Este heroico Sevilla se venía moviendo en el alambre, como un funambulista, a medida que avanzaba en estos dos meses con un parte de bajas de entre ocho y doce jugadores, y estaba claro que un rival al alza, con muy buenos argumentos ofensivos y con valentía, como es el Celta del Chacho Coudet, podía hacer que perdiera definitivamente el equilibrio. Esos dos goles en sus dos primeras llegadas, aprovechando las pérdidas en zonas comprometidas de Acuña y luego Ocampos, parecía que iban a precipitar la caída de los sevillistas por tercera vez en 22 jornadas. Pero los cambios en el intermedio surtieron esta vez efecto. Sobre todo por la aportación del Papu Gómez y de Óliver Torres.
Poco juego suele dar el Sevilla de Lopetegui en los pasillos interiores hasta el área. Su fútbol de toque y más toque casi siempre desemboca en las bandas, pero hacía falta juego por dentro para sacudir al Celta y quien lo hizo al fin, eureka, fue el Papu. A su propuesta vertical se subieron Óliver y Joan Jordán, que jugó visiblemente impreciso y hasta confundido en la primera parte. La virtud del Papu la tienen pocos en este Sevilla y el equipo lo agradece sobremanera cuando la esgrime, que no es siempre que juega y menos cuando actúa encajonado en la izquierda.
Defensa
El Celta juega con dos puntas, Iago Aspas y Santi Mina, muy dinámicos a campo abierto y que se entienden a las mil maravillas. Además, Cervi desde la izquierda y Brais Méndez desde la derecha no dudan en incorporarse si la defensa anda descolocada, que es lo que sucedió dos veces seguidas, los minutos 37 y 40, la primera ocasión en una cesión con la cabeza, ya imprudente antes de hacerla y luego desastrosa en su ejecución, de Acuña. El ataque olívico salió en tromba y el rechace de Dmitrovic le cayó a Cervi porque también lo buscó. En la segunda pérdida, de Ocampos también en la izquierda –Lopetegui decidió cambiarlo de banda con el Tecatito a la media hora y no acertó– la zaga estaba descolocada, el primero Rekik, y Aspas no perdonó.
En la segunda parte, la mayor intensidad y verticalidad del Sevilla dio pocas opciones al Celta y Diego Carlos se cruzó en la única llegada de los gallegos.
Ataque
El cansancio físico y mental del Sevilla se refleja en su parsimoniosa circulación del balón, su escaso desborde y las contadas aproximaciones de jugadores a zona de remate. Tecatito fue una feliz noticia desde la izquierda, dibujó varias incursiones de calidad y Acuña se animó. Pero por dentro faltaba conexión desde atrás y Rafa Mir no ayudó nada a solucionarlo: no ganó un balón ni apareció en el área. Nulo.
La entrada del Papu y Óliver, la vuelta de Ocampos a la derecha con el retorno a la defensa de cuatro (probó con zaga de tres tras el descanso, con el argentino en la izquierda) y el paso atrás del Celta con sus cambios casi provocan la remontada.
Virtudes
Su fe y tesón, también su mejoría táctica con el Papu al mando.
Talón de Aquiles
Falta chicha en ataque. Y gente para rotar y referscar, claro.
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