Más problemas con la comida

epidemiología Trastornos alimentarios

Especialistas en anorexia, bulimia y otros trastornos detectan un aumento de casos en los últimos meses · Hasta ahora, la 'alarma social' había sensibilizado a familias y pediatras y permitido la detección precoz

La capacitación de los padres y del entorno escolar es esencial en la prevención y abordaje del problema.
La capacitación de los padres y del entorno escolar es esencial en la prevención y abordaje del problema.
Manu Mediavilla / Madrid

27 de octubre 2011 - 01:00

"Estamos ante un nuevo brote epidémico de trastornos de la conducta alimentaria (TCA)", alerta Gonzalo Morandé, jefe de Psiquiatría Infantil del Hospital Niño Jesús de Madrid, donde existe una unidad específica para tratar la anorexia, bulimia y demás TCA y donde sus especialistas han constatado la llegada en los últimos meses de "chicas -niñas y adolescentes-- muy delgadas y con complicaciones médicas". Y eso, remarca, "hacía tiempo que no pasaba". El experto cifra en "más de 300 los casos nuevos este año", a un ritmo de "ocho nuevos cada semana".

Durante el seminario Controversias sobre los trastornos alimentarios, Morandé lanzó su "mirada desde la clínica" al problema de los TCA para recordar que la "alarma social" y su conversión en una "enfermedad mediática" habían tenido un efecto sensibilizador en la población y permitido su "detección mucho más temprana". Esa voz de alerta, añadió, había llegado a las madres -sobre todo-, al resto de la familia y a los pediatras, que han "respondido rápidamente" y conseguido hasta un "95% de acierto" en el diagnóstico de esos trastornos cuando en problemas como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad rondaba solo el 40 50%.

El encuentro sobre TCA, organizado por el Instituto Tomás Pascual para la Nutrición y la Salud y la Fundación Instituto de Trastornos Alimentarios (FITA) en la sede del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), sirvió para abordar la cuestión desde sus diversos prismas clínicos y sociales, preventivos y terapéuticos. Y con una atención preferente a la situación actual, en la que también influye la crisis. El propio Morandé subrayó que si "cada crisis económica y social aumenta el número de consultas en psiquiatría, también de adolescentes", en este caso la preocupación se acentúa porque, al haber "más tensión" en el círculo más próximo, "disminuye el factor de protección familiar".

Esa desprotección familiar es un lastre desde el punto de vista preventivo. Pero también a la hora de afrontar el problema cuando ya ha sido diagnosticado. La implicación del círculo más próximo a la persona con TCA es fundamental en su tratamiento, máxime cuando entre los objetivos estratégicos figura el de "estabilizar la personalidad descompensada" del paciente. Al final, la terapia viene a ser un todo interrelacionado en el que se abordan los síntomas fisiológicos, se tratan las "dificultades instrumentales" de lenguaje y psicomotricidad y se busca "recuperar" y normalizar escenarios vitales tan esenciales como la familia, las amistades o el colegio.

Como dijo Morandé, hay que "recuperar a la madre, al padre -que no saben qué hacer- y a los amigos" como agentes de salud y desarrollo, y también "recuperar la escolaridad", porque "los padres y la escuela son sistemas de salud" en la práctica cotidiana. En ese contexto, describió como "prioritaria la capacitación de los padres, que a veces se sienten superados"; abogó por la participación del profesorado "en la otra tarea de incorporación a la escolaridad", y consideró "clave" a la enfermería pediátrica para la "ejecución del programa diario" terapéutico. También "los psicopediatras son parte del equipo", añadió, porque "dan continuidad al tratamiento".

José Casas, pediatra del Hospital de La Paz y de la también madrileña Clínica Ruber, coincidió en el papel central de los padres en la terapia, que ofrece "resultados mejores y más rápidos en casa" que en el hospital. Y Ana Rosa Sepúlveda, profesora de Psicología de la Universidad Autónoma madrileña, defendió su rol como "cuidadores expertos", que será "clave para que la recuperación se mantenga en casa". El ingreso, apuntó Casas, debería reservarse para casos con malnutrición severa, deshidratación, arritmia, rechazo a la alimentación, atracones y vómitos incontrolables, etcétera. Con un adecuado control médico-paterno y una ganancia moderada de peso (en torno a 0,8 kilos por semana), el proceso de estabilización y realimentación suele resultar eficaz, aun a costa de una redistribución de grasa que perfile una silueta de "cuerpo de pera".

Un riesgo a prevenir en casos graves es el síndromede realimentación, que puede tener fatales consecuencias. Y otro elemento que puede complicar la terapia es la frecuente necesidad de tratar la pérdida de masa ósea que suelen provocar los TCA.

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