Una campaña marcada por esa otra plaga

Agricultores recolectan la fresa en Huelva a pie de campo cumpliendo con todas las medidas de seguridad.
Agricultores recolectan la fresa en Huelva a pie de campo cumpliendo con todas las medidas de seguridad.
Francisco Maturana

04 de noviembre 2020 - 23:01

Un año atípico, excepcional y, por qué no decirlo, dramático para todos. Este 2020 pasará a la historia y quedará en la memoria de varias generaciones. En pleno siglo 21 y con las comodidades con las que se vive en el mundo occidental, parecía casi imposible que la naturaleza situara a toda la población mundial al mismo nivel, con una pandemia que todavía hoy sacude fuerte en todos los rincones del planeta y que está dejando un número terrible de víctimas a su paso.

La crisis sanitaria en España obligó al Gobierno, debido a su rápida expansión, a tomar la difícil medida de confinar a la población y dejar solo los servicios mínimos operativos. Por supuesto, el personal sanitario se ha movilizado al completo con épocas realmente duras para todos ellos y cuya solidaridad y compromiso los han llevado a tener ese cariño por parte de toda la población. Sin embargo, fuera del sanitario, si hay un sector que ha sido esencial especialmente en este periodo fue el agroalimentario, que en el caso del andaluz ha sido capaz de abastecer las despensas de medio mundo en estos tiempos tan difíciles.

Más reconocimiento si cabe para todo el sector primario porque lleva ya muchos años en crisis, especialmente en la horticultura intensiva, donde los precios en origen vienen obligando a hacer ‘encaje de bolillos’ para mantener la actividad ya que, en muchos momentos, no llegan a cubrir los costes de producción.

También es cierto que esta no ha sido la peor campaña del último lustro en este sentido, pero los males que vive el sector de momento se mantienen. Las bajas cotizaciones que perciben los productores andaluces parecen responder en estos momentos a varios factores que no hacen más que agravarlas y que los propios protagonistas tienen claros, como es la competencia desleal procedente de países como Marruecos, el aumento progresivo del coste de los insumos, entre ellos el de un agua cada vez más escasa; las virosis o las insuficientes ayudas por parte de la administración, son solo algunas de ellas.

Pese a contar con un contexto que no es el mejor, qué duda cabe de que si por algo ha estado realmente marcada la campaña 2019-2020 ha sido la crisis sanitaria derivada de la COVID-19 con el correspondiente encierro cuando la horticultura andaluza encaraba su último tercio del curso. Un momento de especial importancia para la exportación de productos y en el que esta repentina situación hacía pensar lo peor. Nada más lejos de la realidad. El sector agroalimentario regional ha salido fortalecido, y lo sigue haciendo, de esta puesto que la sociedad parece haber tomado por fin conciencia de la importancia que tiene el abastecimiento de alimentos en momentos tan complejos como los vividos. Es indispensable.

Toda la sociedad ha visto gracias a los medios de comunicación como los agricultores, al igual que sanitarios, han estado ‘al pie del cañón’ para asegurar el suministro durante toda la pandemia. Aquí es donde el agricultor ha vuelto a dejar claro, especialmente en el campo del sureste andaluz, que lo que hace es un auténtico un milagro.

Miles de kilos semanalmente, durante el confinamiento, iban para los hogares de todo el continente. Y no solo eso. A nivel local los profesionales del campo fueron los primeros en ofrecerse para ayudar personalmente en todas las labores higiénicas y sanitarias que fueran necesarias. En este sentido, todo el mundo ha visto como a lo largo y ancho de toda la geografía han participado en labores de desinfección con sus materiales para sulfatar y camiones. Eso solo por poner un ejemplo visible, pero han sido muchas más las acciones completamente altruistas, como la de regalar alimentos a los más necesitados en aquellos momentos.

Paradójicamente, acostumbrados a l aparición de posibles virosis con las que tienen que lidiar y para las que se preparan constantemente, en esta ocasión ha sido ese otro ‘bicho’ el que ha roto los esquemas, no solo a ellos, sino a todos, pero al que también han sabido combatir y lo siguen haciendo.

Lo de ‘arrimar el hombro’ también se ha extendido a las empresas, tanto cooperativas, formadas por los propios productores, pero también al resto de la comercialización. Y la cuestión no es nombrar a algunas de ellas, ya que sería un terrible agravio, simplemente porque han sido todas.

“Si queremos encontrar comida en las tiendas tenemos que trabajar y es imprescindible asistir cada día al puesto de trabajo para mantener viva la cadena de suministros de alimentos”, explicaban representantes del sector a primeros del mes de abril, después de quince días de cuarentena forzosa y cuando más se comenzaban a vivir los efectos de la pandemia en esta tierra.

Además de la sociedad en general, donde las redes sociales se han convertido duranre estos meses en un hervidero de elogios para los productores, las administraciones no han dejado pasar cualquier oportunidad para mostrar su “admiración y gratitud” hacia el sector, tal y como subrayaba, por ejemplo, el alcalde de Roquetas de Mar, Gabriel Amat. O la consejera de Agricultura, Carmen Crespo, que hace pocas semanas en el parlamento andaluz volvía a destacar el compromiso de los profesionales del sector agroalimentario y pesquero andaluz, “del que nos tenemos que sentir muy orgullosos en Andalucía”. Además, Crespo puso en valor una vez más la contribución de esta actividad al abastecimiento de los mercados, su papel en la recuperación económica y el aumento de las exportaciones, y que los profesionales “están haciendo un esfuerzo muy especial, conjuntamente con el Gobierno andaluz, para, en la medida de las posibilidades, ser un sector libre de COVID”.

Para el recuerdo quedará también la acción desarrollada por Renfe, donde en plena pandemia comenzó a reconocer el trabajo de diversos colectivos a través de su página web, y los primeros fueron para los agricultores. “Esos trabajadores incansables que saben bien lo que es luchar para sacar adelante una cosecha en tiempos de plaga”.

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