Los últimos días antes del silencio: así viven los cardenales el preludio del cónclave

Los cardenales más activos en redes sociales acercan un poco un evento tan hermético como un cónclave

¿Es Donald Trump 'papable'?

Américo Manuel (51 años), Giorgio Marengo (50), y el ucraniano Mykola Bychok (45)
Américo Manuel (51 años), Giorgio Marengo (50), y el ucraniano Mykola Bychok (45)

En el corazón del Vaticano, mientras se ultiman los preparativos para uno de los rituales más antiguos y herméticos de la Iglesia católica —la elección de un nuevo Papa—, la vida fluye entre lo solemne y lo cotidiano. Aún fuera del férreo aislamiento que impone el cónclave, los cardenales del mundo entero comienzan a despedirse, poco a poco, de sus rutinas modernas. Entre ellas, una destaca por encima de todas: la actividad en redes sociales.

Aunque el cónclave se desarrolla en el más absoluto secreto, los días previos están marcados por una cierta libertad de movimiento y expresión. Algunos purpurados han aprovechado este breve margen para compartir con sus seguidores retazos de sus jornadas en Roma. No se trata de filtraciones, sino de instantes humanos: traslados, oraciones, encuentros fraternales o momentos de reflexión compartidos con tono cercano y espontáneo. Todo, claro está, con extremo cuidado de no vulnerar el juramento de confidencialidad que se avecina.

Uno de los testimonios más comentados ha sido el del arzobispo de Tokio, Isao Kikuchi, quien publicó una fotografía sonriendo en uno de los autobuses del Vaticano, acompañado de otros cardenales camino de la basílica de Santa María la Mayor, donde acudieron a rezar ante la tumba del recientemente fallecido papa Francisco. Su mensaje breve —“Viajando para rezar”— ha dado la vuelta al mundo como símbolo de la mezcla de solemnidad y cercanía que impregna este interregno pontificio.

El cardenal Kikuchi
El cardenal Kikuchi

Pero Kikuchi no es el único. El cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, ha convertido su perfil en la red social X en una especie de diario espiritual y logístico. Con casi 300.000 seguidores, comparte mensajes en vídeo sobre sus sensaciones diarias, su participación en las congregaciones generales y reflexiones sobre el legado de Francisco. Estas congregaciones, que comenzaron a celebrarse tras el funeral del pontífice emérito, son encuentros preparatorios en los que los cardenales, tanto electores como mayores de 80 años, debaten sobre los desafíos de la Iglesia y perfilan el perfil deseado del futuro papa.

El portavoz de la Santa Sede, Matteo Bruni, ha sido tajante en recordar que todo lo que se diga dentro de esas reuniones debe permanecer en la más estricta confidencialidad. “No habrá notas oficiales sobre lo que se discute en las congregaciones. El secreto es absoluto”, afirmó en rueda de prensa. Y no solo afecta a los cardenales: también los médicos, secretarios, personal de seguridad o asistentes técnicos que intervienen en el desarrollo del cónclave deben prestar juramento de silencio.

Pese a estas restricciones, las redes siguen siendo una ventana abierta hasta que se clausuren oficialmente las puertas de la Capilla Sixtina el 7 de mayo. Algunos cardenales, especialmente los más jóvenes, han protagonizado escenas virales. Una fotografía difundida recientemente muestra juntos a los tres purpurados de menor edad: el portugués Américo Manuel (51 años), el italiano Giorgio Marengo (50), prefecto apostólico de Ulán Bator (Mongolia), y el ucraniano Mykola Bychok (45). La imagen, tomada en el interior de la basílica vaticana, ha sido interpretada por muchos como símbolo de renovación y diversidad.

Américo Manuel (51 años), Giorgio Marengo (50), y el ucraniano Mykola Bychok (45)
Américo Manuel (51 años), Giorgio Marengo (50), y el ucraniano Mykola Bychok (45)

También ha destacado en estas jornadas el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, una figura muy popular entre los fieles, con más de 600.000 seguidores en su perfil verificado de Facebook. Allí continúa compartiendo mensajes pastorales, reflexiones, homenajes al papa Francisco e incluso momentos más distendidos: no es raro encontrar vídeos suyos cantando o bailando en TikTok, lo que lo convierte en una de las figuras más queridas entre los fieles digitales.

En el ala más conservadora del Colegio Cardenalicio también hay voces activas. El guineano Robert Sarah y el estadounidense Raymond Leo Burke mantienen perfiles sólidos en redes sociales, donde comparten textos devocionales, exhortaciones morales y reflexiones teológicas. A ellos se suma el venezolano Baltazar Enrique Porras, ya fuera del cónclave por edad, quien sigue de cerca las congregaciones y no duda en comentar públicamente algunos aspectos organizativos de esta fase de sede vacante.

Más allá de las publicaciones, hay una constante que se percibe entre los cardenales: el ambiente de respeto y expectación. Saben que pronto deberán apagar sus teléfonos, abandonar sus alojamientos temporales y dejar de lado toda forma de comunicación con el exterior. Una vez se cierre la puerta de la Capilla Sixtina y se pronuncie el “extra omnes”, quedarán recluidos bajo vigilancia estricta, sin acceso a internet ni dispositivos electrónicos, hasta que emerja la tradicional fumata blanca.

Cada cónclave es irrepetible, aunque sus reglas no cambien. El misterio que lo envuelve convive, cada vez más, con una humanidad visible. Mientras el mundo especula sobre listas de “papables” y posibles equilibrios geopolíticos, los cardenales, hombres de carne y hueso, se preparan espiritualmente para una de las decisiones más trascendentes de sus vidas. Y hasta el último minuto antes del encierro, muchos de ellos seguirán compartiendo esa espera con quienes, desde todos los rincones del planeta, los acompañan en silencio desde una pantalla.

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