Gala de navajas

Jose Mari y Andy expulsan a Michael de 'MasterChef'

  • El participante estadounidense se vio desbordado por la deslealtad de sus compañeros en la prueba por equipos y cayó por tres veces en la eliminación ante sus verdugos

Jose Mari y Andy en plena porfía mientras le hacían la cama a Michael

Jose Mari y Andy en plena porfía mientras le hacían la cama a Michael / RTVE

Faltó justicia poética como para que Jose Mari y Andy se batieran con navaja y puzzle de sushi en la prueba final de este lunes. Pero el jurado (y sólo lo entendemos con la intención de mantener el rencor del público en alto) decidió que fuera Michael quien en el segundo desafío duelista fuera el perdedor, destinándolo así a la condena de eliminación ante un Andy, abogadooo viperino, que fue más hábil en pegar el arroz según el diseño de Kabuki. Donde está Andy siempre hay lío y caras ocultas.

Michael lloró como un niño lo que no pudo defender como un cocinero oriental. Se peleó con el arroz, con la esterilla y con el abanico y al final el sushi le hizo morder la lona.

Ya por entonces, antes de hervir la olla, Michael estaba agotado y eliminado, como lamentaba Chus Juana, la otro capitana de la prueba de exteriores que fue protegida por los suyos, sobre todo por un Iván corajudo.

El gallego se perfila como el favorito del público.

Y por otro lado están los trepas, o los sucios. Porque la eliminación de Michael no tuvo un origen limpio: Jose Mari y Andy le hicieron la vida imposible con el roner (el cacharro ese que cocina a baja temperatura y que sin él, como el scotch brite, no puedes estar ya sin él si lo conoces), entre el arroz (sí, otra vez arroz) y los espárragos. Dos tocapelotas desleales con los que el equipo azul estaba abocado al desastre en el merendero de Samantha. Jose Mari, con su pin de inmunidad que se cree que le da poderes de anillo, al saberse a salvo, se dejó llevar por la pereza y la soberbia, llegándose a encarar con Pepe Rodríguez por estar ayudando demasiado al otro equipo. El manchego perdona pero no olvida. Ya pagará el inglés (o el abogado) el vino que se ha bebido.

Y por encima, Jose Mari. Este aspirante demuestra que es un cínico de campeonato. Especialista en exclulparse y listo como él solo para inculpar a los demás. En el jurado ya le han puesto un mote: el aspersor. Con eso ya tiene bastante. Y Andy es el títere de sus intrigas de popelín. Vaya pareja de intrigantes.

 

En esa prueba por equipos, donde Michael con los piques de su entorno tenía poco que hacer, había que crear platos inspirados en cuadros y ahí estaba Diego Guerrero, el del magnífico D'Stage, para dar ideas pero los derrotistas ya tenían sus propias malas ideas para reventar el momento. Incluso Andy despistaba a Michael sobre los errores en el roner. De paso, desautorizaban al capitán en cualquier momento. De nada le valió al posterior eliminado arrancar su reto con ánimos y alegrías. Fue su perdición.

Esta fue la primera entrega de MasterChef grabada después del confinamiento, con cierta distancia, guantes y  parece que con deudas pendientes enquistadas.

Juana conseguía el delantal de capitana por un plato irlandés en la típica prueba donde los familiares saborean a ciegas las recetas preparadas por todos. Ya por ahí se notó que el discreto Alberto y la manazas de Luna avivan su romance. Y se van a llevar a Juana a la India con ellos. Al menos es el deseo de la parejita. La veterana se ganó un viaje irlandés por su receta ganadora en la primera prueba.

Dejamos a Michael llorando. Se agotó en las dos primeras pruebas de la eliminación (con Ana, en la primera, ella fue generosa).

El paisano de Trump se quedó al límite por una salsita o la textura de los espárragos. 

Y ya en el sushi final  había poco que hacer. Jose Mari, nos las pagarás. En las redes era el tipo más odiado de este lunes, por encima de cualquier político.

"Yo vine a aprender a cocinar" fue la despedida con dignidad del norteamericano. Cayó con honra pero también con un arroz incomible.

Michael  casi empata con Fidel por eliminación con disgusto del público. En el caso de Fidel, expulsado por la labor de una tercera, aún no lo hemos digerido.

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