El aprendizaje de García Pimienta
El entrenador del Sevilla continúa captando, con algún tropezón incluido, cuál debe ser su papel y cómo moldear su tipo de juego, actos y declaraciones para calar en la afición y en el club
El Sevilla tiene muy comprometido el centro del campo para el derbi

Nadie ha venido sabiendo. A Juande Ramos le costó imponer cierto estilo en sus mensajes, totalmente opuesto al caliente e impulsivo de su predecesor, Joaquín Caparrós, e imponer algunas reglas que no eran tomadas del todo bien, como el dar las convocatorias después de sus ruedas de prensa para no tener que explicar ciertas decisiones. Al margen de aquellos mensajes vacíos que nada tenían que ver con los del utrerano: “Poner toda la carne en el asador, en fútbol se puede ganar, empatar o perder…”.
Cuando llega un entrenador nuevo precisa un tiempo para, como se dice por esta tierra, parar, templar y mandar. A Unai Emery, que había hecho tres veces tercero al Valencia, también le costó erradicar la guasa y el ambiente distendido que le gustaba a Míchel cuando además no tenía los resultados necesarios para que aquello fluyese con naturalidad.
Pero todos los entrenadores que tuvieron la fortuna de calar y de estar más de una temporada en Nervión acabaron entendiendo cómo es esta afición y cómo es este club. José Luis Mendilibar tuvo la mala suerte de pillarle el gustillo cuando Víctor Orta sacó la espada. Y Quique Sánchez Flores fue listo y captó rápido la situación, aunque la diferencia es que quiso desmarcarse, igual que al de Zaldibar también le pesaron ciertos frenos que él mismo quiso poner a la directiva a su debido tiempo.
Xavier García Pimienta todavía tiene mucho que aprender. Llegó como un técnico súper agradecido y eso debe irlo olvidando porque va en su contra. “No estoy aquí porque me ha tocado en una tómbola”, decía, en cambio, Mendilibar. Pimienta quiso a su llegada, aparte de empaparse de lo de dentro, captar el pulso de lo que se cuece fuera del club y organizó reuniones informales (o formales) con algunos periodistas que cubren la información a diario del Sevilla, aunque enseguida pudo comprobar que hay aspectos mucho más determinantes para calar en la afición y meterse en la epidermis del club y de la ciudad, algo de lo que aún está lejos, aunque va dando pequeños pasos.
Es verdad que como mejor se logra es a base de victorias. Que los buenos resultados son los que avivan ese flujo y ese intercambio de información frente al efecto negativo de las derrotas, que acaban aislando al entrenador y creando una imagen equivocada en la cabeza de éste. No le hizo nada bien a García Pimienta el pulso que, probablemente sin querer (o sin predecir que podía llegar a tanto), sus palabras generaron ante sus jefes a cuenta del final del mercado.
Y la afición y la opinión pública tampoco perdonan. Ambos segmentos les dan mucha importancia a los mensajes exteriores y a la gestión que uno haga de ciertas reflexiones públicas. No perdona el sevillismo los dobleces y le repatea que intenten, como ha hecho algunas veces García Pimienta, hacer ver una cosa cuando se ha visto justo lo contrario. La afición le tiene guardada que tras partidos en los que el equipo ha perdido o no ha ganado y dejado además una mala imagen, el técnico intente tirar por la vía del buenismo y que quiera hacer ver a todos que ha visto otro partido y que el equipo jugó y mereció más cuando el sevillismo no percibió precisamente eso. Y tampoco olvida el sevillismo que no haya coherencia en los mensajes, que se cambie de opinión y que, por ejemplo, de un discurso reivindicador hacia el club y la dirección deportiva se pase a la de los “fichajes perfectos”, como calificó el de Rubén Vargas.
Un reajuste futbolístico
En cuanto a conceptos futbolístcos, García Pimienta también debe ir ya amoldando su idea a cómo vengan las circunstancias. Alguna vez se ha salido del corsé de querer salir jugando (con Sampaoli se vivieron en este club momentos hilarantes por ello). Se vio en el Reale Arena como el ejemplo más ilustrativo de ello. El Sevilla ante la Real Sociedad fue más práctico, más vertical, más coherente por así decirlo, aunque sin olvidar que esos giros hacia el conservadurismo que el técnico hace para aguantar un resultado (en el Metropolitano no salió bien y últimamente contra el Mallorca tampoco, pero en Anoeta sí) no acaban de gustar.
En Sevilla gusta un fútbol valiente y con ambición. La afición está acostumbrada a luchar por cosas importantes. Las siete Europa League están aún recientes en la memoria, así como las Copas del Rey, las Supercopas… y los títulos no se consiguen si no es con una filosofía de ir de verdad y a pecho descubierto aunque sin osadías gratuitas.
García Pimienta va dando los pasos y ha logrado mucho para quedarse en el corazón de los sevillistas. Para empezar, llegar y espantar los fantasmas del descenso ya es bastante. Pero aún le queda. Si logra meter al equipo en la pelea por Europa, se consiga o no al final, ya habrá sido un éxito que le abrirá muchas puertas.
También te puede interesar