Resultado del Granada-Sevilla: 0-1

Saber competir, esa añorada virtud

  • El Sevilla hace otro serio partido en un test más exigente, ante el pujante Granada de Diego Martínez, y vuelve a ganar con una vertical contra y gol de Joan Jordán

  • El rocoso equipo de Lopetegui ofreció varias versiones

Reguilón, que salió conmocionado entre sollozos por un cabezazo, sigue a Antonio Puertas.

Reguilón, que salió conmocionado entre sollozos por un cabezazo, sigue a Antonio Puertas. / Pepe Torres / efe

Tendrá que mejorar, necesita aún una evolución, la planificación no está rematada aún, no se ha medido a los grandes rivales con los que pretende luchar por entrar en la zona más noble de la Liga, pero en dos partidos el Sevilla de Lopetegui, y de Monchi, ha demostrado que tiene una de las virtudes principales del fútbol de élite: sabe competir. En Los Cármenes, como en Cornellá, el Sevilla se impuso por agarrarse mejor al partido que su rival, en este caso el pujante y aguerrido Granada de Diego Martínez, un rival que le exigió bastante más pero se encontró con la misma respuesta pétrea, rocosa... y ganadora. Sin ofrecer un juego atractivo para el espectador neutral, quizá tampoco para los aficionados sevillistas más exigentes, el Sevilla se impuso con un gol de Joan Jordán en una gran contra, ejecutada por dentro de forma vertical, y ofreció varias versiones del equipo que pretende ser.

Y esas versiones tienen mucho que ver con cada fase de partido que esté afrontado el grupo de Lopetegui, en el que, cada vez parece más obvio, hay una columna vertebral sobre la que realizar pequeñas variaciones que no desvirtúan el objetivo perseguido. Se lesionó Reguilón, el hombre más destacado en Cornellá, y Escudero cumplió su función. Lopetegui quitó al organizador Banega por el stopper Gudelj y el Sevilla comenzó a mandar con el dominio del balón, abandonando su pertinaz obsesión por la verticalidad que lo llevó, con el empate a cero, a algunos errores por precipitación. La avidez por llegar pronto a la otra área lo privó en más de una ocasión de haberse impuesto antes en el marcador. Y el Granada también lo molestó, como era su deber, para intentar hacerle daño. Pero el mediocampo y la defensa respondieron como una unidad de combate perfectamente coordinada y tendieron un campo de minas prácticamente inabordable.

El susto de Reguilón

Con el mismo once que en Cornellá, salvo el ingreso de Banega por Óliver Torres, que pasó de ser titular a quedarse sin vestir siquiera, el Sevilla salió agarrado al partido. Fernando, Joan Jordán y Banega se repartieron las tareas de distribuir de banda a banda y desde la derecha, con los apoyos de Ocampos en el argentino o en Jesús Navas, le creó problemas al Granada. Pero a raíz del choque de cabezas entre Reguilón, que abandonó el campo entre sollozos al no poder continuar por la conmoción, y Víctor Díaz viró el partido hacia un mayor equilibrio, que el equipo de Diego Martínez decantó hacia su lado al ecuador de la primera parte.

La presión adelantada de los nazaríes, con agresividad y hostigando sobre todo a Banega, le procuró no pocos problemas al Sevilla. Entre los minutos 20 y 21 ya avisó el Granada de que su empuje iba encaminado a terminar cuanto antes las jugadas, con disparos peligrosos desde la frontal, como uno de Antonio Puertas que bloqueó felinamente Fernando. Nolito hizo la réplica en un ataque rápido desde el saque de Vaclik y el partido entró en una dinámica de ida y vuelta, con fricciones y electricidad en los choques y en la rapidez de combinaciones y ataques.

Banega y Lucas Ocampos hostigan a Vadillo. Banega y Lucas Ocampos hostigan a Vadillo.

Banega y Lucas Ocampos hostigan a Vadillo. / Carlos Gil

A ambos les faltaba temple en los últimos metros, como evidenció un par de centros realizados con excesiva fuerza por Escudero una vez que el Sevilla logró desbordar con su mejor arma, los cambios de banda a banda para intentar aprovechar algún espacio en la buena basculación del equipo de Diego Martínez.

Quini atornilla la banda derecha

Más allá de la media hora el Granada, en una buena combinación desde la izquierda, ocasionó una ocasión en la que Soldado se anticipó a Diego Carlos, aunque envió fuera su remate. Nolito intentaba replicar metiéndose hacia dentro y buscando su disparo ajustado o de rosca. El Granada respondía con una triple ocasión tras un avance de Antonio Puertas. Y Escudero le daba más frenesí al choque al disparar durísimo tras el rechace de un córner. Carriço privó a De Jong de colar dentro el despeje de Rui Silva.

El frenesí incluso aumentó tras el descanso, como si la noche refrescara las piernas y las mentes. El Granada insistía. Nolito incluso tenía que bloquear disparos del rival en el área. Quini se hacía dueño de su banda, atornillando a Ocampos y Jesús Navas. Machís le daba otra vuelta de tuerca a las revoluciones desde ese flanco del Granada y Soldado se enrabietaba con cada topetazo, con cada centro o disparo bloqueado... Hasta que el Sevilla, taimado, encontró el resquicio.

Carriço, Nolito, Joan Jordán y gol

Lo hizo a través de Carriço, listo para sacar por dentro un robo. Nolito templó lo justo en la medular y habilitó unos metros más adelante a Joan Jordán, quien de primera, y algo atrás, le dio el balón a De Jong. El holandés se encasquilló, pero logró chutar y el catalán, rápido y técnico, encontró el hueco para batir a Rui Silva.

Con la banda derecha hundida, Lopetegui hizo lo más inopinado: Gudelj por Banega. Y el Sevilla comenzó a mandar en el partido con la circulación colectiva del balón, sin un regista claro. Ya no era ese Sevilla ávido y vertical, algo precipitado. Ahora mandaba en el marcador y quería mandar en el partido. El Granada achuchó. Fernando, Diego Carlos, Carriço y Gudelj se crecieron. Y el Sevilla, camaleónico tal y como le habría gustado a Diego Martínez en su equipo, terminó llevándose la victoria. Con emoción, con competitividad y con confianza.

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