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Tras el Rayo, el incendio

  • l En espera del mercado invernal para intentar corregir la errática planificación deportiva, Machín tendrá que afinar más en la elección de las piezas para su esquema... o modificar éste

Pablo Machín se queja a un asistente en el Sevilla-Getafe del pasado domingo.

Pablo Machín se queja a un asistente en el Sevilla-Getafe del pasado domingo. / Antonio Pizarro (Sevilla)

En Vallecas el Sevilla arrancó como un rayo, cierto es que ayudado por una muy circunstancial alineación de los locales que abrió una autopista de tres carriles para Roque Mesa, Banega y Franco Vázquez. Será difícil, quizás improbable, que los sevillistas litiguen en esta Liga con una media integrada por el central reconvertido Jordi Amat y el centrocampista ofensivo Medrán. Aquel 1-4 disparó las expectativas sobre el proyecto embrionario de Pablo Machín. Pero en cuanto se han elevado las exigencias con Villarreal, Betis y Getafe, se ha originado un pequeño incendio. Está en el entrenador soriano sofocarlo.

Y está en el preparador sevillista porque la ventana de los fichajes no abre hasta Navidad. Lo que tiene es lo que hay. No dispone de lo que quiso, pues entre otros el extremo Portu y el central Juanpe permanecen en Gerona y esos dos puestos que pretendía reforzar siguen pendientes. Así que en su mano está esgrimir esa virtud principal en un técnico: sacar el máximo rendimiento posible a su plantilla. La línea descendente descrita en las tres últimas jornadas, sobre todo el pasado domingo con Bordalás al otro lado del tablero, ha vaciado el globo de la ilusión sevillista.

Un atenuante, nada más

Los entrenadores deben sortear los contratiempos inherentes a toda temporada. Hay que convivir con las lesiones y las sanciones. Y negociarlas. Cierto es que es muy complicado salir indemne de tres zancadillas tan seguidas como resultaron las lesiones de Escudero (ante el Villarreal, segunda jornada), Gonalons (unos días después del derbi) y Mercado (en el Villamarín, tercera jornada). Los tres lesionados están llamados a ser baluartes para Machín y por ello ese infortunio debe ser tomado como un atenuante, nada más, ante el irregular desempeño colectivo. El argentino es sin duda su central más regular, el francés necesitó muy poco para demostrar que su presencia física lo llevará a ser titular con asiduidad y, en el lateral izquierdo, el vallisoletano se antoja fundamental mientras Arana no termine de explotar, si es que lo hace.

Las tres bajas son graves porque coinciden en el tiempo y se trata de tres titulares habituales. Pero en espera de que vayan abandonando la enfermería, lo alarmante es que tamaño contratiempo se ha multiplicado por la errática planificación deportiva diseñada por Caparrós y su equipo. Ha sido como si el destino quisiera pasar una onerosa factura a la secretaría técnica por los titubeos en la elección de nombres y puestos y las negociaciones para fichar.

35,9 millones después

La marcha de Lenglet al Barcelona dejó un gran vacío en la zaga. Pero también 35,9 millones de euros por el pago de su cláusula de rescisión. Una capacidad evidente para ir a por hasta tres centrales y dejarle a Machín cinco centrales específicos para los tres puestos de su esquema, más la posibilidad de Amadou en algún partido.

Finalmente, han sido dos los centrales que recalaron en la primera plantilla, Gnagnon (15 millones) y Sergi Gómez (5). Y el quinto hombre es Carriço, a quien el club pretendía dar salida como hizo con Nico Pareja.La baja de Mercado, más el relativo crédito en Carriço, ha llamado a filas a Gnagnon para la Liga. Y su estreno ante el Getafe evidenció que, a sus 21 años, aún le falta. Su actitud contemplativa ante Jorge Molina, sin salir a hostigarlo antes de su gran pase a Ángel para el 0-1 del pasado domingo, así lo refleja. Los 15 millones son hoy una losa para él y para Caparrós y tendrá que trabajar, con la ayuda de Machín, para levantarla. Sergi Gómez, que llega con exigencias menores por su coste, no entró con mal pie, pero comparte la línea descendente del equipo.

¿Esquema innegociable?

La falta de efectivos en la retaguardia, y la tibia respuesta de varios de los disponibles, invita a Pablo Machín a replantearse el esquema que ha traído bajo el brazo. Pero de momento, el soriano ni se lo plantea. Lo dejó clarísimo el pasado domingo, cuando Bordalás metió a Goku por Ángel y dejó solo a Jorge Molina arriba con más de media hora por delante. El entrenador sevillista aún disponía de un cambio, pero sacrificó a Aleix Vidal por Promes y mantuvo los tres centrales hasta el final.

Esa decisión no fue de fácil digestión para el sevillista. Como tampoco la ausencia de Amadou, un medio que, por su perfil, puede aportar las virtudes que no tiene la pareja Roque Mesa-Banega, cuyo déficit físico ya han explotado sobre todo Villarreal y Getafe. O la ubicación con calzador de Aleix Vidal en el carril siniestro si Arana, disponible, necesita jugar y jugar para ver si explota. O la titularidad de Nolito si Promes está para salir de titular. O el rol tan secundario de Ben Yedder...

En espera de que se reabra la ventana para fichar, la clave sevillista está en que Machín afine. Una línea de cuatro puede paliar las bajas y restar protagonismo a jugadores que hoy no rinden. Pero Machín tiene claro que si ha llegado a Nervión ha sido por su manual, no por su aspecto de buen profesor de matemáticas.

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