Sevilla FC

Primero, la siesta; después, En-Nesyri

  • El Sevilla saca adelante en el arreón final un partido contra el Huesca que no había sido tan complicado por el rival como por la mentirijilla de los blancos

  • El marroquí concreta en el minuto 83 en la cuarta opción clara desde el 68

  • El vídeo con el resumen del triunfo sevillista en Huesca

En-Nesyri celebra con Munir el gol del triunfo sevillista en Huesca.

En-Nesyri celebra con Munir el gol del triunfo sevillista en Huesca. / Javier Blasco | Efe

Tres puntos más para el Sevilla de Julen Lopetegui en un nueve de nueve que lo relanza en la Liga Santander después del titubeante arranque del torneo. Pero el fútbol es así de caprichoso y si en ese tramo anterior todo lo que le podía salir mal concluía de una manera peor aún, la dinámica ha vuelto a cambiar para goce de todos los que profesan la fe balompédica radicada en el sevillanísimo barrio de Nervión. Al cuadro blanquirrojo le salió esta vez cara después de una tarde de sesteo intenso durante una hora en la visita al Huesca.  

Porque el análisis previo del técnico vasco establecía que iban a sufrir casi como perros, él utilizaba una palabra más malsonante para expresarla en negro sobre blanco, pero la realidad fue bien diferente. El Sevilla no consiguió materializar en el marcador su triunfo hasta el minuto 83 y si se entiende por eso sufrir, pues convengamos que será así. Sin embargo, lo que sucedía sobre el cuidado césped del estadio oscense era que los sevillistas transmitían que se habían tomado la tarde libre en el homenaje a Diego Armando Maradona.

Todo era un fútbol especulativo, sin profundidad, sin demarrar nunca, dejando pasar el tiempo y sin buscar de verdad el triunfo. Con Munir escorado en la izquierda y sin profundizar casi nunca; con todo demasiado inclinado hacia la sociedad Jesús Navas-Ocampos y con Joan Jordán y Óliver Torres, los centrocampistas elegidos para acompañar a Fernando, sin llegar arriba al gol de verdad. Así transcurrió todo desde el primer minuto hasta aproximadamente el 65, momento en el que el Sevilla, con Rakitic y Aleix Vidal en el campo, decidió que ya estaba bien de jugar ese tipo de fútbol y se decidió a atacar de verdad en busca de los tres puntos que se repartían en El Alcoraz.

No es casualidad que en las anotaciones que sirven para explicar después el relato de los hechos se contabilicen tres oportunidades clarísimas de batir a Andrés Fernández en esa franja horaria cuando con anterioridad todo había sido una especulación terrible. En el minuto 68 ya avisaba Rakitic bajando con el pecho un saque de esquina y pegándole de empalme muy arriba.

Los nervionenses, ahora sí, habían soltado amarras e iban de verdad a golpear al Huesca, algo que con anterioridad apenas habían hecho en esa mentirijilla de fútbol con el que habían planteado todo. Y la sucesión de hecho iba a tener incluso una evolución cuando Ocampos aprovechaba una espectacular pared de De Jong en la última acción del holandés sobre el campo antes de ser sustituido. El argentino se quedó solito delante de Andrés Fernández, pero su tiro no fue certero, sino todo lo contrario. Disparó al muñeco y el balón le fue al guardameta cuando ya estaba absolutamente vendido y casi implorando al santoral por su suerte.

Casi igual de diáfana fue la siguiente, cuando Munir cazó otro córner casi en el área pequeña también de volea y obligó a un paradón de Andrés Fernández cuando ya parecía seguro que los sevillistas se iban a poner por delante en el marcador. Había sido un trío de llegadas dignas de haber acabado en el gol del triunfo y éste, por tanto, no vendría de improviso.

68, 73 y 76, ésa era la sucesión de los minutos que advertía que el Huesca lo estaba pasando ya realmente mal a la hora de protegerse, que el Sevilla sí iba con fuego real a tratar de derribar el muro de la resistencia maña. Y a la cuarta fue la vencida. Rakitic juega muy bien para originar una superioridad por la banda derecha, Jesús Navas conecta con Ocampos por dentro y el argentino se da cuenta de que está cerrado por zagueros y opta por internarse por el costado, aunque en una posición de interior, no de extremo. Llega a la línea de fondo y En-Nesyri sí va con fundamentos al primer poste para adelantarse a Insua y materializar el gol casi a placer. El interior del pie, el derecho, fuerte y para dentro. Don Rafael Salas, dice, en el San José Obrero de mi época, que sin mirar siquiera puede correr a celebrar el gol.

Eso fue lo que hizo el marroquí, que había sacado al Sevilla de un buen aprieto después de más de una hora de fútbol de mentira. Y menos mal para la tropa de Lopetegui que el debutante Aleix Vidal estuvo muy listo para cerrar atrás ya al final y evitó el remate a bocajarro de Okazaki en lo que hubiera supuesto el empate de nuevo. Pero tampoco hubiera sido justa esa circunstancia, los visitantes habían ganado, y bien, el choque gracias a ese apretón al final.

Pero el Sevilla, y Lopetegui, deben saber que no basta con controlar hasta el límite, que ante rivales claramente inferiores, y el Huesca lo era a pesar de las advertencias el vasco hay que enloquecer el juego de alguna manera para plasmar esa diferencia en el marcador. Jugar de la forma en que lo hicieron los blancos en El Alcoraz es casi hacerlo a la lotería por mucho que en el tramo final fueran a comprar décimos casi de manera compulsiva y de ahí que el triunfo llegara, aunque tarde.

Pero, ojo, nueve de nueve, eso es lo único que queda a la hora de los balances, unos datos objetivos contundentes y el Sevilla ya empieza a vivir en la zona para lo que está destinado con la confección de su plantilla de futbolistas. Mejor así.

 

 

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