La planificación para la próxima temporada en materia de plantilla supone un auténtico marrón para el director deportivo que asuma el cargo, ya sea finalmente Monchi, que parece que no, o su sustituto.

Toca formar un plantel que ha quedado remendado, con jugadores de mucha edad, otros inservibles con contrato en vigor y una legión de cedidos que regresan y a los que la dirección deportiva tendrá que colocar.

Con pocos ingresos en materia de ventas previstas (sólo Bono apunta a tener cierto valor en el mercado), el Sevilla tendrá que formar una plantilla que pueda competir con garantías en la Liga y no repita los apuros clasificatorios de la presente temporada y que además soporte el desgaste de una nueva participación en la Champions League.

Este dato va a elevar el nivel del presupuesto al ingresar más dividendos, pero también obligará a un gasto mayor en masa salarial, un concepto que ya en la campaña recién acabada el Sevilla estaba en el top 4 de la Liga.

El Sevilla debe decidir qué hacer con los Rony Lopes, Augustinsson, Idrissi, Januzaj, Delaney, Óscar Rodríguez... al margen de los canterano que también han estado cedidos, como Alfonso Pastor, José Ángel Carmona, Kike Salas, Juanlu, Zarzana, Iván Romero o Luismi Cruz, este último que sí ha destacado sobremanera en el filial Barcelona, que tiene una opción de compra por 4 millones que al parecer no va a hacer efectiva.

Todo, sin saber qué ocurrirá también con jugadores con contrato como Papu Gómez, Marcao o Tecatito Corona.