El bajísimo nivel de LaLiga, un aliado para el Sevilla
Salvo en seis o siete equipos, la calidad del torneo ha caído en picado y desde la medianía cualquiera puede destacar
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Las dudas que ha levantado la planificación firmada por el Sevilla de Antonio Cordón son lógicas. Que hayan salido los considerados por muchos como los dos mejores jugadores del equipo por 50 millones de euros (Loïc Badé y Dodi Lukébakio) y que la inversión en los sustitutos haya sido, no mínima, sino directamente cero, es para asustarse y para clamar contra los dirigentes por haber llevado a un club campeón de Europa y un asiduo en la Champions League a la situación en la que se encuentra.
Dicho esto, no queda otra que trabajar con lo que hay. Eso es lo que no para de pensar Matías Almeyda, que sigue la filosofía de no pensar en lo que ya no tiene solución.
Y una reflexión global abre una espita de optimismo. El entrenador, por regla general, ha gustado hasta ahora al sevillismo. Ha sabido imbuir al equipo de un espíritu guerrero que se echaba en falta desde hace años entre tanto proyecto de querer acercar el modelo a una filosofía de buen trato de balón por encima de otra cosa. El Sevilla, si sigue como ha apuntado, va a ser un equipo que compita en una Liga que ha perdido alarmantemente calidad por obra y gracia de Javier Tebas, empeñado en estirar más y más la distancia entre los grandes y el resto de clubes. Todo, claro, con el consentimiento de todos los presidentes de Primera y Segunda División.
La Liga de los límites salariales se ha convertido en un torneo claramente a dos velocidades y ha puesto a todos los clubes, salvo seis o siete, al nivel de cualquier equipo de Segunda. El Sevilla, por la mala gestión de los dirigentes actuales –Pepe Castro era el presidente cuando aún disfrutaba ingresos Champions (cuatro años) –, ha salido de ese grupo de ilustres perseguidores al tridente que forman Real Madrid, Barcelona y Atlético, y no sólo eso, sino que se ha ido al furgón de cola.
Su alivio está en que el pelotón que está justo por debajo de ese grupo que forman Villarreal, Athletic o Betis y del que también ha salido la Real Sociedad ha sufrido un descenso de calidad muy acusado. Las exigencias en los baremos de inscripción de futbolistas hace que cualquier club tenga los mismos problemas con el límite salarial que el Sevilla y que el campeonato se haya llenado de jugadores mediocres saliendo de esos seis o siete equipos de cabeza.
Mucho canterano, mucho jugador que da el salto desde Primera RFEF e incluso Segunda RFEF, mucho futbolista libre, mucho cedido y mucha estrella que acepta ganar el salario mínimo que marca el convenio de la categoría. Ello hace que cualquier equipo, como hemos visto recientemente con Rayo, Celta, Osasuna o Mallorca... pueda ser la sorpresa del campeonato. El Sevilla tiene casi imposible luchar por Europa, pero ¿quién dice que no puede elevar el listón de la permanencia y acabar octavo, noveno o décimo? Todo dependerá de que el entrenador encaje, sepa sacar jugo de la plantilla y que le respeten las lesiones.
Otra cuestión a favor de este Sevilla es que Cordón ha elaborado un plantel equilibrado en defensa, sin las descompensaciones de otros años (la pasada campaña empezó con 4 laterales derechos y sólo un izquierdo). En tiempos de crisis un bloque se empieza a construir desde atrás y tres fichajes de Cordón deben dar consistencia al equipo: Azpilicueta, Fábio Cardoso y Batista Mendy.
LaLiga ha bajado alarmantemente el nivel y es una Segunda camuflada. No se olvide.
La incesante crispación popular, un hándicap a burlar
El Sevilla de Matías Almeyda va a jugar con un enemigo que no van a tener otros, la tremenda e incesante crispación popular que va a crear un ambiente que no beneficiará al equipo. Toda la afición está en contra del consejo de administración y del presidente, José María del Nido Carrasco, y la situación está llegando a ser desagradable, con un club descapitalizado y en el que todos los partidos como local se convierten en una ‘guerra civil’. Que no haya una figura visible que pelee por los intereses del club ante los organismos competentes (LaLiga, la Federación, el Comité Técnico de Árbitros...) por un miedo a la turba que ya es una enfermedad va a ser un hándicap para el Sevilla que siempre va a estar ahí. Y lo peor es que no se sabe a ciencia cierta el rumbo que pueden tomar los acontecientos a lo largo de la temporada. Almeyda y los profesionales tendrán que estar ajenos a todo eso, pero no siempre se puede, pues es algo materialmente imposible.
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