La filosofía ofensiva de Eduardo Berizzo está teniendo un fuerte contraste con la tremenda seguridad de su Sevilla, que sólo ha encajado tres goles en las siete primeras jornadas de Liga. "Es muy importante mantener la portería a cero. Significa que estamos muy sólidos atrás y eso es muy bueno", dijo Franco Vázquez tras el triunfo por 2-0 ante el Málaga.

Se trata de un dato a resaltar porque en la dilatadísima trayectoria del equipo nervionense en Primera División sólo en dos ocasiones había alcanzado esa escasa cifra de goles en contra a estas alturas. La primera, en la 69-70, cuando era cuarto con 9 puntos tras cuatro victorias, un empate y dos derrotas, e idéntico balance de goles que actualmente, 9-3. La segunda vez fue en la 70-71: era tercero, con 10 puntos tras cuatro victorias, dos empates y una derrota. El artífice de aquella seguridad defensiva fue el austríaco Max Merkel, con su innovador programa disciplinario, basado en el orden táctico y en un trabajo físico pionero en la Liga española, gracias a lo cual se ganó el apodo de Míster Látigo.

Eran famosas sus duras sesiones de ejercicios en el estadio, con los jugadores subiendo y bajando el graderío de cemento de un Sánchez-Pizjuán en obras. Ni antes ni después de Merkel el Sevilla había tenido tal seguridad defensiva hasta ahora. Cuando todo el mundo esperaba un fútbol alegre y ofensivo como el de un Celta que llegó a dar una exhibición de fútbol en un cálido mediodía nervionense, la seguridad defensiva brilla sobre las rotaciones.