Sevilla-Standard de Lieja | Análisis táctico

Ni tanto ni tan calvo...

  • El Sevilla incide en explotar algunas de sus virtudes más que en pulir sus defectos

La pizarra del Sevilla.

La pizarra del Sevilla. / Departamento Infografía

Como bien ha dicho Machin, su equipo debe persistir en corregir sus defectos y en afinar en sus virtudes. Algo de lo segundo apareció ante los belgas, un rival –por aclarar– fuerte físicamente pero bastante menos ordenado que el Getafe. Y menos de lo primero también hay que decir que se vio sobre la hierba del Sánchez-Pizjuán más allá de lo escandaloso que al final resultó el 5-1.

Y no puede decirse que fuera plena la mejoría en parte porque no se pudo ver cómo se comporta este equipo con la fuerza de Amadou en el centro más allá de esas dos pérdidas peligrosas que cedió el acelerado estreno medio en serio del francés. Con Roque Mesa, de nuevo hubo demasiados minutos de pérdida de control, lo que aprovechó el Standard para meter al Sevilla por oleadas en su área en una fase más o menos amplia de la primera mitad.

Por tanto, como avisa el soriano, ni tanto ni tan calvo. Ni hay que tirarse al río por lo del Getafe ni torear a las farolas por lo de ayer, que sí tuvo un plus efectivo en una de las cuestiones que más gusta de cuidar a Machín, la presión a altas intensidades arriba, lo que valió al menos dos goles.

Defensa

La desafortunada lesión de Amadou impidió ver un centro del campo con más músculo y capaz de recuperar con amplitud de piernas, de lo que carecen tanto Roque Mesa como Banega.

De cualquier forma, Carriço no es Gnagnon y el sevillismo ganó en tranquilidad. Otra cosa será cuando, por ejemplo, haya que encarar a Morales el domingo ante el Levante o a cualquier jugador del Real Madrid el miércoles.

Ataque

Banega agradece estos partidos que saltan de la Liga española a otra historia porque le sirven para lucirse. Fue el director de orquesta perfecto porque encontró espacios. El Standard ofrecía resistencia física y hasta que le duraron las fuerzas en una tarde a 32 grados, pero sin orden. Y ahí hizo daño el Sevilla con una pareja que se compenetró bien. Franco Vázquez, acostado a su pierna buena desde la derecha, y Promes jugaron con los momentos de transición del plan ideado por Preud’homme: línea de cinco en fase defensiva y de cuatro en ofensiva con Cavanda haciendo de lateral y de extremo.

En la segunda mitad, cuando los belgas empezaron a volverse locos y a perder posiciones, surgió la figura de Ben Yedder, no sólo para rematar, sino para iniciar jugadas generando superioridades en la zona de tres cuartos. Ahí, la presión alta –uno de los sellos de Machín– permitió recuperaciones muy adelantadas que acabaron de sentenciar a los flamencos. Dos goles se gestaron así, uno con un robo adelantado de Banega, el cuarto, y el penalti que llegó tras otro de Jesús Navas, el quinto.

Virtudes

La fe, presionar como presionó el palaciego ya con 4-1 es elogiable.

Talón de Aquiles

Los rivales siguen encontrando fácil crear superioridades alrededor de Roque Mesa y Banega.

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