Asesinos ibéricos

Un asesino de prostitutas que puede estar suelto: radiografía del 'Jack el destripador' almeriense

Captura de la portada de 'El Caso' en el que se retrata uno de los asesinatos

Captura de la portada de 'El Caso' en el que se retrata uno de los asesinatos

La aparición de una decena de prostitutas encontradas muertas por la geografía almeriense puso en jaque a las fuerzas de seguridad y también a la opinión pública durante 7 años. Ocurrió entre los años 1989 y 1996. En la atmósfera de la época una duda: ¿quién era?, y una sospecha: ¿era un asesino en serie?. El halo de misterio en la provincia del este andaluz sigue vivo más de 20 años después de la última de las muertes.

Las posibilidades reales de que se tratara de un asesino en serie son muy elevadas por la existencia de una serie de coincidencias y determinados componentes.

El modus operandi del Jack El Destripador almeriense (apodo recibido en la época) era el mismo: todas las meretrices asesinadas eran jóvenes y de una edad muy parecida. Por otro lado las asesinadas pertenecían a un rango social muy bajo y marginal y todos los cuerpos aparecían desnudos, con signos de estrangulamiento y eran hallados en zonas exteriores alejadas de los núcleos urbanos.

Un asesino puede andar suelto

La relación de crímenes bajo el mismo paraguas de características fueron en 1989, 1991, 1992, 1993, 1994 y 1996. 

El primero de los diez crímenes fue el de Carmen Heredia, de 26 años. La mujer fue encontrada tirada en una rambla de Vélez-Rubio el 6 de agosto de 1989. El 21 de octubre de este mismo año aparecería el cadáver de una joven sin identificar en una acequia de Purchena metida dentro de una bolsa de plástico.

Pasan dos años cuando el 6 de octubre de 1991 encontraron en Punta Entinas otro cuerpo, sin identificar. Las autoridades creen que es una enfermera británica de la que se dejan de tener noticias en agosto de 1991. Scotland Yard, sin embargo, descarta que se trate de ella.

Y llega 1992, el 21 de julio de unos restos de mujer calcinados en un vertedero de El Ejido. Unos meses después aparece el cadáver de María Jesús Muñoz el 6 de octubre con el cuello partido y con señales de asfixia y estrangulamiento. Su cadáver aparece en las afueras de Almerimar.  Los investigadores relacionaron ambos casos y empezaron a especular con la posibilidad de que el asesino de ambas fuera el mismo y se empieza a ver la conexión también con los crímenes similares en la provincia de Almería perpetrados desde 1989 hasta 1992.

El asesino de prostitutas ya llevaría 6 casos a sus espaldas, cuando entra un nuevo año:1993. Es 25 de enero cuando aparece en una playa de la localidad de Aguadulce el cuerpo sin vida, desnudo y estrangulado, de María Leal. Mismo modus operandi, y mismo aspecto de la prostituta fallecida: una incógnita, ¿ha sido el mismo asesino?. Ya van 7.

Llega el verano cuando el 5 de julio de 1993 un hortelano de El Ejido encuentra en la zona de Cuatro Vientos el cadáver de Khadija Monsar, una joven de origen marroquí de unos 25 años y que trabajaba en el puticlub del Pampanico. Su cuerpo estaba casi desnudo y presentaba señales nuevamente de haber sido estrangulada. Con este caso son 8 los que se suman a la lista del asesino de prostitutas.

Pasaría más de un año hasta que apareciera la penúltima de las prostitutas asesinadas en tierras almerienses. Es 2 de agosto de 1994 cuando encuentran el cuerpo de una joven neerlandesa de origen magrebí, Nadia Hach Amar, de 22 años. Ha sido hallada desnuda y estrangulada en una zona apartada, detrás de un campo de fútbol en el barrio de Los Ángeles de Almería capital. 

Dos años está sin actuar hasta que aparece en 1996 en la playa del Palmer, entre unos acantilados el cuerpo desnudo, con el cuello partido y con signos de estrangulamiento de Aurora Amador. 

Y hasta aquí todo. 10 asesinatos y ya no vuelve a actuar. ¿Quizás murió? ¿Fueron personas diferentes imitando el modus operandi? ¿Fue encarcelado y cumple condena por otros hechos? Las autoridades nunca llegaron a una conclusión.

Entre las prostitutas de la provincia se vivía auténtico pavor y por ello muchas de ellas llegaron incluso a mudarse de sitio.

Existió una persona sospechosa en la zona de Poniente que la Policía mantuvo controlado un tiempo pero nunca se llegaron a encontrar pruebas ni ningún indicio que pudiera relacionarlo con los asesinatos. 

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