Sevilla FC | Análisis

La rueda de la frustración

Lopetegui se dirige a sus jugadores durante la pausa de hidratación.

Lopetegui se dirige a sus jugadores durante la pausa de hidratación. / Jesús Diges / Efe

Emulando a Fray Luis de León tras su reclusión vallisoletana por orden de la Inquisición, el Sevilla recitó en su regreso a la Liga su particular decíamos ayer. Claro que en un tono grosero, como grosera es la comparación con el humanista agustino. Porque el Sevilla y el sevillismo vuelven a estar montados en la misma rueda de frustración que hace apenas tres meses, cuando concluyó la Liga como cuarto, sí, pero con un áspero debate sobre todo lo relativo al juego del equipo, la configuración de la plantilla y la gestión desde la cúpula dirigente.

Las tres patas del banco volvieron a menearse desencoladas en la puesta en escena en El Sadar, donde el equipo de Julen Lopetegui volvió a recitar un más de lo mismo en cuanto al juego, donde Monchi no quiso dar ninguna pista sobre la esperada remodelación de una plantilla envejecida y donde José Castro volvió a clamar al cielo por un error arbitral que decidió el partido. Y el sevillismo más crítico reabrió todos los debates cerrados en falso.

Siguiendo un orden cronológico de los hechos, antes del partido el director general deportivo del Sevilla fue preguntado por las carencias defensivas de la plantilla. "Sabíamos que teníamos que vender a nuestros dos centrales titulares de la pasada temporada y ahora hay que reforzar la defensa", dijo en un primer momento. "Nos falta un central, el cuarto central, y a partir de ahí ya veremos qué movimentos y si se cierra alguna cosa más", explicó cuando el comentarista de Movistar LaLiga le insistió sobre la planificación.

Seguramente por una cuestión puramente estratégica ante el mercado, Monchi habló de un cuarto central cuando en realidad en la actual plantilla sólo tiene dos: Rekik y Marcao, que sigue lesionado, aunque la pasada campaña se quedó en tres, el tunecino y los traspasados Koundé y Diego Carlos. Porque Gudelj es mediocampista por mucho que Lopetegui le saque partido a su polivalencia y lo use como central. Pero lo que queda evidente es que la necesaria remodelación de la plantilla no se va a producir.

El mercado actual dicta sus propias leyes contra las urgencias de los equipos y, a falta de 19 días para el cierre de las inscripciones, no parece que haya margen para algo más que parchear la defensa y algún retoque inesperado, en forma de atacante de bandas que aporte fuerza y gol.

En El Sadar apenas pudo jugar un rato uno de los tres fichajes realizados, Alex Telles, el único que viajó. En cambio, el once titular era muy reconocible, salvo por ese nuevo eje de la zaga, y en el mismo había hasta siete futbolistas que ya no volverán a cumplir los 30 años. ¿Quiere esto decir que la plantilla del Sevilla es vieja? Ayer marcó un golazo Iago Aspas a sus 35 años. Pero, sobre todo en la línea medular, donde se acumulan los futbolistas de más edad hasta el punto de parecer eternos, como salidos de la mítica novela de Bram Stoker, el equipo de Lopetegui echa en falta fibra, dinamismo, energía... Y el atasco del mercado, la falta de ofertas por futbolistas -demasiados ya en el ocaso de sus carreras-, impedirá refrescar una línea que ya se mostró atorada el pasado curso.

En cuanto al juego, pues nada nuevo bajo el sol, salvo que el Sevilla encajó dos tantos y pudo encajar alguno más. Es decir, perdida la solvencia defensiva que garantizaban Koundé y Diego Carlos, el ideario es el mismo de las dos últimas temporadas que tantas críticas recibió. Que el Sevilla apenas dispusiese de un remate en la segunda parte, en la cabeza de En-Nesyri, justo cuando parecía que podía decantar la balanza, es un dato preocupante por reiterativo, porque es más de lo mismo.

En el debut liguero ni siquiera se pueden cargar las tintas contra la falta de eficacia. Rafa Mir coló dentro la que tuvo y En-Nesyri dirigió a la portería su cabezazo en uno de los escasos centros. El foco vuelve a estar en la falta de resortes en la faceta ofensiva. Un problema para el que Isco ha aparecido como desada panacea, sobre todo por Lopetegui, aunque con un solo futbolista no cambiará su cara ofensiva.

Y luego está la gestión de la frustración de la primera derrota y los mensajes vertidos por los máximos responsables. Lopetegui apenas habló del partido y centró casi toda su comparecencia en la polémica arbitral. Y José Castro respondió a la exigencia de los que ya le pedían el año pasado que diera un golpe en la mesa de la Liga exigiendo respeto con una dura diatriba contra los criterios arbitrales. Ambos llevaban razón, pero eso no esconde el trasfondo. Si Papu Gómez, que se dejó caer igual que Moncayola en la otra área, no hubiese partido en fuera de juego la rueda de la frustración no habría empezado a rodar tan pronto. Ni habría habido protestas arbitrales.

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