Villarreal-Sevilla | Crisis a domicilio

La peligrosa autocomplacencia

  • Las señales de declive que venía dando el Sevilla se manifiestan de nuevo en la Liga tras el espejismo del Olímpico l Machín no midió bien y lo pagó

Ben Yedder, Sarabia, que salieron tras el descanso, y Andre Silva al término del partido.

Ben Yedder, Sarabia, que salieron tras el descanso, y Andre Silva al término del partido. / Domenech Castelló / Efe

La dinámica sigue siendo descendente. Lo del jueves en la Europa League se confirmó como un espejismo, al que ayudó la excesiva permisividad de la Lazio a la hora de obturar las vías interiores de un Sevilla desatado con Banega, Franco Vázquez, Sarabia y Ben Yedder campando a sus anchas por el Olímpico. En un estadio con mucho menos glamur, el Villarreal le sacó muchas de sus vergüenzas.

En Villarreal encajó el Sevilla de Pablo Machín la cuarta derrota consecutiva en la Liga fuera de casa. No gana desde el 29 de septiembre, en Ipurua. Y no puntúa desde la víspera de Nochebuena, en Butarque, donde reaccionó con brío tras la expulsión de Franco Vázquez gracias a un dechado de orgullo liderado por Roque Mesa. Entonces empató con un gol postrero de Ben Yedder, que en Villarreal fue suplente, junto a Sarabia. A ambos los sacó Pablo Machín en el descanso para intentar enmendar la plana de una pésima primera mitad. Pero no bastó.

La imagen no tuvo nada que ver con la ofrecida en el Olímpico de Roma, un triunfo que pudo tener algo de espejismo por cómo se produjo, ante una Lazio que fue muy respetuosa con el once de gala del Sevilla. Sin Banega, expulsado ante el Eibar, sin Sarabia ni Ben Yedder, a los que dio descanso de partida, Machín optó por un equipo B. No estaba el regidor y dejó en el banco a los artífices principales de la mayoría de los goles. Quizá no supo medir bien la resistencia que opuso la Lazio frente a la que podría oponer, como opuso, el necesitado Villarreal, que llevaba diez partidos en la Liga sin ganar. De hecho, el último triunfo fue todavía con Javi Calleja, antes del estéril recurso amarillo a Luis García, sobre el Betis, en noviembre...

El Villarreal, con cierta permisividad de González González en los inicios, salió mordiendo. Nada que ver con los metros que concedió la Lazio en Roma a los mejores jugadores del Sevilla. Y el equipo de Calleja borró del campo al de Machín hasta el descanso. Luego, todos los intentos se quedaron en la falta de acierto y la nulidad de Munir y, sobre todo, Andre Silva para resolver en el área.

Al contrario que su homólogo del Villarreal, que sacó a su equipo suplente en Lisboa para ganar y ante el Sevilla a su once de gala, para terminar ganando también, Machín optó por todo su arsenal en Roma y, también obligado por la baja de Banega, dispuso un once menos reconocible. No estaba el mariscal de campo, ni tampoco sus mejores ejecutores, cuando la Liga exige, se está viendo claramente, más que nigún otro torneo. Algo así ocurrió frente al Athletic de Garitano, que perdió en la Copa con los suplentes ante el Sevilla y le ganó cuatro días después con los titulares, en un partido más de cuchillo en los dientes.

Pero ni Machín, que en esta racha negativa liguera ha sacado un buen repertorio de excusas, ni nadie en el club ha querido poner el dedo en la llaga. Al contrario, paños calientes frente a los nervios y "las dudas del entorno", en palabras del técnico sevillista. El soriano, en época de vacas gordas, abominaba de la autocomplacencia que ahora exhibe todo el club, quizá para no mermar aún más la confianza del equipo. Y la realidad es que el Sevilla, poco a poco, se va desinflando en la Liga. Siguen acercándose los rivales por el cuarto puesto. Y ya tiene dos puntos menos que el año pasado. A ver el miércoles qué Sevilla juega, pues no terminó de decantar la eliminatoria cuando pudo...

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