El reputado diario británico The Guardian ha compartido los resultados de una serie de estudios de seguridad alimentaria que sin duda han alarmado a los consumidores europeos, ya que mostraron un aumento en la presencia de pesticidas tóxicos en frutas muy variadas comercializadas en todo el continente.

Las muestras escogidas para realizar estos análisis fueron alrededor de 100.000, principalmente manzanas y arándanos. Aproximadamente un tercio de las manzanas de la remesa analizada y la mitad de los arándanos tenían rastros de algunos de los pesticidas más tóxicos de todo el mercado, que se sabe provocan gravísimos efectos sobre el organismo humano, incluyendo cáncer, patologías cardiacas varias y deformidades en niños recién nacidos.

La Pesticide Action Network (Red de Acción contra los Pesticidas) condujo una serie de experimentos sobre frutas variadas durante 9 años, desde 2011 hasta 2019 incluido. En este periodo, la presencia de residuos tóxicos derivados de pesticidas nocivos aumentó un 28% en kiwis y una cifra idéntica en cerezas.

En términos generales, el aumento del uso de pesticidas tóxicos ha aumentado en un 53% en todo tipo de frutas por toda Europa, aunque dichos pesticidas están legalizados según los estándares de la Unión Europea como sustituibles, es decir, que se busca cambiar estas sustancias por otras menos dañinas para el medio ambiente y las personas en el futuro.

Las variedades de fruta más afectadas por estos residuos fueron los arándanos (en un 51%), los melocotones (en un 45%), las fresas (en un 38%), las cerezas (en un 35%) y los albaricoques (en un 35%). Por otra parte, en verduras destacaron el apio (50%), el apio nabo (45%) y el kale (31%).

Los seis pesticidas destacados como sustituibles según criterios de la Unión Europea que han causado esta contaminación son fluxioxonil, cyprodinil, tebuconazol, difenoconazol, lambda cialotrina y etofenprox, sustancias altamente peligrosas para consumidores y ecosistemas.

En definitiva, parece que se han de aumentar los controles sanitarios en frutas y verduras de cara a los próximos años para evitar efectos dañinos a medio y largo plazo sobre la población europea y, por supuesto, el medio ambiente al completo.