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Enfermo del corazón y sin información

Una encuesta revela que muchos pacientes cardiovasculares desconocen el alcance real de su dolencia. Informar y comunicar son habilidades clave para el profesional sanitario.

Profesionales supervisan actividades de rehabilitación cardiaca en un hospital.
Ainhoa Iriberri

29 de marzo 2013 - 01:00

Adaptando el famoso refrán Ojos que no ven, corazón que no siente, la mayoría de los pacientes hospitalizados tras sufrir un evento cardiovascular desconocen datos importantes sobre su enfermedad tres días después de haber sido ingresados y haber recibido toda la información relativa a su patología, a saber: qué se les ha diagnosticado, quién será su médico responsable; qué pruebas diagnósticas se les han tenido que practicar, qué intervenciones terapéuticas se requieren y quién es el médico que les atiende.

Precisamente este último punto es el más difícil de recordar para los afectados, según una encuesta llevada a cabo a 100 pacientes cardiacos del Hospital Central de Asturias, que se acaba de publicar en la Revista Española de Cardiología, el 61% desconocía a su médico responsable.

Pero existen datos más graves. El 24% no sabía decir qué tipo de cardiopatía padecía (se entrevistó a afectados de cardiopatía isquémica, valvular, arrítmica y de pericardio, así como a afectados por endocarditis infecciosa). Casi un 20% de los afectados no sabía definir en qué servicio hospitalario se encontraba ingresado y un 17% creía erróneamente que se encontraba en la unidad de cirugía cardiaca, a pesar de que no se les había efectuado ninguna operación quirúrgica.

Casi un tercio de los enfermos desconocían las pruebas que les habían realizado hacía apenas tres días de media y el 22% no sabía contestar a la pregunta de si su enfermedad sería relevante en su pronóstico.

Sin embargo, quizás el dato más preocupante es el que impacta en el futuro de los pacientes. Obviamente, cuando estos salgan del hospital han de seguir un tratamiento determinado, que les fue explicado por sus médicos en el momento del ingreso. Sin embargo, la encuesta subraya que el 29% de los pacientes no sabía definir qué tipo de tratamiento se aplicaría en su caso.

Más aún, mucho (el 23%) ni siquiera sabían si la patología diagnosticada era grave y un 29% consideraba que su enfermedad era menos grave de lo que la medicina establece. Teniendo en cuenta estos datos, no es de extrañar que casi un 30% de los enfermos no estuviera dispuesto a cambiar sus hábitos de vida, aunque así lo indicara su enfermedad. "No significan que no quieran, si no que no lo consideran necesario de acuerdo con lo que saben de su enfermedad. Probablemente una mayor información y formación sobre su patología les haría ser conscientes de la necesidad de ser parte activa en su tratamiento" explica el cardiólogo del Hospital Central de Asturias Manuel Barreiro, autor principal del estudio.

"La intención de nuestro estudio era hacer de manera sencilla y sin complicar demasiado al paciente, un pequeño sondeo sobre lo que conocía de su enfermedad. Como bien apuntas, el estudio está realizado en únicamente 100 pacientes de entre los ingresos de Marzo de 2012 de un único centro. Siendo puristas estos resultados únicamente tendrían validez interna y para poder extrapolarlos se deberían estudiar más muestras en diferentes hospitales", reconoce Barreiro.

Sin embargo, el especialista apunta a que su centro es "terciario y con representación tanto del medio rural como del urbano" por lo que se pueden "asumir con ciertas reservas cierta validez externa en los datos". En cualquier caso, el trabajo no echa la culpa de la situación a los pacientes. Por el contrario, señala que estos aspectos "deberían formar parte de los programas de calidad hospitalarios para poder corregir posibles deficiencias de información en la relación médico paciente".

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