TV-Comunicación

Naranjito, un sevillano en serie

  • La mascota del Mundial 82, que se mantiene con cariño y humor en la memoria colectiva, surgió en una agencia de publicidad sevillana y protagonizó su propio programa infantil, 'Fútbol en acción'

A Newton le cayó una manzana y al publicitario José María Martín Pacheco se le apareció la idea cuando le cayó a los pies una naranja de un árbol de la plaza Nueva de Sevilla: había nacido Naranjito, la única mascota cítrica de la historia y símbolo de una época, la de la ingenuidad posconstitucional, evocada ahora con cariño e incluso con respeto. Naranjito es como ese abuelo que murió en la guerra de Cuba y cuya foto preside un ampuloso salón. En un día como hoy, en el que la selección se juega la vida o la muerte, la oronda criatura es el rastro de la memoria cuando La Roja era La Furia, mucho corazón y poca técnica para hacer frente a la adversidad. David Villa limpió este lunes el honor de Naranjito cuando marcó los goles de la victoria a Honduras. Todos, casi sin saberlo, llevábamos en los bulbos del cogote la decepción con que arrancó el Mundial de España, con el empate ante los centroamericanos que marcó el resto de partidos. Como Sara Carbonero aún no había nacido, las culpas recayeron casi de inmediato en el dichoso Naranjito, que es tan de Sevilla como la Giralda... y Curro. Nunca tuvo la culpa de aquellos desastres prefelipistas y al cabo de los años ha quedado como lo más amable y visible junto al furor del anciano Sandro Pertini.

Cuando el comité organizador del Mundial 82 anunció que una naranja sonriente iba a ser uno de los emblemas del acontecimiento, los medios se abalanzaron contra el muñeco. Lo más bonito que le dijeron fue "horroroso" y algunos articulistas cargaron las tintas ya que veían en él una representación pueblerina e infantiloide, impropia de un país que quería proyectarse hacia Europa y dar buena imagen ante el mundo. "Tan malo no tenía que ser cuando en estos tiempos aún sirve de inspiración", subraya Martín Pacheco, autor junto a la cordobesa María Dolores Salto.

Ambos estaban en el bar El Portón cuando, tomando unas cañas ante el televisor, contemplaron la noticia del anuncio de la mascota en el Telediario. Hubo fiesta y días después recibían el cheque de un millón de pesetas con el que zanjaban su relación con su redondeado hijo. José María Martín no volvió a tener postestad alguna sobre Naranjito, al que le hicieron unos retoques y lo mandaron para Japón, para que tuviera su propia serie de dibujos animados, tras vender el comité los derechos de explotación por 1.400 millones de pesetas (14.000 millones de pesetas, al poder adquisitivo actual, casi 85 millones de euros). BRB, la productora de Claudio Biern Boyd (Dartacán,Willy Fog) se encargó del proyecto para TVE que costó 200 millones de pesetas de la época (ahora serían unos 12 millones de euros, lo que cuestan casi dos temporadas de Águila Roja o Cuéntame). A la naranja con patas le añadieron una novia, Clemenitina; un amigo limón, el inocentón Citronio; y un robot, versión naif de los brutos mecánicos de Mazinger Z, Imarchi, que, como un portátil, guardaba todas las imágenes de los mundiales anteriores. El malo, bigotín y capa, era Zruspa, un terrorista capaz de hacer desaparecer los edificios de Madrid. Sus sicarios, con un ojo a la Naranja mecánica, eran los Cocos.

Fútbol en acción se estrenó el 5 de diciembre del 81, en horario estelar animado: las tres y media de los sábados, y permaneció hasta el 12 de junio del 82, el día antes de la inauguración del Mundial (cosas de entonces, en lugar de aprovechar su presencia durante el torneo). Una serie tontorrona y olvidable, con Di Stéfano de invitado para enseñar a los niños de rodillas desportilladas las tácticas prehistóricas. Naranjito ilustró cromos, latas de refresco, chubasqueros, llaveros, ceniceros, lámparas, platos de cerámica y toda una quincallería inútil que ahora se disparan en la bolsa de los Ebays.

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios