Sevilla-Espanyol | Análisis táctico

Es la pólvora, no el esparadrapo

  • Tener que alinear a cuatro delanteros por la precariedad de la plantilla convierte el ataque en un arsenal, pero origina un agujero negro en un esquema remendado

  • Ben Yedder, el elemento diferenciador

Informe técnico

Informe técnico / Departamento Infografía

El partido que ganó anoche ante el Espanyol encierra toda la guerra interior que vive Pablo Machín en este Sevilla, pero otra vez es la pólvora la que justifica el esquema del esparadrapo, esa variación táctica de su idea que el soriano hizo una mañana en Valencia y que, lo que venía a hacer, era arreglar todo el descosido que una planificación deficiente dejó en la plantilla.

Ante equipos de medio pelo (aunque cuando han faltado los hombres de la primera artillería tampoco), el ejército ha aguantado, pero en cuanto un equipo bien construido y con elementos de calidad se le pone delante, el esparadrapo salta por los aires.

Porque éste es un Sevilla remendado. Y ése es también el gran mérito de Machín. Y la prueba del Espanyol de Rubi fue una demostración más de ello. Un esquema cogido con espadrapo, que deja demasiados metros para un solo jugador, Banega, que no es pivote defensivo y que además la plantilla no lo descarga de ningún esfuerzo posible. Por jugar, tuvo que jugar en Turquía y decidir encima.

Defensa

Alinear a dos delanteros acaba generando un importante déficit defensivo que hay rivales que saben aprovechar, aparte de obligar a dos jugadores ofensivos a hacer esfuerzos a los que no están acostumbrados. Y eso que con Andre Silva el equipo volvió a salir a la presión adelantada en alta intensidad tras renunciar a ella en Aoneta. Banega ya se ha visto en otros partidos apurado hasta para sacar el balón solo, pero es en las transiciones ataque-defensa cuando el sistema sufre de verdad. Al Espanyol le fue sumamente fácil encontrar lo que vino a buscar, superioridad numérica en la zona de Banega y hacer que los tres zagueros entraran en desequilibrios. Y es que hay que contar que con carrileros largos no hay laterales y si no hay laterales y tampoco medios centro, frenar las contras se hace poco menos que imposible.

El partido no dejó nunca de ser un correcalles, y eso no es algo de lo que deba de estar orgulloso Machín. Ni siquiera la entrada de Gonalons logró cerrar esa herida, aunque sí sirvió para que Banega jugara más en su sitio en los minutos finales y diera el golpe de gracia con ese pase a Ben Yedder.

Ataque

La muestra de todo lo que tiene el Sevilla arriba es que en un mal partido no dejó nunca de crear ocasiones. Al final, Machín alinea en cada encuentro a cuatro delanteros y eso es algo que la lógica de la compensación arroja sus sensaciones. Mucha llegada arriba y muchos metros libres atrás. La inédita pareja Promes-André Silva apuntó cosas, pero es verdad que le faltaba algo, quizá más movimiento por fuera que fue lo que buscó Machín con Ben Yedder, la llave maestra ante el Huesca. Sin embargo, esta vez fue para decidir él en el área, mientras que Banega dio ese paso adelante necesario para mostrarse en su plenitud.

Virtudes

El movimiento de piezas de Machín que terminó de activar un ataque demoledor capaz de decidir incluso en los días malos de Andre Silva.

Talón de Aquiles

La plantilla es una barca que Machín no sólo mantiene a flote con esparadrapo, sino que navega a toda vela.

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