Pues sí. Esa media existía e incluso está conservada:en el museo de RTVE, en el centro de producción de Sant Cugat, en Barcelona. Allí está como testigo de unos tiempos de monopolio de la cadena pública y la inexistencia de tratamientos virtuales para difuminar defectos. Cuando Sara Montiel iba a la sede catalana de TVE allí estaba dispuesta la media para colocarla en el objetivo y así ‘ensuciar’ la imagen, para mitigar las arrugas en el rostro de la manchega. La alta definición, tan chivata ahora, era una suposición imposible. El museo de RTVE recorre los avances y desgrana anécdotas de una corporación pública que precisamente hoy cumple 62 años de emisiones. Y entre esos rastros, la media más mítica, como resalta el creador del museo, Nicolás Albéndiz.

La media que se colocaba en las cámaras para tapar los defectos de Sara Montiel

Cuando Sara Montiel, que aún lucía su estela de solera hollywoodiense y sus años dorados de icono sexual, acudía a Sant Cugat allí le aguardaban con el recurso casero para favorecer su imagen de diva. La actriz y cantante era amiga personal del presidente del Gobierno, Felipe González, y como abierta simpatizante del PSOE se le ponía la alfombra roja cuando estaba invitada.

Entre esas entrevistas donde se percibe el aspecto diferente de las imágenes se encuentra la de 3x4, con Julia Otero; Autorretrato, con Pablo Lizcano; o el Tariro, tariro, de La Trinca. Sin embargo, en 1984, con La orquesta, con Luis Arribas Castro, no se colocó esa media y el resultado es bien visible para aquellos que en este domingo de cumpleaños de RTVE quieran brujulear por su web. Probablemente por esas arrugas bien visibles en La orquesta el representante de Sara Montiel, su marido, Pepe Tous, instó a que se buscara la solución para futuras apariciones de la por entonces española más estelar.

En el museo de RTVE se incluyen cámaras de distintas épocas y la primera en color que llegó al centro catalán, en 1977, para retransmitir la llegada del presidente Tarradellas. Se exhiben máquinas de escribir, primeros ordenadores o guiones de memorables dramáticos, como el de la audaz versión catalana de Salomé, en 1976, con el primer desnudo integral en TVE, el de Nuria Espert, adaptación de Terenci Moix del libreto original de Oscar Wilde. La cadena pública es un filón de historias de la memoria colectiva.