Sevilla - Athletic | La crónica

Una sonrisa entre la adulteración (1-0)

  • El Sevilla cumple con su parte de derrotar al Athletic con un buen gol de Rafa Mir, pero no puede alcanzar la tercera plaza final al ganar el Atlético ante una Real Sociedad que ya no se jugaba nada por no coincidir su partido con el del Betis

  • Los blancos hicieron un fútbol mucho más agradable que en el tramo final en su despedida

Rafa Mir celebra el gol que le dio el triunfo a los sevillistas.

Rafa Mir celebra el gol que le dio el triunfo a los sevillistas. / Antonio Pizarro

Satisfacción intrascendente para un Sevilla clasificado de pleno derecho para la Liga de Campeones por tercera temporada consecutiva. Un gol de Rafa Mir sirvió para que la hinchada nervionense acabara el curso con la sonrisa instalada en la cara tras un nuevo triunfo, en este caso frente al Athletic Club de Bilbao. Y el balance final, no hay más que ver los números, no puede ser más positivo en lo referente a la Liga. Cuarto clasificado, 70 puntos y sólo cuatro derrotas, dos de ellas frente al campeón, a lo largo de todo el torneo. ¿El fútbol desarrollado? Uf, eso depende de cada visión y también de la fase de la Liga que se analice, pues no se puede ser tan injusto de quedarse únicamente con las últimas sensaciones, entre otras cosas porque éstas concluyeron con otro éxito para cambiar el humor.

No iba a tener nada que ver el Sevilla en su proyecto de partida con el que ha encrespado a los suyos en este último tramo del curso. Aunque las piezas era más o menos las mismas, con un centro del campo en el que Óliver Torres se ganaba un sitio como titular después de sus buenos minutos en el Wanda Metropolitano, había una cualidad que se había añorado, y mucho, el último tramo. Se trata, indudablemente, de la velocidad, porque los blancos fueron capaces de desbordar de esa manera por primera vez en mucho tiempo.

Fue clarísimo que se trataba de una consigna y también, lo más importante, que había futbolistas con la chispa para interpretar esas órdenes. La primera pelota ya fue profunda, pero la segunda se iba a convertir en una ocasión clarísima de gol. El balón le llegó a Óliver Torres y éste lo proyectó hacia Tecatito Corona, extremo izquierdo esta vez. El mexicano se la dio con todo a favor a En-Nesyri, no había fuera de juego, pero el marroquí le metió el pie muy abajo y el balón se iba a las nubes cuando era una opción diáfana para haber colocado el uno a cero.

Y no iba a tardar mucho para que llegara la segunda. Esta vez era diferente, con una internada de Acuña también por el costado izquierdo y su centro, espectacular, hacia atrás era cabeceado por Lamela casi desde el punto de penalti. El balón se estrelló con mucha fuerza en el poste y después se dirigía hacia Unai Simón, aunque éste impedía el rebote hacia su propia portería.

El Sevilla trataba de prolongar ese buen arranque, pero la verdad es que comenzaron a llegar las imprecisiones ante la presión, muy arriba, que ordenaba Marcelino a los suyos y eso provoca que el juego se fuera volcando más hacia el área de Dmitrovic. Los anfitriones, en su deseo de tocar rápido, eran más imprecisos y eso acarreaba más carreras hacia atrás de las deseables.

No se iba a traducir en sustos dignos de ser considerados, aunque sí llegó un gol de Yuri en una recuperación tras una salida de Koundé y un posterior rebote. El problema, para fortuna del Sevilla y desgracia del Athletic, fue que el balón le dio en la mano y Del Cerro Grande lo anuló por ese motivo. Los sevillistas se habían salvado de ese primer susto y posteriormente hasta podrían marcar de nuevo a través de En-Nesyri, pero éste se vio obligado a rematar con la derecha y por ahí se esfumó la última opción antes del intermedio.

En ese tiempo de asueto se iban a variar algunas piezas, una por parte del Sevilla, con el ingreso de un Rekik al que algunos le dan cualidades de talismán por su propensión a no perder, y dos por el bando de los vascos. El Sevilla volvía a arrancar con brío con esos nuevos elementos y aunque padecía un susto inicial en una carambola entre Dmitrovic e Iñaki Williams que se iba finalmente al poste, llegó a marcar a través del propio Rekik. Tampoco valió, el VAR observó un fuera de juego previo de Koundé y todo se quedaba de nuevo tal como estaba.

Coincidía en el tiempo con la primera mala noticia que llegaba desde San Sebastián, pues se conocía el gol de De Paul. Además, el Villarreal también marcaba el segundo en el Camp Nou para que cada vez fuera mucho más intrascendente lo que sucediera en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Paradójicamente, la segunda nueva no deseada se producía al mismo tiempo que el excelente gol que materializaba Rafa Mir en una nueva jugada basada en la zancada y en romper la adelantada defensa del Athletic.

Pero con el cero a dos que ya se cantaba desde San Sebastián, en esa adulteración manifiesta de la competición por no jugarse al mismo tiempo el partido de la Real Sociedad que el del Betis, todo era muy absurdo. Restaban veinte minutos para ver cómo acababa el litigio, pero la realidad es que no servía absolutamente para nada lo que pudieran hacer los sevillistas más allá de provocar que los suyos se despidieran con un mejor humor que en otras ocasiones.

Eso fue lo que provocó el gol de Rafa Mir, que el referéndum hacia la figura de Lopetegui incluyera vítores hacia el vasco, entre otras cosas porque sus resultados son dignos de una loa casi permanente. Ahí están los números, cuarto, 70 puntos, 4 derrotas... ¿Que se puede mejorar? Claro que sí y ahí está el reto, pero de momento toca aplaudir este balance.

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