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Reportaje

Jack el Destripador, un misterio que cumple 130 años

  • La madrugada del 31 de agosto de 1888 apareció en el barrio londinense de Whitechapel el cadáver de Mary Ann Nichols, primera víctima del más célebre asesino en serie.

El hallazgo del cuerpo de Catherine Eddowes, una de las víctimas de Jack el Destripador.

El hallazgo del cuerpo de Catherine Eddowes, una de las víctimas de Jack el Destripador.

Poco antes de las 04:00 del 31 de agosto de 1888, un cochero hizo un macabro descubrimiento. En un estrecho callejón de Whitechapel, un barrio pobre de Londres, yacía boca arriba, con el cuello cortado, el vientre abierto y la falda subida, el cadáver de Mary Ann Nichols. Era la primera víctima de Jack el Destripador, el asesino en serie más famoso en la historia mundial.

En el mismo lugar donde ahora los hipsters desayunan, los turistas admiran el arte callejero y estudiantes de moda realizan sus creaciones, imperaba a finales del siglo XIX la ley del más fuerte. Quien quería sobrevivir tenía que trabajar como jornalero en el mercado o el puerto o dedicarse ocasionalmente a la prostitución.

Whitechapel, un escenario idóneo

Los barrios de Whitechapel y Spitalfields tenían mala fama como área de inmigrantes, donde desde hacía siglos encontraban su primer cobijo hugonotes, irlandeses y judíos huidos de los pogromos en Europa del Este. Muchas veces vivían en asilos de pobres con comedores populares gestionados por el Ejército de Salvación.

Un laberinto de patios y callejones estrechos con muchos albergues y pequeños talleres donde Jack el Destripador podía asesinar sin ser descubierto. Había muchos sospechosos, pero hasta hoy los cinco asesinatos que se le atribuyen nunca fueron esclarecidos.

'From Hell', la novela gráfica de Alan Moore sobre Jack el Destripador. 'From Hell', la novela gráfica de Alan Moore sobre Jack el Destripador.

'From Hell', la novela gráfica de Alan Moore sobre Jack el Destripador.

Las víctimas

Menos de una semana después del primer asesinato fue hallado el cadáver de la segunda víctima, Annie Chapman. Una parte de sus entrañas había sido extirpada. Tres semanas después se registraron dos asesinatos en una sola noche: Elizabeth Stride a las 01:00 (al parecer, el asesino fue sorprendido pero pudo huir) y 45 minutos después Catherine Eddowes, en cuyo cadáver faltaban el riñón izquierdo y el útero.

La Policía desplegó un número adicional de agentes para patrullar el área y policías de paisano se mezclaron entre borrachos y personas sin techo. Sin embargo, todo fue inútil: el 10 de noviembre, el asesino puso fin a la serie matando a Mary Kelly, cuyo cadáver fue hallado en la cama de un miserable alojamiento. Una parte de sus órganos estaba expuesta en una mesa.

La investigación

La Policía se sentía impotente. Aún faltaban muchos años para que se inventaran y aplicaran las técnicas criminalísticas modernas. La propia Policía eliminó posibles pistas, entre ellas una palabra en una pared que posiblemente fuese escrita por el asesino. La prensa describía los asesinatos mencionando todos los detalles espeluznantes, también en venganza por el hecho de que Scotland Yard no daba informaciones.

El modus operandi del asesino desconocido estaba claro: la mayoría de sus víctimas tenían en torno a 40 años de edad y todas habían sido prostitutas o todavía se dedicaban a este oficio. El autor de los asesinatos mataba los fines de semana o en días festivos, degollaba a sus víctimas y mutilaba bestialmente los cadáveres.

Posiblemente, algunos transeúntes lo vieron: la cuarta víctima, Catherine Eddowes, fue vista en compañía de un hombre solo diez minutos antes de que fuese hallado su cadáver. En el periódico The Times, un testigo describió al presunto asesino como un hombre "de unos 30 años, de 1,75 metros de estatura, tez clara, un pequeño bigote rubio, un pañuelo rojo y un gorro puntiagudo".

Los sospechosos y el misterio por resolver

La Policía y los medios recibían cientos de cartas en las que el presunto asesino reivindicaba sus actos, entre ellas una firmado por un tal "Jack the Ripper", el nombre con el cual fue bautizado el desconocido asesino en serie. La autenticidad de este escrito está siendo cuestionada actualmente, pero en aquel entonces, y en los años venideros, el nombre Jack el Destripador daba alas a la fantasía de muchos reporteros, imitadores y detectives aficionados.

Había un montón de sospechosos, desde ex amantes, carniceros, médicos, comadronas (por sus conocimientos anatómicos), masones, inmigrantes, el nieto o el médico personal de la reina Victoria, magos hasta un grupo de anarquistas que supuestamente estaba influenciado por un genio diabólico ruso que además era un espía del Gobierno británico. Todo fue en vano. El asesino nunca fue apresado.

Jack el Destripador sigue fascinando como personificación del mal a médicos forenses y escritores de novela negra como Patricia Cornwell, quien intentó demostrar, sin convencer a muchos, que el asesino fue el artista Walter Sickert. Y casi todos los días historiadores improvisados guían a turistas llegados de todas partes del mundo por Whitechapel buscando las huellas del misterioso asesino en serie de Londres.

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