Barcelona-Sevilla

Padecer a De Jong, gozar con Luis Suárez (4-0)

  • El Sevilla cae por goleada en el Camp Nou, como casi siempre, pero con la diferencia de que todo tuvo mucho que ver con los errores de su ‘nueve’

  • El uruguayo hizo un golazo tras dos fallos increíbles del holandés en el remate

De Jong no atina a rematar con claridad, estorbado por Arturo Vidal, ante Ter Stegen.

De Jong no atina a rematar con claridad, estorbado por Arturo Vidal, ante Ter Stegen. / Alejandro García / EFE

Ya es algo habitual y tampoco debería sorprender a casi nadie, ni siquiera al más furibundo de los sevillistas, el Sevilla volvió a salir goleado de su visita al Camp Nou, algo que se ha convertido prácticamente en una tradición desde que está Messi vestido de azulgrana. La película, por tanto, fue idéntica a la protagonizada un año sí y otro también. Sin embargo, el desarrollo de la misma fue bastante diferente en esta ocasión y tuvo que ver con dos nombres propios que no son el mejor futbolista del mundo. Para todos los que vieron el litigio, está claro que fueron Luuk de Jong y Luis Suárez, un holandés y un uruguayo.

La primera media hora, en la que sí hubo un pulso entre ambos contendientes, fue protagonizada por los dos delanteros centro. Mientras los sevillistas tenían que padecer al suyo, y no creo que en esta ocasión esta palabra sirva para menospreciar a un profesional, porque está escrita con el máximo respeto, los azulgranas disfrutaban del acierto del charrúa. Un centro lateral fue conectado con una chilena a la red por Luis Suárez.

Después de media hora de dominio de los sevillistas, con tres ocasiones de gol claras para De Jong, Luis Suárez demostró la diferencia con su acierto

Igualito que lo que había hecho con anterioridad su colega de posición en las dos opciones claras para el remate que se le habían presentado en una primera media hora bastante digna protagonizada por los hombres de Julen Lopetegui. Y, lógicamente, se reducen a un par de ellas esas llegadas al gol, porque en la primera que arrancó el trío no fue culpa suya, sino que obligó a un verdadero paradón de Ter Stegen en un remate seco y a la primera tras un centro potente de Ocampos.

Esa primera aproximación sí debería figurar en el haber de De Jong, pero las otras dos conviene anotarlas con prontitud en el debe. Porque aparte de correr, que eso sí lo hace, si no se le exige al holandés que maneje la suerte del remate a gol, lo que siempre ha hecho a lo largo de su carrera... Pero no, el primer error, clarísimo, tuvo lugar en el minuto 18, cuando un córner bien sacado con potencia por Banega era desviado en el primer palo por Ocampos para que la pelota le llegara franca al delantero centro sevillista, ahí ya no había otra cosa que la técnica en el disparo y el balón se fue bastante alejado de la meta de Ter Stegen, tanto que hasta pudo ser remachado por Carriço en posible fuera de juego, pero era un misil y el portugués tampoco llegó al remate.

En la tercera oportunidad que se le presentó al 'nueve' del Sevilla, el segundo error, aún fue más inexplicable la situación. De Jong, a lo largo de su carrera, siempre ha sido considerado un gran rematador de cabeza, pero un centro pasado, con todo a favor para él, fue alcanzado en el segundo palo. La pelota, picada, debía haber acabado dentro de la jaula de Ter Stegen, pero su testarazo fue tan impreciso a la hora de picarlo que se fue muy por arriba de la portería del cancerbero barcelonista.

Lopetegui contó con los mismos que ante la Real, con la excepción de Carriço, y la puesta en escena de los suyos fue esta vez muy diferente en el Camp Nou

Se estaba llegando en ese momento a la primera media hora y parecía increíble que la escuadra forastera no estuviera por arriba en el marcador después de la excelente puesta en escena del cuadro de Julen Lopetegui. El Sevilla, fiel a su imagen de marca de este curso y con Óliver Torres y Nolito en su once para repetir, con la excepción de Carriço por Koundé, el mismo equipo que derrotara a la Real Sociedad, había tenido un arranque más que prometedor. Valiente, bien posicionado sobre el campo y, sobre todo, con un buen gusto impecable a la hora de manejarse con el cuero. Toques, osadía a la hora de hacerlo circular y una sensación de dominio de las cosas que luego se confirmaría como ficticia. Básicamente por los desaciertos en el remate de su ariete, pero es que ésa es una faceta más del fútbol, tal vez la más trascendente.

Porque la contraposición se encargaría de hacerla más cruda si cabe el futbolista que ocupaba la misma posición en el equipo rival. Luis Suárez llegó a ser cruel incluso en la comparación con De Jong. Después de todas las opciones que había mandado al limbo el holandés, una por culpa de la fenomenal parada de Ter Stegen y las dos siguientes por innegables deméritos propios, el uruguayo se encargó de evaporar las ilusiones de los blanquirrojos.

Un centro aparentemente inocuo de Semedo desde la izquierda fue rematado con una chilena por Luis Suárez. Golpeo fantástico mediante un escorzo preñado de técnica y quedaba más que claro que la diferencia, una de ellas, porque con Messi en el campo siempre se puede esperar cualquier cosa, estaba en el encargado de la suerte suprema.

Es cierto que con todo ello, con la dureza que supone un golpe así, el Sevilla no debería haberse descompuesto como lo hizo, pues arrojó la toalla durante ocho minutos y en ese corto periodo ya estaba por debajo en el marcador con un rotundo tres a cero. Tanto Arturo Vidal como Dembélé sacaron provecho y lo castigaron.

La desconexión visitante duró apenas ocho minutos, pero ese corto lapso de tiempo bastó para que el Barcelona se pusiera con un 3-0 a su favor

Por mucho que se protagonizara claramente en De Jong, eso no exime al resto de sus compañeros del desastre que fueron los ocho minutos que transcurrieron entre el minuto 27 y el 35, que es el tiempo que pasó entre el primer tanto y el tercero, con fallo incluido, aunque parezca mentira, de Fernando en el arranque del gol de Dembélé y otro de Jesús Navas, éste más habitual por quedarse al tirar la línea del fuera de juego, en la segundo diana de Arturo Vidal.

El guión había sido completamente diferente en su inicio, pero la película terminaba de idéntica manera, con el Sevilla derrotado, casi humillado antes de que concluyera el primer periodo, con un contundente tres a cero que no admitía mayores justificaciones. Porque en el fútbol no hay otra, se trata de meter la pelotita entre los tres palos que conforman una portería y el Barcelona lo había hecho tres veces, por ninguna de los que vestían de blanco en el Camp Nou.

Pero restaba aún un tiempo entero para el mayor sufrimiento de la tropa de Lopetegui. El vasco recurrió en el intermedio a Joan Jordán y Munir en lugar de Óliver Torres y Nolito. Fueron estas permutas como podrían haber sido cualquier otra, pues, salvo De Jong, ningún futbolista se había ganado irse a la caseta. El holandés volvió a fallar otro más al mandar el cuero, en solitario, al poste y esta visita al dentista, Caparrós dixit, acabó con cuatro goles, con el habitual de Messi de falta. La diferencia entre gozar con Luis Suárez y padecer a De Jong, no hay más...

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