Sevilla FC | Análisis

Pablo Machín, el buen pastor

  • El técnico soriano se ha metido en el bolsillo al equipo, la afición, la prensa y hasta a los trabajadores del club en medio año

  • Las sensaciones, con la impresión de que está exprimiendo al máximo sus recursos, mejores incluso que los resultados

Pablo Machín, en uno de los viajes del Sevilla ante Ben Yedder.

Pablo Machín, en uno de los viajes del Sevilla ante Ben Yedder. / Juan Carlos Muñoz

Fue el 30 de mayo, otrora un día muy señalado en Sevilla, cuando se presentó Pablo Machín como nuevo inquilino del banquillo del Ramón Sánchez-Pizjuán. Aquel día de San Fernando tuvo una agenda apretadísima. Por la mañana fue presentado en el estadio. "Estoy deseoso de empaparme bien de sevillismo", dijo. Por la tarde tuvo el primer gesto de identificación con el Sevilla. Pudo comprobar cómo sentía y hasta vibraba su nueva afición con el acto Fieles de Nervión. Desde el primer día al último siempre habló en primera persona del plural. Es su forma de desterrar el yo y sustituirlo por el nosotros, pues para él el colectivo es la clave de todo. En su último discurso a los jugadores, tras el peleado empate en inferioridad en Leganés, repitió media docena de veces la palabra "equipo". Es su prioridad.

Pablo Machín se ha metido en el bolsillo en medio año a los varios colectivos que forman el siempre complicado tejido de individuos que forman un club y su entorno: la plantilla, los trabajadores del club, la prensa, la afición... Sabe tratar al futbolista que no juega, midiendo perfectamente sus peticiones de refuerzos con el sitio que debe darle a su actual plantilla. Y contesta con franqueza y sin respuestas tangenciales a la prensa. "Para mí es la mejor afición de España", dijo en su último llamamiento a la grada cuando la necesitó, el partido clave ante el Krasnodar, loando su inteligencia para estar con el equipo en los malos momentos y para separar lo institucional de lo deportivo en una cita que llegaba enconada por la Junta de Accionistas.

La plantilla

La parábola del buen pastor tiene un forzado símil en la forma en la que Machín dirige a su plantilla. El ejemplo de cómo supo meter en su redil a la oveja descarriada, Ben Yedder, con mensajes algo exagerados en público; la forma en la que ha ido subiendo al carro a futbolistas fuera de su onda, como Roque Mesa, Promes o Amadou; la regularidad que ha encontrado Franco Vázquez en su nueva posición... Pero sobre todo la forma en que respeta a sus jugadores defendiéndolos en público cuando, a todas luces, la plantilla se le quedó corta y necesita refuerzos a gritos. Hasta a Muriel le ha mandado mensajes de ánimo por su voluntad, cuando es el primer futbolista del que el club quiere deshacerse ya, de forma inmediata.

Su discurso a los jugadores en Butarque fue muy ilustrativo de cómo antepone el colectivo a los individuos. "Hemos querido entre todos subsanar la mala acción del Mudo", dijo. Sacó el cayado contra la oveja descarriada.

Los resultados lo han ayudado para esto. Y también su capacidad para variar su sistema inicial y buscar el que mejor se adapta a las cualidades de sus jugadores. La apuesta por la técnica en lugar de la combinación de fuerza y técnica, con ese trío que forman Banega, Sarabia y Franco Vázquez, fue producto de la necesidad, por las lesiones, pero también de su capacidad de adaptación para buscar lo mejor del colectivo, dejando a un lado su ego, su idea. También cómo cedió a la evidencia de que Ben Yedder tenía que jugar siempre: varió el dibujo de 3-4-3 a 3-5-2 y lo juntó con Andre Silva.

Sin embargo, más que los resultados, en una Liga de muy pocos puntos por los fallos de los habituales de arriba, a Machín lo refuerzan las sensaciones. En Nervión gana casi siempre, mucho por la mínima, y no pierde fuera en la Liga. Pero su último triunfo fuera data del 30 de septiembre. La sensación es que está exprimiendo sus recursos al máximo. El único triunfo en la Liga Europa fue en Turquía, en un partido que fue ejemplar de la fallida rotación.

El entorno

Si para sus jugadores Pablo Machín es un líder que los guía por el buen camino, para el entorno se ha convertido en una referencia por varios motivos. Los mensajes enviados desde la cúpula del club, comparados con el discurso fresco y directo de Machín, están gastados. Esa identificación de afición y prensa con el soriano tiene mucho que ver con su forma de no eludir respuestas, de saber medir cada palabra, de exigir sin resultar pordiosero, y de explicar los fracasos sin caer en derrotismos ni en excusas falsas. Si acaso, sólo perdió el son de su medido verbo tras el derbi, cuando estalló por la injusta expulsión de Roque Mesa.

Y a los empleados del club les sorprendió su sencillez, al personarse en su almuerzo de Navidad, algo inédito en un técnico. Su presencia fue muy bien recibida por la base del club.

En cambio, parece desde fuera que hay algo más de distancia con los gestores sevillistas, que no cumplieron sus expectativas de refuerzos del todo en agosto. "Todos somos conscientes de que se puede mejorar, y los primeros son los miembros de la dirección deportiva", dijo en la previa del Leganés-Sevilla. Incluso les metió prisa a Caparrós y sus ayudantes. "Me gustaría que estuviesen el 1 de enero y no perder el mes". Machín, no obstante, sigue confiando en su equipo: "Si estamos tan arriba es porque este grupo se lo ha ganado y hay que valorárselo". Pero él es muy consciente de que la plantilla, su rebaño, sí es mejorable.

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