El Sevilla siente ya cerca el lobo tras su nueva derrota en Pamplona (1-0)
Osasuna-Sevilla | La crónica
La controvertida tarjeta roja a Lukébakio en el minuto 32, ya con 1-0, condena a un equipo que pudo empatar hasta el final
El colchón sobre el descenso se reduce a cinco puntos y la visita del Leganés a Nervión se tiñe de dramatismo

El lobo ya aúlla cerca. Ya está ahí, a la vista. El Sevilla volvió a perder en Pamplona (1-0) y después de sumar un punto de los últimos 18 por los que ha litigado, se ha adentrado en el decorado más terrorífico que todos los sevillistas se temían, el que obliga a luchar por mantener la categoría cuando el margen de error es ya angosto, muy angosto. Decidió un solitario gol de falta directa de Rubén García a los 25 minutos de partido y sobre todo decidió, en el 32, la tarjeta roja directa a Lukébakio, que encendió un agrio debate para todo tipo de opiniones.
Lo que no admite debate, es que el Sevilla recibirá el domingo de preferia al Leganés en un partido de vivos tintes dramáticos. Y lo que también es real como el declive del Sevilla es que afrontará tan crucial cita sin su mejor jugador, sin la pieza que ha sido responsable de un buen puñado de los 37 puntos que suman los nervionenses en la tabla. Sin Lukébakio, todo lo que no sea que los sevillistas derroten a un Leganés al que tiene 7 puntos por debajo, elevará aún más la angustia del sevillismo. Sobre todo siLas Palmas, que es el equipo que marca el descenso con 32, vence en la isla al Valencia...
La pavorosa dinámica en la que se ha metido el Sevilla Fútbol Club a todos los niveles, por supuesto que con la responsabilidad directa de sus gestores, convirtió en papel mojado tolo lo bueno que escribieron los sevillistas en los primeros 25 minutos de partido. Hasta entonces, los contados momentos de fútbol medio bueno los pusieron los de blanco. Agoumé le sirvió un buen pase a Hormigo, la gran sorpresa en la alineación inicial, pero el canterano, ubicado en la izquierda por delante de Pedrosa, chutó muy blando y desviado en una ocasión de las que denominan ahora “prometedoras” (6’).
El propio Agoumé dibujó dos minutos después una parábola hasta el área que no terminó de pinchar Lukébakio, en posición dudosa, para plantarse ante Sergio Herrera y abrir el marcador.
Joaquín Caparrós prescindió de Isaac arriba, también de Ejuke. Ordenó un once previsible en la zaga de cuatro, con José Ángel, Badé, Kike Salas (que retornaba tras cumplir su sanción) y Pedrosa, y más extraño en su línea de medios, con Saúl más anclado que de costumbre a la altura de Agoumé y tres jugadores más atentos a apoyar al punta Lukébakio: Juanlu, Sow y el referido Hormigo.
Ese equipo inicial se hizo con la pelota ante un Osasuna que no salió con la agresividad que acostumbra, pertrechado con cinco defensas y esperando a que el Sevilla se destapara en alguna ocasión.
Y el Sevilla se destapó en ese fatídico minuto 25. Hormigo no estuvo lo recio que había que estar en la banda, perdió la pelota y Saúl, otra vez Saúl, pisó a Rubén García al borde del área, cometiendo una falta propicia para un zurdo como el que recibió la infracción. Rubén sorprendió, porque no tomó demasiado impulso y parecía que podía colgar el balón al remate de un compañero. Pero necesitó una corta carrera para soltar un preciso obús que se coló por la escuadra izquierda de Nyland. Golazo inapelable.
Osasuna no había hecho nada. Su estrella, Budimir, ni la había tocado. Pero este Sevilla de vocación autodestructiva recita a machamartillo eso de que “si algo puede salir mal, va a salir mal”.
Pero lo peor, parafraseando a Del Nido Benavente, aún estaba por llegar. Corría el minuto 32 cuando Lukébakio, que estaba no menos incómodo de lo que ha estado Isaac como punta incrustado entre los centrales, bajó al centro del campo, hizo una apertura a la derecha y cuando se giró para arrancar hacia la zona de remate, fue agarrado por Catena. El belga, en su afán por quitarse de encima al defensa, sacó el codo hacia atrás con la mala suerte de que impactó en la nuca del osasunista. El árbitro, el cántabro Cordera Vega, estaba muy cerca, casi más que ningún jugador, lo vio clarísimo y no quiso pararse a sopesar la trascendencia de una roja tan pronto y que el VAR, si acaso, le convenciera de la agresión.
Muy tranquilo no debió quedarse el trencilla cuando al filo del descanso, volvió a sacar la cartulina roja a Ibáñez por su entrada por detrás a Sow, una patada en la zona del tendón de Aquiles pero en disputa del balón. Muñiz Ruiz, desde el VAR, lo invitó a recapacitar y se desdijo. Lo de “si algo puede salir mal, sale mal”...
El entrenador osasunista, Vicente Moreno, fue astuto en el descanso, percibió ese ánimo del árbitro por compensar y quitó del partido a los amonestados, Catena e Ibáñez. Ingresaron Iker Muñoz y Bryan Zaragoza para cambiar a defensa de cuatro. Bryan fue el único que llevó peligro en la segunda parte hasta Nyland.
Más peligro puso el Sevilla en sendos saques de esquina de Pedrosa desde la derecha, sobre todo en el primero que cabeceó Agoumé con todo a favor y que envió fuera de forma inexplicable (62’). En el segundo fue García Pascual (entró por Hormigo tras la roja a Lukébakio) quien cabeceó flojo a las manos de Sergio Herrera.
El portero osasunista completó su buen partido sacando abajo un tercer remate de cabeza, esta vez de Saúl en córner que botó Suso cuando ya corría el minuto 86. Todavía tuvo Peque, en el descuento, la última oportunidad para que el Sevilla arrancara un merecido punto en Pamplona, pero no acertó a engatillar el centro de Juanlu desde la derecha. Hubiera sido una alegría que para el sevillista de a pie está hoy vetada. Sabe que el decorado se ha ennegrecido y que ya cerca aúlla un lobo.
También te puede interesar