La cúpula ejecutiva del Sevilla, desplazada a Madrid en la mañana de este lunes, continúa con el sondeo para dar con el entrenador que mejor se acople a la necesidad de la plantilla y, dato importante siempre, a la realidad económica del club. Por ejemplo, en el primer tanteo indirecto por Marcelo Gallardo, éste pidió un dineral y un proyecto de tres años. El descarte fue inmediato.

No lo va a tener fácil el trío formado por el todavía presidente José Castro, el vicepresidente primero y próximo presidente José María del Nido Carrasco y el director deportivo Víctor Orta. Porque no van a encontrar a otro José Luis Mendilibar que se conforme con firmar un contrato de bajo coste y por sólo un año de duración.

Además, en el actual estado de cosas, los dirigentes tampoco pueden garantizar la estabilidad por social por varios años, tal y como, por ejemplo, querría otro de los candidatos tocados, Marcelino García Toral, que estuvo en el banquillo del Sevilla la mitad de la temporada 11-12, cuando tuvo desencuentros con algunos pesos pesados de la plantilla. Según diversas fuentes, y ha podido confirmar este diario, ya ha habido contactos con el asturiano, que tiene en su haber logros deportivos importantes en equipos de fuste como el Athletic (campeón de la Supercopa de España) o el Valencia (campeón de la Copa del Rey en Sevilla ante el Barcelona).

Pero también desencuentros importantes por temas extradeportivos e institucionales, como la destitución del Villarreal en 2016 en pleno agosto, justo antes de la Liga. O las desavenencias con Peter Lim, que lo destituyó al inicio de la Liga 19-20, después de dos clasificaciones para la Champions y el título de Copa. O la forma en la que ha salido ahora, el pasado 20 de septiembre, del Marsella, por cuestiones extradeportivas graves, como la dimisión del presidente ante las amenazas de los ultras, quizá espoleados por la eliminación en la previa de la Champions. 

Otra razón por la que han elegido Madrid para su sondeo puede ser el posible tanteo de Quique Sánchez Flores, uno de los candidatos que, por el conocimiento de la Liga, su vasta experiencia en distintos banquillos y su versatilidad táctica, serían del gusto de Víctor Orta.

El director deportivo también habría sugerido la posibilidad de un entrenador que empiece de cero, como proyecto a largo plazo, como es Oliver Glasner. El técnico austriaco de 49 años terminó en junio su ciclo en el Eintracht de Fráncfort, al que hizo campeón de la Europa League en el Ramón Sánchez-Pizjuán en 2022, con Sow como líder en el mediocampo. Este tendría el gran inconveniente de coger a un equipo con otro idioma y otra cultura futbolística con la temporada ya iniciada. Pero habla español, al igual que un miembro de su cuerpo técnico. Sería una apuesta de riesgo que hay que descartar... en principio. O no, porque su sistema de juego de tres centrales y carrileros encajaría con la actual plantilla, y no sólo por Sow.

Está abierta la posibilidad de Andoni Iraola, con un pequeño gran inconveniente: pese a que los consejeros delegados anteponen acertar con el candidato a la premura de tiempo, dado que hay cierto margen por el parón liguero, el técnico vasco aún no ha sido despedido por el Bournemouth tras su mal inicio liguero (penúltimo con sólo tres empates en ocho jornadas) y no es cuestión de sentarse a esperar que esto suceda.

Y no es descartable otra opción que sería muy del gusto de Víctor Orta por su incipiente proyección y su carisma ante futbolistas de peso como los que tiene la plantilla sevillista: Raúl González Blanco, actual entrenador del Real Madrid Castilla (en Primera Federación), que fue tanteado por el Villarreal cuando Fernando Roig eligió a Pacheta. Entonces, Florentino sí dio el visto bueno a su salida, por lo que suponía de crecimiento para Raúl. ¿Sería capaz de dar el plácet el mandamás merengue para que fuese al Sevilla, después de los últimos roces que ha habido?

El sevillismo aguarda noticias, pero el comité de dirección prefiere andar con pies de plomo antes que tirarse a por el primer candidato que se ponga a tiro, aunque las cortapisas por la situación extradeportiva del Sevilla y las lógicas exigencias de estabilidad de cualquier técnico con caché son importantes.