Ángel Carmona, con los fichajes sin aparecer, las dudas de la planificación... La disensión en lo deportivo. Y ahora Mendilibar es la referencia principal. Víctor Orta es un recién llegado con una herencia envenenada y nadie tiene el carisma que tenía su antecesor para soportar las críticas en tiempos procelosos.

El contexto ha cambiado y ya no está Monchi como paraguas. En aquel momento de reanimación de una plantilla hundida, sonaba a pique sano, a resabio de técnico experto, su franqueza verbal. Con grata sencillez hablaba de los lesionados después del hermetismo de la época de Lopetegui. Llamaba "blandito" a Pape Gueye; le decía a Suso que "para jugar más debía correr más"; comparaba a Joan Jordán con una "burra vieja" por su afán de anticipar los plazos de la recuperación de su lesión; le sugería a Rafa Mir que no debía bajar al centro del campo a recibir... Y eso lo hacía entre elogios a la tremenda calidad de la mejor plantilla que había entrenado hasta entonces.

Entretanto, el Sevilla iba superando obstáculos y se creyó de nuevo un gigante a raíz de aquel autogol de Maguire en Old Trafford. El contexto era de creciente esperanza. Ahora se ha vuelto a la incertidumbre. Y ahí es donde esa franqueza verbal se convierte en un arma de doble filo que le puede pasar factura a Mendilibar, quien tras el partido señaló a los jugadores por no correr lo suficiente, o por no hacerlo tanto como sus rivales en la Liga, que la Supercopa fue otro cantar... Ahí debe medir mejor el vizcaíno, porque no es lo mismo un contexto que otro y se puede ver como Gary Cooper en el western de Fred Zinnemann: solo ante el peligro. Aunque Gary Cooper ganaba al final...

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