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El decepcionante debut de Hannibal: cuánta razón tenía Quique...

Hannibal pelea un balón al espacio con Turrientes.

Hannibal pelea un balón al espacio con Turrientes. / Juan Carlos Muñoz

Prensa y afición, muchas veces si no la mayoría, se deja llevar por la pulsión de la ansia por conocer lo nuevo. El novelerío, la curiosidad por lo más inmediato, es algo habitual en el fútbol, que se nutre de la renovación constante y apenas tiene memoria. Algo así ha sucedido en el caso de Hannibal, y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

Hay que acudir a los Evangelios para poner el ejemplo de cómo es fácil pecar cuando se trata de meter prisa por ver un fichaje, por ejemplo. Hannibal dejó buenas sensaciones en su estreno como suplente en la goleada que recibió el Sevilla en Gerona. Era un partido roto, con 4-1 en el marcador. Y pidió el balón. Pero ni el rival presionaba ya como cuando el partido estaba en el aire -sólo al principio- ni el Sevilla tenía opción real de buscar la remontada, con lo que todo era muy fatuo, superficial, inane...

Después vinieron las palabras de Quique dando argumentos sobre por qué no lo convocó para la Copa con el Atlético, por qué tuvo la intención de apartarlo un tiempo, de hecho no lo convocó ante el Osasuna en principio y luego lo llamó sobre la marcha ante las bajas del equipo... Por qué no contaba con él realmente.

Más de una vez dejó pistas. Hasta que se cansó y ya cada vez que era preguntado salía por la tangente del análisis general, sin particularizar en el franco-tunecino. "Le vamos a dar el espacio necesario para que entienda dónde está, que está en el Sevilla y qué supone. Tiene que saber dónde está y queremos verlo. Hemos hablado con él y creemos que tiene que tener un tiempo de aprendizaje, un espacio, un tiempo para que vea las cosas desde fuera", llegó a decir.

La víspera del partido contra la Real Sociedad, en cambio, ya reconoció que el futbolista había evolucionado hasta el punto de estar capacitado para asumir la responsabilidad de jugar en este Sevilla, en un contexto muy complicado. Usó el madrileño la figura retórica de que "había aterrizado mentalmente". El cambio fue muy brusco... "Del Manchester United, que luchaba entre los cinco primeros, al Sevilla, que está entre los siete últimos, es muy distinto. Ha habido que aterrizarlo, ponerlo en perspectiva y ahora ya es el entrenador el que lo tiene que poner", dijo antes de darle su primera titularidad.

Y la tan esperada titularidad, su primera aparición en Nervión, fue decepcionante. Pese a que participó en el 1-0, con un disparo mordido que dejó sin querer a Isaac ante Remiro, acción previa al remate a gol de En-Nesyri, no encontró jamás el sitio, ni en el posicionamiento defensivo, ni en las transiciones y los rápidos ataques del Sevilla. Fue lo que se denomina vulgarmente una máquina de perder balones. Era el primer cambio cantado y de hecho el Sevilla mejoró en la segunda parte cuando el joven franco-tunecino fue relevado por el veterano Suso, que era la otra opción para completar el centro del campo por el cúmulo de bajas.

La web estadística Whoscored ofrece datos reveladores. Fue el centrocampista que menos tocó el balón, apenas en 31 ocasiones por 45 de Soumaré y 63 de Óliver Torres, que participó el doble de veces. Pero es que de todo el equipo y siendo titular fue el undécimo jugador en tocar el balón. Y fue el futbolista del Sevilla que más veces fue desposeído del balón: hasta en cuatro ocasiones. Y el que menos toques exitosos dio, tres, aunque en esto iguala con Óliver Torres, que fue mucho más participativo en compensación.

Tras el partido, Quique, acogió en su regazo al futbolista tras su decepcionante debut: "Yo busco que los chicos estén lo más preparados posibles, porque la crítica puede ser feroz y los puede devorar, y más en una situación muy difícil. A Hannibal lo animo a que mejore sus prestaciones de hoy, lo hemos puesto convencido de que nos podía ayudar con un gran partido. Hoy no ha sido, pero esperamos que de aquí al final de temporada lo pueda hacer". En definitiva, en el caso del esperado debut como titular en Nervión de Hannibal sólo cabe concluir que, en espera de una mejoría y una mayor adaptación, Quique tenía razón. Porque el que la lleva la entiende.

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