La crónica del Valencia - Sevilla

Un paso muy corto para tener unas miras más altas (1-1)

  • El Sevilla pierde la oportunidad en Mestalla para imponerse al Valencia y ponerse muy cerquita del Real Madrid en la clasificación

Acuña y Hugo Duro persiguen un balón que parece no tener dueño.

Acuña y Hugo Duro persiguen un balón que parece no tener dueño. / Kai Försterling | Efe

Paso atrás del Sevilla en Mestalla. Un punto, teóricamente, puede ser un buen rédito cuando se visita a un histórico como el Valencia, pero a la vista de las facilidades con las que se encontró el cuadro nervionense tras el autogol de Diakhaby no más comenzar, sólo puede quedar una sensación mucho más agria que dulce a la hora de la valoración global del litigio. Sobre todo si se tiene en cuenta, aunque nadie lo quiera decir en voz alta, que la ilusión, no el objetivo oficial por supuesto, está mucho más alta a la vista de que sólo el Real Madrid tiene ahora mismo más puntos sumados en su casillero clasificatorio que los blancos.

Por ello puede resultar tan insatisfactorio el resultado que se dio en el vetusto estadio valenciano. El Sevilla pareció superior en lo referente al fútbol a una verdadera banda en la que sólo Gayá y Guedes, los que fabricaron el tanto del empate precisamente, parecía tener pedigrí de verdad para oponerse a la escuadra de un Lopetegui que también se quedaba en el hotel de la concentración aquejado de síntomas que pueden inducir a pensar en el bichito del que hablaba en las vísperas el técnico vasco.

Tal vez, sólo tal vez, el hecho de verlo todo desde la televisión, sin las pulsaciones que se pueden tener a ras de hierba, aún incrementara la autocrítica del máximo responsable deportivo de este Sevilla respecto al desempeño de los suyos. O, mejor dicho, acerca de la falta de acierto y también, en muchas ocasiones, de verdad para tratar de hacerle sangre al adversario cuando éste prácticamente se ha abierto en canal y le facilitaba de forma nítida esas opciones.

Es cierto que el Sevilla puede apelar al elevado número de bajas con el que está afrontando este tramo del campeonato, pero en esta ocasión ni siquiera eso sirve como una razón válida. En el Valencia también faltaban muchísimos futbolistas y el equipo que podía componer José Bordalás era demasiado endeble. Basta con mirar los centrocampistas para colegir que el cuadro nervionense debería haberse impuesto en el juego. Foulquier, Guillamón, Musah era una línea medular bizcochable para cualquier escuadra que aspira a algo más que meterse en la próxima Liga de Campeones. Y el resto tampoco es que fuera mucho más allá con la excepción, ya comentada, de Gayá y Guedes.

Como en el Sevilla, es cierto, futbolistas de peso como Carlos Soler y otros se quedaban fuera del choque por una razón o por otra. Y mejor se le iban a poner las cosas a los forasteros cuando en el minuto 11 se colocaban por delante en el marcador gracias a una combinación entre Ocampos y Montiel por la banda derecha. El lateral buscaba a Rafa Mir en su centro y Diakhaby, otro que tal baila, siempre con respeto y sólo en lo que se refiere a su nivel futbolístico, se interpuso en su trayectoria para meter la pelota dentro.

El cuadro de Lopetegui, que había salido con un equipo plenamente titular con las excepciones del guardameta Javi Díaz, el central Rekik y tal vez Óliver Torres, aunque el extremeño sí juega en muchas ocasiones, tenía un cero a uno a su favor y, sobre todo, podía sacar muchísimo provecho del desorden horrible del Valencia en la presión que intentaba ejercer sobre la salida del balón.

Porque los futbolistas de Bordalás iban muy arriba a tratar de incomodar, pero detrás dejaban un verdadero latifundio para correr y hacerles daño de verdad. Cada salida del Sevilla podía haberse convertido en una ocasión clara de gol, pero por unas cosas o por otras muchas veces no fueron aprovechados por los rojos esos espacios. Y otras, cuando sí lo hicieron, carecieron del acierto necesario para haber asestado el segundo golpe, que probablemente hubiera sido el definitivo ante un contrincante con tantísimas carencias.

Esas ocasiones tan diáfanas comenzaron con un córner mal rematado por Ocampos con todo a su favor (13’), siguieron con otra buena acción del argentino con un remate ideal para el lucimiento del recién ingresado Domenech (23’) y continuaron con un control horrible del protagonista de las dos anteriores cuando se hubiera quedado absolutamente solo ante la pasividad de toda la defensa (24’). El cambio de protagonista llegó en los instantes finales del primer periodo, con una jugada de Rafa Mir que se fue al poste cuando le ganó un duelo a Mosquera como si jugaran profesionales con infantiles (38’). El delantero tenía mil opciones para marcar, incluso cederle el honor al Papu Gómez, completamente solo, pero no lo hizo, como después le suce

dería a Rakitic en el cabezazo tras un centro de Ocampos (41’).

El suizo no acertó con su testarazo y sí lo hizo muy poco después Guedes para que todo se fuera en paridad al intermedio. El Sevilla, pese al empuje de un Valencia que sólo se limita a tirar del coraje, tenía motivos para irse muy decepcionado a ese parón, que Lopetegui y sus ayudantes resolvieron con la salida del nervioso Acuña para colocar a Joan Jordán y variar unas pocas de piezas de golpe.

Todo se equilibró bastante desde entonces, aunque siempre pareció el Sevilla mucho más asentado sobre el campo, pero las ocasiones ya escasearon hasta que la tuvo el debutante, en la Liga, Tecatito Corona. El mexicano se escapó en solitario tras un gran pase de Diego Carlos, pero le faltó aplomo para haber eludido la salida de Doménech cuando más fácil lo tenía.

La consecuencia es que el Sevilla se va de Mestalla con su solo punto y no con los tres que perseguía para colocarse a sólo dos del Real Madrid cuando se equiparaban en el número de partidos los dos primeros clasificados. A partir de ahí, que cada cual haga el análisis que prefiera de la situación, pero lo cierto es que el paso en Mestalla fue demasiado corto, sobre todo por las diferencias mostradas entre los dos equipos, para horizontes tan ambiciosos.

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