Matías Almeyda y la identificación: a la conquista del Sánchez-Pizjuán
El argentino empieza a mutar las palabras en hechos con tres buenos partidos a domicilio y ahora le queda convencer a la grada nervionense, que ya se ilusiona con su boceto
La premisa de que al fútbol se juega en equipo
Desde el primer día, Matías Almeyda convenció con su verbo directo y fluido. Desde el principio también, trasladó la premisa de que no era con palabras con lo que quería convencer al sevillismo, sino con hechos. Y desde el primer minuto se puso como meta lograr el ideal del fútbol: la identificación de la grada con el equipo a través del juego... y los resultados. El argentino empieza a mutar sus palabras y sus alegorías -“presión la de un cirujano que opera a un bebé”- en hechos constatables.
La puesta en escena de su Sevilla a domicilio ha ido creciendo desde la digna derrota en San Mamés hasta la victoria en Mendizorroza, que confirmó que lo de Montilivi no fue flor de un día ni la lógica del mínimo exigible por la debilidad del Girona. En Vitoria la promesa de convencer con juego y resultados tuvo el mejor resultado posible: más allá de los necesarios puntos, la identificación de un sevillismo ansioso por agarrarse a algo en lo que creer.
Pero es que la forma en que logró la victoria fue inapelable. El Sevilla se adaptó con fútbol a las diferentes fases del partido y fue loable la reacción tras la pifia de Marcao, que en otro tiempo podría haberse llevado todo el trabajo colectivo por el sumidero de la frustración. Ahora a Almeyda le queda lo más difícil: la conquista del otrora fortín del Ramón Sánchez-Pizjuán, con la espada de Damocles de la belicosa animadversión hacia la directiva como amenaza.
No será una conquista fácil y no sólo por el lastre de que el Sevilla lleva un solo triunfo en casa en todo el año 2025, el salvador de la campaña pasada contra Las Palmas. Ni por la losa de que lleva muchísimo más tiempo sin lograr dos victorias seguidas, como bien sabe el técnico. Los rivales cuentan y de aquí al próximo parón de octubre los visitantes en Nervión serán el Villarreal y el Barcelona.
Sin margen para congratularse del triunfo en Mendizorroza, el argentino debe preparar a conciencia a su plantilla para la cita de este martes. Cuenta con varios factores positivos que palian el escaso lapso de tiempo: el primero es que cuenta prácticamente con toda la plantilla, aun con la incierta lesión de tobillo de Alfon; también ha logrado subir al carro a casi todos los futbolistas de que dispone, en espera de saber qué pasará con Joan Jordán; ha convertido en referencias a los dos veteranos jugadores fichados para solidificar el proyecto de reconstrucción, Azpilicueta y Alexis Sánchez; y sobre todo parece haber convencido al grupo que dirige de cuál es su ideario, su concepción del fútbol como un deporte colectivo en el que todos deben sumar.
Los datos numéricos demuestran que no es baladí la afirmación de que El Pelado esté subiendo a su nave a todos sus futbolistas. Ya ha usado en cinco jornadas a 26 jugadores, incluidos los traspasados Idumbo y Lukébakio, pese a que algunos han estado lesionados. Y sólo no han participado aún de la plantilla definitiva Cardoso, único fichaje por estrenarse, y dos futbolistas que salen de lesión, Ramón Martínez y Joan Jordán, al margen de Álvaro Fernández, que sí es un descarte claro.
A Almeyda, en este proceso, tampoco le ha temblado el pulso para tomar decisiones con determinación: darle casi todo el partido a Alexis tras la lesión de Alfon; cambiar el sistema de un 4-1-4-1 a un 5-2-3; cambiar de portero; o apostar por Nianzou y Marcao, que se ha beneficiado de que Kike Salas estaba tocado. Quiere que todos sumen, que el equipo juegue como un todo orgánico. Los nombres son lo de menos. El Sevilla de Almeyda busca ahora funcionar como una orquesta sin solista ante su gente. Y que Nervión vuelva a vibrar a través de la identificación.
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