Hace un año, por estas fechas, el sevillismo aún se frotaba los ojos ante lo que tenía ante sí: la gran apuesta de Monchi en su vuelta al Sevilla como taumaturgo de la necesaria revolución deportiva era... Julen Lopetegui. El villano del Mundial de Rusia, el hombre que no supo atarse al mástil de la selección ante los cantos de sirena del Real Madrid, era el elegido para llevar la nave sevillista. Su llegada deparó en la afición y también en la prensa miles de opiniones reticentes, críticas, algunas hasta hirientes en una hinchada con la piel sensible ante todo lo que viene de Chamartín. Y Monchi tuvo que sacar su capa de mago para echarla por lo alto de Lopetegui ante el diluvio que le estaba cayendo.

Poco después, con un comienzo fulgurante, con varias victorias a domicilio que supusieron incluso un hito, se fue ganando a los más mesurados, entre debates sobre sus decisiones con Dabbur frente a De Jong como arma arrojadiza.

Ayer se cumplió un año de aquel tormentoso aterrizaje del que ya apenas quedan rescoldos. El club lo quiso recordar con una apología de su rendimiento basado en los inapelables números, casi inmaculados si no se tiene en cuenta el feo manchón de la noche negra de Miranda de Ebro en la Copa del Rey. Y dentro de una semana Lopetegui comenzará su particular refrendo de los que han puesto todas sus expectativas en que vuelva a situar al Sevilla en la élite de la Champions.

Dentro de siete días exactamente, el derbi habrá acentuado una u otra tendencia. Vuelve el fútbol por fin, sin público, y la carga sentimental que tiene siempre el partido de máxima rivalidad en esta ciudad multiplicará las pulsiones positivas o negativas de los que ya tienen un juicio hecho del técnico de Asteasu.

Sus números están ahí, como recordó el club: 39 encuentros oficiales en total, 21 victorias, 10 empates y 8 derrotas, de las que el informe de la web oficial no puede obviar, lógicamente, el feo baldón de la Copa del Rey. En las otras dos competiciones, el Sevilla sigue vivo y tratará de defender el alto reto de seguir firme como postulante a la Champions.

Retener el tercer puesto ganado justo antes del parón, con aquel triunfo en Getafe, el formidable sorpasso del Coliseum Alfonso Pérez Muñoz, y la rebelde defensa de esa posición privilegiada en el dificilísimo Wanda Metropolitano habían colocado al Sevilla de Lopetegui en una rampa de lanzamiento ideal para abordar una semana clave: la Liga Europa ante la Roma, una eliminatoria eléctrica, con el derbi en Nervión en medio.

Pero tampoco se debe obviar el sofocón que vivió el sevillismo en su última comparecencia en el Ramón Sánchez-Pizjuán, aquella sufrida victoria en un partido rarísimo en el que el VAR desquició a todo el mundo y el Sevilla se dejó igualar ante un Osasuna con diez antes de que En-Nesyri llevara el delirio sobre la bocina.

Eso fortaleció al equipo para su defensa del tercer puesto, que ahora retoma con muchas incógnitas de cómo será el nuevo fútbol sin público y tras un parón de más de tres meses: del 7 de marzo al 11 de junio. Ya no será tan decisivo jugar como local y esto incluso podría beneficiar a un equipo que llevaba 24 puntos en 14 partidos a domicilio por 23 en 13 en casa.

Afrontará el reto Lopetegui, que hoy iniciará la última semana de preparación antes del derbi, con el doble apoyo de José Castro y Monchi. "Tenemos un entrenador que pone a mil a los jugadores, con capacidad contrastada, volcado...", dijo el presidente. Y el director deportivo lo puso como ejemplo de entrenador que se adapta perfectamente a la filosofía del Sevilla. El apoyo del club siempre lo tuvo. Ahora queda el refrendo de Lopetegui ante la afición.