Sevilla FC

Un debut que pide cautela

  • Sacar conclusiones aceleradas del amistoso oficial que el Sevilla jugó ante el Mladost puede conducir a errores en la evaluación del potencial Sobre todo el nivel defensivo, difícil de calibrar

Aunque al aficionado de a pie en esta época del año le bastan muy pocas referencias para hacerse una idea de lo que va a ver durante toda la temporada, la cautela dice que esa imagen tiene muchas posibilidades de ser falsa. En realidad, pocas conclusiones pueden extraerse del primer encuentro oficial de los de Emery si queremos que esas conclusiones sean tomadas en serio. Hay algunos aspectos que sí pueden dar una pista orientativa, pero ni el nivel de preparación del equipo a 1 de agosto ni la entidad del rival, el flojísimo FK Mladost Podgorica, pueden dar una medida real del potencial que el nuevo proyecto pueda tener ni hasta dónde estará capacitado para luchar en sus objetivos en las distintas competiciones, amén de que falaban piezas como Medel, Kondogbia, Marin o Gameiro.

El sevillista salió contento más por el resultado que por el juego, aunque en muchos casos ese resultado y el arreón final que el equipo tuvo en ataque en los últimos minutos hizo olvidar el ritmo cansino del que se contagió particularmente en la primera mitad tras el gol de Bacca y en buena parte de la segunda.

Pero es que igual que no se pueden sacar conclusiones que sean reglas en un partido de presentación o un amistoso, tampoco del choque del jueves, que dejó en la retina del espectador que acudió a Nervión puntos comunes que fueron los más comentados en las horas posteriores a ese 3-0 que en el minuto 82 era sólo una victoria por la mínima.

Con las reservas que siempre deben ir por delante a la hora de valorar a un futbolista por su primer partido oficial, en general los movimientos de Carlos Bacca gustaron. Jugó con mucho sentido en la primera parte, en la que prácticamente todo lo hizo bien hasta el punto de sólo perder un balón. Tiene un desmarque que recuerda algunas veces a Luis Fabiano, aunque da la sensación que el brasileño es más potente en carrera y más decisivo en los metros finales. Combina muy bien con los compañeros, mejora las condiciones en que devuelve el balón y a la hora de golear aprovechó la primera que tuvo. Falta por ver qué nivel y en qué lo puede complementar Gameiro, pero el colombiano dejó claro que va a tener competencia. Ya en la segunda parte, menos fresco, estuvo más fallón.

Con un rival como el Mladost, más fácil era poder calibrar el nivel de los jugadores de ataque que de los del sistema defensivo pese a los elogios que tras el partido recibió Carriço. En la línea de mediapuntas que alinea Emery en su 4-2-3-1 hubo de todo. Para empezar, fue desafortunada la lesión de Reyes, un hombre que estaba siendo hasta el momento de su marcha el mejor por decisión, verticalidad y actitud. Falta por ver la respuesta del equipo con un jugador como Marko Marin, pero como siempre pasa en estos casos, los nuevos le ganan el terreno a los que ya estaban. Luego salió Perotti, que mejoró en pocos minutos lo que habían hecho en muchos Vitolo, Jairo y, sobre todo, Rabello, el más discreto con diferencia. Los mejores, por tanto, puede decirse que fueron Reyes y Perotti, pero eso no vende.

Hecha ya la puntualización sobre el rendimiento del chileno, que tuvo una inesperada titularidad que no aprovechó, cabe decir que Vitolo dejó impronta de futbolista que desborda por potencia, algo así como hace Perotti, aunque con menos recursos en el regate. Dejó detalles por ambas bandas -más por la derecha-, pero también evidencias de que conforme adquiera físico mejorará, como el resto del grupo. Jairo tiene una chispa superior fruto, seguramente, de haber estado compitiendo más tiempo por el Mundial sub 20. Sus galopadas llamaban la atención, pero lo cierto es que rara vez acabó algo con criterio. Esa aceleración con la que se mueve le impide a menudo elegir la mejor opción. Falló un gol claro y pases que podían haber significado otros tantos, pero, así y todo, en general, dejó un buen sabor de boca.

Conforme se va retrasando la posición en el campo aumenta el riesgo de sacar conclusiones equivocadas por el nulo bagaje ofensivo que ofreció el Mladost, completamente replegado con una línea de seis (los cuatro zagueros más los dos de banda del centro del campo que se metían atrás) y renunciando hasta a los regalos de la zaga sevillista. En ese escenario era normal que Carriço no tuviera ningún problema para controlar la situación y así y todo, pese a la impresión general, la imagen que dio el portugués es que necesitará mucho más ritmo y velocidad de movimientos cuando el que esté enfrente sea un adversario de la Liga. Y el Sevilla sigue buscando un jugador en ese puesto.

Otro aspecto que habrá que valorar en su justa medida es la posición que ocupó Rakitic, más retrasada de lo habitual y parecida a la que tuvo en su primer año en España. No tuvo problemas para sacar a relucir su calidad, pero, como en el caso de Carriço, sin que le exigieran y sin tener a nadie encima. Si acaso Sankovic, el dorsal 4, era quien más le encimaba.

La nota negativa de una grada que en general se comportó y que no protestó por el escaso ritmo de la primera parte quizá porque los biris no paraban de animar fue la actitud con dos jugadores -uno nuevo y otro que ya estaba- a los que les ha colgado el sambenito. Fazio, aunque es verdad que es ya una cuestión antigua, dejó dos despistes de los suyos en defensa, uno a los once segundos en una mala entrega de Coke y otro en la segunda mitad cuando entregó un balón al rival y se quedó bloqueado. La grada le dedicó una sonora pitada que da a entender que todo sigue igual después de que el argentino haya renovado su contrato por cinco temporadas.

Lo de Rusescu puede considerarse más grave porque fue anunciar el speaker su nombre en el cambio y estallar ciertos sonidos de hilaridad en el estadio. Luego dejó un disparo lejano (su fuerte) que no estuvo nada mal.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios