A diferencia de ahora, los jugadores del Sevilla tenían hace justo un año la certeza de que en tres días iban a estar librando un derbi ante el Betis, un duelo que acabarían ganando por 3-2 en el Sánchez-Pizjuán. Es esta ocasión, ni saben cuándo se va a disputar y ni siquiera si se celebrará, pues no hay que descartar –poniéndonos en el peor de los escenarios– que se dé por concluida la competición liguera en la situación extrema en que nos encontramos por la pandemia sanitaria extendida en todo el mundo por el coronavirus Covid-19.

El 10 de abril de 2019 los futbolistas del Sevilla celebraban una comida en la ciudad deportiva (un asado por influencia de los argentinos) alentados por la viveza competitiva de Joaquín Caparrós, que apenas llevaba un mes como técnico tras la destitución de Pablo Machín, y recuperaba su predilección por los “entrenamientos invisibles” en víspera de un duelo para el que el utrerano no se olvidaba de inyectarle sangre en los ojos a sus soldados.

Ahora, los futbolistas apenas pueden hacer una videollamada o comentar sus cosas por Whatsapp, únicas actividades que pueden hacer en grupo, ya que ni entrenar les está permitido en este estado de alarma, mucho menos una comida de hermandad. La interrupción de la competición dejó al equipo sevillista a las puertas de un derbi en la Liga y, también, un bonito duelo con la Roma con los cuartos de la Europa League en juego, citas que tendrán que esperar no se sabe hasta cuándo.

En la temporada pasada, el derbi de la segunda vuelta en Nervión se disputaba el Sábado de Pasión, 13 de abril, después de que los de Caparrós sumaran dos triunfos consecutivos ante Alavés en casa y frente al Valladolid en Zorrilla para quitarse el mal sabor de boca que dejó el Valencia en su estreno en el Sánchez-Pizjuán (0-1). En el duelo ante los de Quique Setién, Munir adelantó a los locales, empató Lo Celso y, ya en la segunda parte, Sarabia a pase de Ben Yedder y Franco Vázquez de un espectacular zurdazo decantaron el duelo para los sevillistas, aunque en la recta final acortó distancias Tello de falta directa (3-2).

Nadie entonces, cuando ambos entrenadores en estos días previos escondían sus cartas, podía pensar que, con un derbi en puertas, la incertidumbre y la angustia por volver a competir estaría presente en los futbolistas, encerrados en sus casas y sin saber cuándo volverán a entrenarse con sus compañeros ni cuándo se enfrentarán a su eterno rival.