Sevilla - Barcelona | La previa

Y de repente, una semifinal

Koundé se eleva sobre Óliver Torres, En-Nesyri y Munir

Koundé se eleva sobre Óliver Torres, En-Nesyri y Munir / Antonio Pizarro

Cuando la cosa se pone calentita ya en febrero, en Sevilla los pulsos se alteran y las ilusiones se disparan. Está en juego una final, el último paso a la disputa de un título y parece que fue ayer cuando el grupo que adiestra Julen Lopetegui se presentaba en Budapest para disputarle la Supercopa de Europa al Bayern Múnich.

Este equipo acostumbrado a saltar de final en final como de oca en oca tiene ante sí un nuevo reto: doblegar al Barcelona para empezar a pensar de nuevo en plata. Superado el accidente del Mirandés, la Copa del Rey vuelve a dejar claro que tiene un no sé qué especial con este club, una atracción que se mide en las estadísticas que quedaron para los restos en este nuevo siglo que vive ahora momentos muy complicados que jamás se podían ni imaginar.

El Sevilla ahora mismo está como un tiro y en esa inercia basa sus argumentos, que serían hasta más sólidos que los azulgrana si no fuera porque con esos colores suele vestirse también un tal Lionel Messi, cuyo nombre es pronunciarse en el Sánchez-Pizjuán y empezar a temblar los muros del estadio. Los de Lopetegui suman la friolera cifra de siete victorias consecutivas y ya han quedado lejos los duelo ante equipos de categorías inferiores como el Ciudad de Lucena y el Linares.

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La Previa / Departamento Infografía

El golpe recibido por el grupo con la lesión de Ocampos ha sido fuerte y llega, además, en un momento clave de la temporada, pero también es cierto que la plantilla en momentos complicados ha sido cuando más agallas ha sacado en pos de sus objetivos. Para colmo, el pubis de Jesús Navas dijo basta y esta vez sí que, como desveló el mismísimo entrenador, no estará a prueba de bombas el portentoso físico del palaciego, con lo que le gustan al veterano capitán las citas como las que hoy se vivirá en el Sánchez-Pizjuán.

Suerte que Aleix Vidal parece otro y su rendimiento está siendo bastante digno para lo que se esperaba en un puesto que –todo hay que decirlo– Monchi dejó casi huérfano en su planificación inicial. Fuere de una manera o de otra, la situación está reconducida y el Sevilla saltará hoy al tapete verde de Nervión con un lateral derecho en su once, claro que sí, y dispuesto a hacer daño en el costado que desguarnece la espalda de Jordi Alba.

Hay quien dice que si hay un momento para meterle mano al Barcelona es ahora por las bajas que trae, por las dudas que la institución manifiesta dentro y fuera del vestuario, y también quien no para de recordar que el Barça es siempre el Barça. Y así es, pero también es cierto que el Sevilla es mucho Sevilla actualmente y que, no ahora sino muchas veces, ha demostrado ser capaz y capataz de merendarse al gigante culé.

Es verdad que lo ha hecho con público y con el Sánchez-Pizjuán convertido en una olla a presión, pero precisamente en esta temporada a puerta cerrada es cuando el equipo de Lopetegui se está mostrando más seguro en casa.

El botín, aunque haya que cazarlo a doble partido, es suculento y el encuentro, entre dos de los mejores equipos de Europa del momento, se merece calificativos como apasionante, maravilloso o espectacular por lo que hay en juego y por el nivel de los futbolistas que estarán sobre el campo. La suerte está servida y en juego hay una final... y un título.

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