De boca en boca

Casa Moreno

  • La tradición más pura de Sevilla hecha bar 

Casa Moreno

Casa Moreno / M.G.

La capital de Andalucía esconde, tras su belleza celestial, bajo el calor del Lorenzo y el aroma a azahar de sus calles, uno de los rincones más sublimes que ha dado la ciudad del Giraldillo. Casa Moreno es la esencia de las costumbres perdidas, un presente en el que mirarse y un futuro que, a la deriva, necesita de puertos como este.

Algo similar debe sentirse al entrar en los cielos. Olor a tradición, cortes de sabor a manos de Quisco, un Dios terrenal que esconde, tras su serio semblante, el amor más puro. Y qué decir de Carmela, un ángel de la guarda al que solo le faltan las alas para aguantar más carros y carretas.

Casa Moreno es una religión, un templo en el que se apilan montañas de creyentes que, emocionados y fervorosos, suplican al cielo con sus rezos un hueco en la barra de metal. Pasen y vean. Tardes de gloriosas faenas en un rincón de pureza, un “puñao” de albero de La Maestranza que tiene en los tendidos centenares de latas de conservas codeándose con Curro Romero, Morante de la Puebla o la Semana Santa sevillana.

Captura 2022-06-22 a las 13.09.50 Captura 2022-06-22 a las 13.09.50

Captura 2022-06-22 a las 13.09.50 / M.G.

Clarines y timbales suenan para recibir a Emilio que, a porta gayola, saluda a sus queridos parroquianos. Templanza con un vino de Jerez o una Cruzcampo helada, manoletina que tira al aire salchichón de riera a taquitos y capotazos que mecen montaditos de picante con cabrales, tortilla de diseño o patamulo.

Montaditos Casa Moreno Montaditos Casa Moreno

Montaditos Casa Moreno / M.G.

Entre tercios, la esencia de la Generación del 27’ para escribir, en trozos de papel, verdades como puños. Se podría decir de todo pero perdería su encanto. A sitios así hay que ir, peregrinar al menos una vez en la vida. Están ante un rincón que demuestra que no todo está perdido, que defiende a ultranza las costumbres de esta tierra tan maravillosa. Casa Moreno les espera porque, nunca mejor dicho: las emociones no se cuentan, se viven.

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