Causa criminal

Una cabeza en el interior de una caja y una sospecha: comienza el juicio del caso de Castro Urdiales

Comienza el juicio por el asesinato De Castro Urdiales

Comienza el juicio por el asesinato De Castro Urdiales / Román G. Aguilera (EFE)

El 19 de abril de 2019 se denunció la desaparición de Jesús María Baranda, empleado de banca jubilado y de 67 años de edad, en el municipio cántabro de Castro Urdiales. Su rastro se había perdido unos meses antes, en torno al 13 de febrero de ese mismo años según el informe elaborado por la acusación particular. Unos días más tarde, entre el 18 y el 20 del mismo mes, sus familiares le preguntaron a su entonces pareja, Mari Carmen, dónde estaba Jesús Mari. Ésta les contestó que se encontraba de vacaciones y que se le había estropeado el móvil, por lo que les facilitó un número de teléfono para que pudieran contactar con él. Los mensajes que, en teoría, recibían de Jesús Mari eran demasiado escuetos y ante la preocupación, sus familiares lo amenazaron con que mandara un mensaje de audio o, en caso contrario, acudirían a la Guardia Civil para denunciar su desaparición. 

La caja con el cráneo 

El 28 de septiembre de 2019 una vecina de la pareja llamó alterada a los servicios de emergencias porque encontro en su armario una caja con un cráneo en su interior. La caja se la había dado Mari Carmen unos meses atrás con la excusa de que dentro había juguetes sexuales y que le daba vergüenza que la policía los encontrara si registraban el domicilio. Alertada por el mal olor, la vecina decidió abrir la caja e ir desenvolviendo poco a poco su contenido, meticulosamente envuelto en bolsas de basura. Para su sorpresa lo que encontró dentro no fueron juguetes sexuales sino un cráneo humano, el de Jesús Mari.

La explicación que entonces dio Mari Carmen fue la de que alguien había dejado la caja en el rellano de su puerta y ella había decidido guardarla como recuerdo, ya que era lo único que le quedaba de su pareja.

 Las bolsas de basura que tiró la limpiadora y otras pruebas

La empleada de hogar que trabajaba para Mari Carmen y Jesús Mari declaró, tras los hechos, que unos días después de la desaparición de éste, Mari Carmen le pidió que tirara unas bolsas de basura que pesaban mucho porque estaban llenas de tierra de unas macetas. A pesar de este testimonio la búsqueda de los restos de Jesús Mari en el vertedero fracasa.

Entre otras pruebas que la incriminan como autora de los hechos se encuentras algunas búsquedas en internet previas al suceso que a la Guardia Civil les resultaron inquietantes, como la compra de una motosierra, la indagación de cómo desatascarla, la pregunta en un buscador web de cuánto tiempo tardaba en descomponerse un cadáver o el encargo de la desinfección de su domicilio. Sin embargo, la Policía pudo encontrar manchas de sangre en la cocina, el baño, las escaleras, la terraza y el salón de las que, por su estado de degradación, no se pudo hacer estudio de ADN. De lo que sí se puedo hacer un análisis fue del cráneo, del que se extrajo que tenía restos de diazepam, medicamente con el que Jesús Mari pudo ser manipulado.

El posible móvil del asesinato y la defensa del abogado 

Desde el principio del suceso el móvil al que apunta la Guardia Civil gira en torno a la herencia de Jesús Mari, ya que Mari Carmen estaba incluida en su testamento

El abogado de la presunta asesina, Eduardo García Peña, mantiene que van a luchar por la inocencia de su defendida argumentando cosas como que el uso de una motosierra en un edificio de pisos hubiera despertado la atención de algún vecino o que no se ha encontrado ningún arma que pueda incriminar a Mari Carmen. Además hace incapié en la repercusión emocional que puede tener para la acusada llevar tres años en prisión si no ha cometido el crimen.

La presunta asesina, para la que la Fiscalía pide una condena de 25 años, siempre se ha declarado inocente y comparece hoy ante el juez.

 

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