'MasterChef' tiene a finalistas que son peores que Italia

Lo de MasterChef realmente sería cosa de dos, Fran y Meri. Son quienes más han evolucionado y mejor talante han tenido a lo largo de las semanas. Fran es el camarero de Cuenca de los ojos saltones, más bueno que un menú del día en una tasca limpia, todo abnegación y superación. El pin le salvó anoche de tener que jugársela a un producto con texturas. Meri es la hija del médico del Barça, hacendosa, esforzada y con un nivel que le ha permitido sobrevivir por encima de las dagas.

Y para el martes que viene tenemos dos finalistas de esos injustos como la selección italiana en la Eurocopa. Tenemos a María, otra manchega, el ojito derecho de Pepe Rodríguez, sobrevalorada y que piensa que es tan guapa como buena cocinera. Ni mijita, porque además ha metido toda la cizaña que ha podido. Y también tenemos a Arnau, otro de esos aspirantes pagados de sí mismos que ha llegado demasiado lejos. Hubiéramos preferido a la sargento Vero o a Amelicious en el trance de disputarse el duelo final.

Quien no debía estar en la recta final era Ofelia, que ha regalado su personaje de chica atormentada y ciclotímica, insufrible en su efusividad en ocasiones, que fue eliminada este martes. La gallega de los sanjocobos y la petición de ojitos para Jordi Cruz ha regalado un montón de momentos en los que los compañeros la habría arrojado a una olla. Dice adiós con todo merecimiento porque también debió caer antes, como Ucrania. El jurado se compadece ante sus lágrimas.

La gala semifinal fue un desperdicio de La 1 llevada a competir ante el partido, la prórroga y los penaltis de ese partido de semifinal de Eurocopa en el que todos nos debimos quedar satisfechos de caer con una honra tremenda ante unos italianos que volvieron a ser aquellos rácanos del balón que tanta gloria les dio durante décadas. El tiki taka, al que le falta resolución, tendrá otro día para una final.